1917

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Por: Sergio Bustamante.

Alguna vez en alguna entrevista, el cada día más pesado Arturo Ripstein, aseveró que la dirección de The Godfather (Francis Ford Coppola, 1972) era atribuible al cinefotógrafo Gordon Willis y no al director. ¿La razón? “Tetro es prueba fehaciente y absoluta de que no es posible que el señor que dirigió (Tetro) haya dirigido El padrino. A ésta la dirigió el fotógrafo, Gordon Willis”[i]

La verdad es que en dicha entrevista Ripstein, quizás teniendo un día amargado, se dedicó a despotricar contra vacas sagradas como el mencionado Coppola, Woody Allen o Scorsese, aludiendo a que ninguno hace ya buen cine.

Volviendo al punto y cobijándonos bajo su frágil lógica, podríamos decir que Roger Deakins, fotógrafo de la multipremiada 1917, “le comió el mandado” al director Sam Mendes.

Y es que dando otra cátedra de su virtuosismo, Deakins, como maestro absoluto entre los grandes, coordina una labor de cámara sumamente complicada en la cual se sostiene toda la fuerza de un filme que palidece en el resto de sus aspectos.

Basada en una de las tantas anécdotas que Alfred Mendes (abuelo de Sam Mendes que peleó en la primera Guerra Mundial y novelista una vez retirado del ejército) le contó al cineasta, 1917 va sobre un par de soldados cuya misión es llevar un mensaje urgente a un coronel que se prepara para atacar un frente alemán sin saber que en realidad le han tendido una trampa. Dicha misión, cabe agregar, deben cumplirla yendo de un poblado a otro un menos de un día para llegar ahí al amanecer, lo que se traduce en una frenética carrera contra reloj.

Si bien la odisea que viven ambos soldados puede dar para un profundo desarrollo de sus personajes, Mendes prefiere un estilo de realización que prepondera las condiciones de la acción, es decir, la mencionada carrera contra el tiempo. Y para hacer realista dicho desafío, se apoya en un falso plano secuencia de inicio a fin que da la sensación de tiempo real y en la cual nosotros como público somos los testigos en primera persona de su aventura.

¿Es el cine bélico el escenario ideal para un ejercicio estilístico como éste? Vaya que sí. Más si tomamos en cuenta que la primera guerra mundial no es un conflicto que sea constantemente abordado porque no ofrece las condiciones de espectacularidad que sí tienen, por ejemplo, la segunda guerra o la de Vietnam. Sin embargo, al irse por éste camino, Mendes rompe una tradición (más no regla) en la cual el cine de guerra suele contener mensajes anti bélicos o algún tipo de reflexión respecto a su horrenda naturaleza.

1917 se deshace de todo ello en favor de la forma, y ahí es donde el nombre de Roger Deakins se cuela una y otra vez a la conversación e inclusive durante el visionado. Y es que más allá de querer identificar los cortes en esa larga toma que no lo es, a lo largo del filme hay secuencias que llevan a preguntas del estilo “cómo lo hicieron” junto con un constante asombro por la labor de coordinación e iluminación.

Impresionante es también que Deakins y su equipo logren esto sin tanta pomposidad; si la fotografía ya es la gran estrella de la película, no hay necesidad de lucirse con cantidad de planos que parezcan imposibles o encuadres tan exquisitos. En lugar de eso tenemos una cinematografía que se ayuda lo más que puede de la luz natural y que se mueve de forma ídem junto con sus personajes para no perder detalle. Claro que hay tomas espectaculares pero no son la constante.

Aunque las comparaciones son odiosas, viene aquí a colación lo hecho por Lubezki e Iñárritu en Birdman (2014), cuyo plano secuencia sí que robaba protagonismo a la historia. Curiosamente Deakins perdería frente a ellos el Oscar por su trabajo en Unbroken (Angelina Jolie, 2014). Su revancha contra otro mexicano (Rodrigo Prieto) está próxima.

Quedará la duda, eso sí, de qué tan trascendental sea el filme de Mendes al paso de los años. De acuerdo a él y su guionista, la nominada Krysty Wilson-Cairns, la historia de amistad y nobleza de estos soldados contiene un discurso de unidad muy adecuado a los tiempos actuales del brexit, pero todo queda enterrado (suponiendo que alguien capte dicho subtexto) bajo lo que en verdad es: carnada de Oscares.

Emocionante sin duda, y es cine para verse y disfrutarse en cine, pero demasiado correcta y plana.

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# Arturo Risptein, yo hago cine por ego, Revista Eme Equis, Año 8, Marzo 2014, México.#


[i] # (entrevistador), Ripstein, Yo hago cine por Ego, Revista Eme Equis, (No. ), México, Marzo 20

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