Avengers: Age of Ultron

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avengersPor: Sergio Bustamante

Como si se tratara del deporte de moda en la crítica cinematográfica, y en general en la opinión pública, la reciente entrega del Universo cinematográfico de Marvel, Avengers: Age of Ultron, ha dividido fuertemente al gremio respecto a su calidad. Particularmente en comparación con su antecesora del 2012, y no menos respecto al polémico “genocidio cultural” acuñado por el cansador Alejandro González Iñárritu, cuya repercusión ha sido fuerte en México debido a la cantidad de salas que la película ocupó y continúa haciendo en los complejos nacionales.

Independientemente de este fenómeno comercial del cual el público también es culpable por sus malos hábitos de consumo, no hay que perder de vista a Avengers, el filme. Que es parte de una de las maquinarias más poderosas de Hollywood actualmente, es cierto. Pero también lo es que como cine posee virtudes que deben reconocerse. Vamos, si Marvel nos dio una de las mejores cintas del año pasado en Guardians of the Galaxy (James Gunn, 2014) y nadie reclamó su invasiva publicidad, hay que medir bajo la misma barra este filme con todo y que no está a la altura de la mencionada.

Comenzando exactamente donde se quedó la escena post-créditos de Capitán America: El Soldado de Invierno (Anthony, Joe Russo), los ya ensamblados Vengadores se encuentran en el lugar recóndito de Sokovia para quitarle al Barón Von Strucker el teseracto con el que ha estado experimentado para crear un arma poderosa. Lo que se encuentran ahí, sin embargo, es la pista del lugar hacia dónde se dirige la siguiente fase de producción de Marvel: Los gemelos Pietro y Wanda Maximoff, mejor conocidos como Quicksilver y La Bruja Escarlata, respectivamente.

La misión parece salir bien, y se llevan toda esa tecnología a sus cuarteles (en realidad parecen Stark Industries) que es donde las cosas comenzarán a salir mal. Es decir, en este filme no hay un Loki queriendo conquistar el mundo de los humanos ni Hydra infiltrándose en las esferas del poder o algún nerd vengativo como ha sido la constante de Iron Man, aquí son los mismos Avengers, Tony Stark y Bruce Banner específicamente, quienes le dan mal uso al poder del teseracto y crean con ello a su propio enemigo: Ultron.

Esta especie de lucha interna es algo que Marvel ha incluido en todas sus películas con mediano éxito. Del Capitán América y Bruce Banner contra su pasado, en especial lo que sufre Banner como Hulk al no poder controlarse, a Natasha Romanoff convertida contra voluntad en un arma de destrucción, algo que será explotado el próximo año con su propio filme de La Viuda Negra.

En Avengers el conflicto de que Ultron sea invención de Iron Man supone una historia sólida que hará una película interesante y no únicamente acción bruta “a la Michael Bay”.

Ultron nace de un proyecto que Tony Stark desarrollaba en orden de poder pacificar el mundo por medio de inteligencia artificial. Estos símiles de Iron Man serían a largo plazo la póliza de retiro de los Vengadores. Como es de esperarse, Ultron “cobra vida”, ve que los humanos somos una raza llena de errores y decide que la única forma de ayudarnos es eliminando por completo a la humanidad. Y claro, al cobrar conciencia y comprender el egoísmo de Stark, pretende que todos vean en él al culpable de ello. Un chivo expiatorio que será un vehículo para separar a los Vengadores y poder llevar a cabo su plan.

La historia, como vemos, esté bien pensada. Y hasta aquí aun faltan personajes importantes que más tarde harán su aparición, pero el problema es precisamente ese exceso de sub tramas que deben concluir en menos de tres horas con el consabido final feliz. Se dijo que la película tuvo que ser editada incluso sobre el corte final para ser exhibida en clasificación PG-13 contra la voluntad de Joss Whedon, director. Y ello se nota. Se extraña, por ejemplo, que Andy Serkis no pese más como Ulysses Klaw. O que haya pláticas que evidentemente tuvieron un fondo que se quedó en la sala de edición (el rumor es que el Blu-Ray si tendrá la versión que debió salir a los cines). No olvidemos, aparte, que hay que desarrollar (lo más que se pueda) la historia de los hermanos Maximoff y su eventual unión con los Avengers. Ah, y este filme hasta conflicto romántico tiene.

Todo esto no es decir que la película sea excesiva como el ejemplo de Bay, pero no es tan sólida como la primera parte. Más allá de carecer de la primera impresión de un grupo de superhéroes que se están conociendo (aquí siguen en eso) y que deben combatir casi improvisadamente a un enemigo, en la Era de Ultrón hay una variación de ritmos y momentos que probablemente sean producto de ese último corte. Y a pesar de ello Whedon acomoda las piezas para dar el peso necesario a sus protagonistas. Mención aparte a que siempre pone el foco sobre sus heroínas. Algo que hizo desde los tiempos de TV con las series de Buffy the Vampire Slayer y Angel. En resumen, es un gran director.

La cantidad de elementos que Avengers maneja podrían hacer agua en manos de alguien menos experimentado. Whedon desarrolla a sus personajes sin olvidar la fantasía (recordemos que aquí también está Disney), coreografía tremendas secuencias de acción, exalta cuando debe, y se da la pausa para un introducir un humor no tan logrado, muy soso de hecho, pero que pareciera necesario en estas cintas (ojalá y comiencen a hacerlo a un lado). Avengers podría ser Transformers o el Superman de Snyder, pero pinta su raya como un cine mejor ejecutado. Incluso mejor que varias de la primera fase de Marvel.

Hay que apreciar eso y no la forma como se publicita o llena las salas. Hay que dividir al cineasta del ejecutivo. Joss Whedon hace películas. Y si bien parece que ya cedió en su lucha creativa contra los estudios, tal vez un día, si las condiciones se dan, nos entregue al superhéroe más espectacular en muchos años. Algo como lo que iba a realizar Edgar Wright con Ant-Man. En otra vida será.

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