Estimado ¿Jorge? ¿Jaime? ¿Juan? Chávez:

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logo direccionesPor: Luis Villegas Montes

Créelo o no, te escribo la presente al amparo de la buena fe y a modo de advertencia.

En principio, continúo sin saber, bien a bien, quién eres. Te “googlé”; escribí “’Jorge Chávez’ derecho Chihuahua” y, aunque aparecieron individuos de dudosa catadura (y mira que tienes con qué figurar), no estabas entre ellos. Luego tecleé “’Juan Chávez’ derecho Chihuahua” y “’Jaime Chávez’ derecho Chihuahua” y nada; en esta última búsqueda, por cierto, lo más gracioso fue que hallé un fotomontaje de Jaime García Chávez y Javier Corral caracterizados como el dúo dinámico (el Senador se ve muy gracioso disfrazado de Robin); pero una imagen tuya, no, ninguna. Lo reitero: Sigo sin saber quién eres.

 

No obstante, los hechos acontecidos el día de ayer (viernes 10 de julio de 2015) merecen una explicación… de mi parte al menos. Realmente no sé qué te hizo enfadar; por este medio recibe una disculpa y un aplauso. Me explico: Como no estoy consciente de cuál fue el motivo de tu arrebato, es evidente que algo hice o dije para incurrir en tu ira, una disculpa por eso. Claro que mi exabrupto (si lo fue) no justifica el tuyo; si lo recuerdas, estábamos en las instalaciones del Colegio de Abogados, yo en el baño, tranquilamente haciendo pipí, cuando oí a mis espaldas el “click” de la puerta al cerrarse y luego, sin aviso, se me vino encima una serie de madrazos. De algo me han servido la lectura y mi aguerrida militancia en las filas de la oposición, me hice “bolita” (no batallé mucho, lo confieso) y aguanté el vendaval. No tenía caso oponer resistencia. El aplauso te lo dedico en nombre de otros; sé de buena fuente que hay muchos, muchos de veras, que darían lo que fuera por hacer lo que tú hiciste. Felicidades.

 

Pero vayamos al motivo de esta misiva. ¿Puedes creer que no te guardo rencor? La verdad es que nunca, jamás, me has parecido particularmente brillante; apenas, un poco bravucón y hocicón pero nada más (y siempre nos va a quedar el viernes 10 de julio de 2015 para constatarlo). Esa fecha, estuve en las instalaciones de El Colegio para celebrar el Día del Abogado (por cierto, felicidades a todos los abogados y abogadas en su día) y departir con los amigos. Como sabrás -visto tu proceder de veras no sé si lo sabes o no-, el Colegio fue unas de las instituciones que interpuso un amparo en contra de mi designación como Magistrado de la 7ª Sala Civil; desde entonces, debes saber también que esa circunstancia no ha sido óbice ni impedimento para departir con sus agremiados y agremiadas las veces que he podido con motivo de celebraciones o eventos distintos.

En alguna ocasión dije, porque lo creo, que estaban en su legítimo derecho de oponerse a lo que creían era una vulneración de su esfera jurídica (serán los tribunales los que se encarguen de dilucidar esa cuestión); pero lo cierto es que los integrantes del Colegio como tales, se desempeñaron del único modo posible cuando de abogados se trata: Anteponiendo el interés común al personal y actuando de frente, en ejercicio de un derecho y hasta sus últimas consecuencias.

Tu proceder, Jaime, Jorge, Juan (o como sea que te llames), te denigra; y reniega en los hechos -y en esencia- de lo que cabría espera de un abogado cualquiera.

Esta carta, Jaime, Jorge, Juan (o como sea que te llames), es ocasión para reiterarte lo que es evidente y ya te dije antes: No te guardo rencor. Eres quien eres y, como tal, no podía esperarse otra cosa de ti; ya lo dice el viejo refrán: “No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”.

Es posible que no lo recuerdes (las margaritas no se hicieron para los cerdos), pero cuando fui a defender mi caso ante el colegio, entre otras cosas, dije lo siguiente: “Y quizá -lo digo para entrar en materia-, esa sea la principal diferencia entre la inmensa mayoría de ustedes y yo: Yo sí sé lo que es luchar a contracorriente; enfrentar al sistema; pelear a brazo partido contra la imposición; contra la corrupción; o el fraude a la Ley. De todos los aquí reunidos, yo soy el único que ha denunciado a tres ex-gobernadores, dos de ellos de Chihuahua; que no ha temido, con cargo público o sin él, enfrentar a servidores públicos de los tres órdenes de Gobierno; que ha ventilado, desde espacios públicos o fuera de ellos, sus querellas con funcionarios de todos los niveles; que no le ha temblado la voz ni la pluma para luchar, incluso, contra sus correligionarios; y que ese esfuerzo no se limita a Chihuahua pues he enfrentado al sistema, literalmente, de Yucatán a Baja California. ‘Poca cosa’, podrán decir ustedes y su opinión merece todo mi respeto; sin embargo, refiero estos hechos para dejar constancia de que de todo se me podrá acusar (y de todo se me ha acusado estos días), menos de no haber dado cabal muestra de entereza, de carácter o de independencia de criterio cada vez que ha sido necesario. Les recuerdo que el artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que: ‘Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones”.

Con esas palabras te dejo, Jaime, Jorge, Juan (o como sea que te llames) y no te equivoques: Fue la última vez que me agarraste desprevenido y por la espalda.

 

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

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