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Por: Luis Villegas Montes.

Esta reflexión iba a titularse: “André Rieu y el orgullo de ser mexicano” y pretendía explorar el gozo inmenso que me deparó el pasado fin de semana asistir al Auditorio Nacional a escuchar a este fantástico director y su orquesta, Johan Strauss. En esos momentos me sentí tan eufórico de estar ahí, entre miles de mexicanos, atónitos, emocionados, extasiados, brindándole una y otra vez, a esos músicos extraordinarios, la merecida ovación que su talento reclama. Pensé que, a Dios gracias, en México, no todo es Julión Álvarez o el Komander; que todavía hay -habemos- gente capaz si no de entender, por lo menos de disfrutar buena música y que el arte (el auténtico, el que estimula la inteligencia, el que remueve -y renueva- el espíritu), hoy más que nunca, es necesario, casi indispensable, para salir de este pozo de mediocridad que nos circunda.

 

          Pero decidí que no; que esas líneas se van a quedar sin escribir. En cambio, voy a escribir sobre la experiencia fantástica de compartir, por primera vez en nuestras vidas, un fin de semana completito con mi hermana Patty, fuera del entorno de nuestra cotidianidad. De Patty he escrito muchas veces; siempre referencias tangenciales que dan testimonio de mi perenne gratitud. Esta vez, no obstante, tuvimos un tipo de convivencia distinta, menos de hermanos y más de amigos.

 

          El peregrinaje por la hermosa ciudad de México empezó el viernes por la tarde, en la Zona Rosa, a donde fuimos a comer pozole; junto con unas flautas que parecían trombones y unos sopes que parecían chalupas; la noche concluyó con una ida al teatro a ver un musical más memorioso que memorable,Mentiras.

 

          El sábado empezó temprano; ocupada en cosas de mujeres -sí, señoras y señores, hay cosas “de mujeres”, como parir o ir a ver tapetes, que fue a lo que se dedicó mi hermana esa mañana (a ver tapetes)-, quedamos en comer juntos a mediodía. A mí, me dieron en mi “patita de palo” pues en el Zócalo estaba instalada, ni más ni menos, la Feria del Libro. Les podría decir que la recorrí de lado a lado y les estaría mintiendo. No fue así. Del pabellón de TusQuets no salí: De Leonardo Padura compré: “La neblina del ayer”,1 “Adiós, Hemingway”,2 y “Pasado perfecto”;1 de Petros Márkaris, “Hasta aquí hemos llegado”4 y “Muerte en Estambul”,5 de Enrique Krauze, “El nacimiento de las instituciones”;6 y del entrañable Curzio Malaparte, “Don Camaleón”7 -a Curzio Malaparte lo conocí por mi papá y dejó una huella indeleble en mí-. De “pasadita”, como que no quiere la cosa, también pepené, de John Ackerman, “El mito de la transición democrática”,8 de Paco Ignacio Taibo II, “Que sean fuego las estrellas”;9 y de Pedro Salmerón, “1915: México en Guerra”;10 como ven, si no me salgo pronto, ahí me quedo a vivir. Conste, a ninguno de esos libros le voy a hincar el diente de aquí a diciembre; todos esperan, formaditos y en fila, esos días de asueto para ser devorados, junto con otros cinco o seis que aguardan el mismo fin.

 

Como lo prometido es deuda, al mediodía, Patty, mi sobrina Lily y su esposo, pasaron por mí al hotel; de tanto libro cargando yo me sentía “El Pípila”, pues no hubo modo de que el taxi donde viajaba cruzara Reforma a causa del desfile de alebrijes organizado por el Gobierno de la Ciudad; yo atravesé la avenida del modo más discreto posible; no fuera siendo que algún despistado empezara a gritar: “¡Eh, eh, aquí se les cayó uno! Y parece que es uno de los primeros lugares del concurso… por lo feo y chipotudo”. Pateé 10 cuadras y me derrumbé exhausto. Llegaron por mí y nos fuimos al Mercado de San Juan, famoso por la variedad de carnes que ofrece: De cocodrilo, león, jabalí y un etcétera tan extenso como libro de zoología. El día terminó, como ya escribí, en el Auditorio Nacional y la presencia mágica de André Rieu y su orquesta. Debo confesar que cuando Patty me comentó: “Vamos a ir a un concierto”, lo primero que pensé -y por prudencia no dije-; fue: “Mmmmm; bonita cosa”. Sin embargo, fue la sorpresa más deslumbrante de ese fin de semana inolvidable.

 

El domingo, llegaba mi sobrino Noel a la ciudad y por él fuimos. Los cinco: Patty, Lily, su marido (que como tiene nombre francés no sé cómo se escribe), Noelito (que de “Noelito” ya no tiene nada) y yo, fuimos a las pirámides de Teotihuacán. Fuimos, se subieron (yo no traía ganas de “energizarme” en su cima), Patricia se perdió en el trenecito que hace el recorrido y nos regresamos a comer. El día terminó en la Alameda Central comiendo chucherías entre sus puestos y en Bellas Artes, a donde fuimos a ver el ballet de Amalia Hernández.

 

Si se fijan, esto es México: La urbe y su diversidad, cuyo mejor reflejo son sus plazas y mercados; la Alameda Central y Bellas Artes; Teotihuacán y sus pirámides; el Zócalo, el Hemiciclo a Juárez y las decenas de años de historia que nos contemplan y nos susurran desde todos sus rincones. Esto es México, la vastedad y riqueza de su oferta cultural: Sus magníficas puestas en escena que compiten decorosamente con cualquier otra, en cualquier lugar del Globo, al lado de la pirotecnia vernácula de sensaciones, olores, sabores y colores que no dejan de deslumbrarnos y derretir el corazón a cada instante. Sin embargo, de todo el fin de semana, lo que más disfruté fue a mi hermana. Su risa, sus observaciones juiciosas, su solidaridad a toda prueba, su generosidad sin límites. Gracias por todo, Patty… y que no sea la última.

 

Contácteme a través de mi correo electrónico o síganme en los medios que gentilmente me publican cada semana, en mi blog: http://unareflexionpersonal.wordpress.com/ o también enFacebook (Luis Villegas Montes).

 

Luis Villegas Montes.

luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com

 

1 PADURA, Leonardo. Paisaje de otoño. 1ª reimpresión, TusQuets. México. 2015.

2 PADURA, Leonardo. Adiós, Hemingway. TusQuets. México. 2015.

3 PADURA, Leonardo. Pasado perfecto. TusQuets. México. 2014.

4 MÁRKARIS, Petros. Hasta aquí hemos llegado. TusQuets. México. 2015.

5 MÁRKARIS, Petros. Muerte en Estambul. TusQuets. México. 2014.

6 KRAUZE, Enrique. El nacimiento de las instituciones. TusQuets. México. 2015.

7 MALAPARTE, Curzio. Don Camaleón

8 ACKERMAN, John. El mito de la transición democrática. Planeta. México. 2015.

9 IGNACIO TAIBO II, Paco. Que sean fuego las estrellas. Planeta. México. 2015.

10 SALMERÓN, Pedro. 1915: México en Guerra. Planeta. México. 2015.

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