Por: Aquiles Córdova Morán
En todo el mundo hay cada día más la conciencia de que los poderosísimos y muy penetrantes medios modernos de comunicación e información son todo, menos vehículos neutrales y desinteresados al servicio de la verdad.
Se sabe ya que la impresionante maquinaria mediática del planeta es propiedad de unos cuantos magnates que se sirven de ella para moldear a la sociedad de acuerdo con sus intereses económicos y políticos, de tal manera que jamás pueda constituir un peligro serio para tales intereses.
Carlos Santamaría, un analista maduro, serio, y normalmente bien informado, acaba de publicar en el portal de noticia Russia Today lo siguiente: “Actualmente un grupo muy importante de periódicos digitalizados, televisivos, radiales, se ha conformado como una organización política no formal aunque efectiva definitivamente, cuyo objetivo básico no es difundir noticias sino realizar propaganda a favor de grandes conglomerados económicos y militares con el fin de distorsionar la realidad para convencer que privatizar el mundo y el alma es una tarea moderna, necesaria y legítima, independientemente del caos o afectación que puede provocar al mundo”.
Para tal efecto, dice, “…se emplea la distorsión de la verdad con imágenes e interpretaciones absolutamente alejadas de lo sucedido” (…), y que “a través de los efectos periodísticos se crean nuevas realidades que pese a no ser ciertas se trasladan a la conciencia del espectador-lector” como si lo fueran.
Santamaría da dos ejemplos. El primero son las imágenes de tanques soviéticos invadiendo Ucrania que circularon en su momento por el mundo entero, tanques e invasión que nunca existieron y que fueron “creados” a partir de “juegos infantiles” “traspasados a lo visual”.
El segundo ejemplo es el “descubrimiento” de una “comisión internacional” de que el avión malasio derribado en Ucrania fue “alcanzado por un elemento que lo hizo caer”, versión que se dio y se difundió mundialmente “sin explicar científicamente la procedencia, responsabilidad, actuación de la fuerza aérea de Ucrania”. (Russia Today, 18 de enero de 2016).
Y hay decenas de ejemplos más, como el niño ahogado y arrojado por el mar a las costas de Turquía, las ejecuciones de prisioneros occidentales por miembros del Estado Islámico o los famélicos hambrientos de Madaya en el norte de Siria, todas imágenes trucadas o escenas montadas al efecto, como lo ha demostrado sin lugar a dudas el análisis profesional de las mismas.
La inmensa mayoría del pueblo, todos los que carecemos de poder económico y político y que tampoco somos dueños, por lo mismo, de ningún medio de comunicación, nos hallamos absolutamente indefensos, inermes ante las acometidas de tan avasalladora maquinaria del engaño y la manipulación.
Hace ya varios meses que Huitzilan de Serdán, un municipio de la Sierra Norte de Puebla de mayoría indígena, sufre una violenta campaña mediática que bien puede ser ejemplo vivo y actual de lo dicho. En la década de los setentas y parte de la de los ochentas, Huitzilan vivió bajo un régimen de terror impuesto por la famosa UCI (Unión Campesina Independiente), una temible gavilla de maleantes que comenzó como un grupo que luchaba por el reparto de la tierra acaparada por los caciques (principalmente las familias Aco y Bonilla) y que acabó, armada y pagada por éstos, asesinando a sus antiguos compañeros.
La UCI, como ella misma recuerda cada vez que les conviene o alguien la incita, cometió más de cien asesinatos que incluyeron a niños, ancianos y mujeres (es testigo todo el pueblo de Huitzilan), aunque ahora se los achacan a los antorchistas amparados por la cobertura mediática y las influencias de sus protectores en turno.
Este grupo de asesinos sin entrañas y sin rastro de humanidad, que asesinaba en pleno día y prohibía levantar el cadáver de la víctima (que era devorado por los perros ante el dolor impotente de sus deudos), permaneció oculto en el más absoluto silencio por más de cinco años, a pesar de que los huitziltecos pidieron ayuda al gobierno de Puebla, al gobierno de la República y a la Secretaría de la Defensa Nacional (hay constancia escrita de todo esto).
Sólo el Movimiento Antorchista Nacional se atrevió a responder a su llamado de auxilio, un gesto de audaz solidaridad que le ha valido la vida de varios de sus mejores hombres en la Sierra Norte poblana (uno de ellos, Ignacio Gómez Cipriano, presidente municipal en funciones, fue asesinado por orden de Jerónimo Aco, quien estuvo varios años en la cárcel convicto de ese cobarde crimen), el odio mortal de la UCI y la permanente guerra de lodo de los medios que la protegen.
Gracias a su camaleonismo político, que le ha permitido disfrazarse de todos los colores ideológicos y de los distintos partidos, la UCI no sólo ha logrado evitar el justo castigo a sus horrendos crímenes, sino incluso ser defendida y presentada como víctima por ONGs “defensoras de derechos humanos” que desconocen todo de Huitzilan y de la gavilla de asesinos que protegen, y por partidos políticos que creen poder usar a esa gentuza para derrotar al antorchismo y comenzar su desmantelamiento en todo el Estado de Puebla.
Primero fueron los colaboradores del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria los que acusaron a Antorcha de “violaciones graves a los derechos humanos en Huitzilan de Sedán”; luego tomó por su cuenta el ataque un ex párroco de Huitzilan, el cura José…, que se ha puesto al frente de un grupo de incondicionales que se quejan sin ninguna prueba de que ha sido violada su libertad de cultos. A
Al frente y como cerebro local de estos quejosos, está Alonso Aco, un caballero cuyo solo apellido diría mucho a cualquier persona medianamente enterada de los asuntos de Huitzilan y, finalmente, se ha sumado abiertamente a la guerra de exterminio contra Antorcha el diario poblano La Jornada de Oriente, cuyo carácter faccioso y falta de escrúpulos profesionales ha sido reiteradamente denunciado por los antorchistas poblanos.
Desde que Antorcha gobierna en Huitzilan, no sólo disminuyeron hasta desaparecer los asesinatos y el terror; el municipio entero, antes modelo de atraso, de insalubridad, de ignorancia, de carencia total de servicios, de falta de abasto suficiente y barato que agravaba el hambre en la población, hoy es el primero de toda la región en todos esos factores del bienestar social, y ésta es un verdad tan evidente y conocida, incluso por los funcionarios del gobierno poblano, que se hace materialmente imposible exagerarlos para hacerse propaganda pero también negarlos o disminuirlos por mucha capacidad de mentira y mala fe que se pongan en ello.
Y el progreso de Huitzilan no sólo es material; es también cultural y espiritual, de modo tal que no hay en toda la Sierra Norte poblana otro municipio con un índice delincuencial tan bajo, ni donde se respeten más los derechos humanos y todos los derechos y libertades consagrados por la ley.
Así lo acepta el gobierno antorchista y así lo exige una población cada vez más educada y demandante.
Y sin embargo, la guerra mediática de que hablo sostiene exactamente lo contrario, de tal suerte que parece un diálogo de sordos o que hablamos de realidades distintas, sin ninguna relación entre sí. Nada de eso.
La explicación es más sencilla: la campañita de lodo no busca descubrir ninguna verdad ni defender a ningún inocente, sino simplemente defenestrar a Antorcha en Huitzilan aprovechando la elección que viene.
En este contexto, cobra especial significado el último ataque de La Jornada de Oriente firmado por el reportero Martín Hernández Alcántara. Ahí se recoge esta frase de Alonso Aco: “Por último les decimos (a los antorchistas, aclaro yo) con todo el respeto que se merecen: cuídense mucho, no vaya a ser que alguien (sic) de ustedes aparezca por ahí muerto o mal herido para inculpar a otros”. Parece increíble que un periódico de circulación legal, hecho por profesionales, dé cabida a una amenaza de muerte tan obvia y descarnada, claramente constitutiva de delito ya sin meter en cuenta su posible futura consumación. ¿Quién alienta o permite tan arrogante exhibición de prepotencia e impunidad? ¿Es MORENA aliada con un cura de la “teología de la liberación”, como sugiere la intervención del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria? ¿Es la UCI azuzada por algún partido político (sin excluir al PRI)? ¿Es la oligarquía poblana más conservadora apoyada por gente del gobierno del estado? Quienquiera que sea, se está moviendo en un terreno abiertamente ilegal y violando flagrantemente los derechos constitucionales del Movimiento Antorchista Nacional, que se defenderá con todo de tan brutal como injustificada discriminación política y social. Por este medio, demandamos al señor Gobernador de Puebla, Dr. Rafael Moreno Valle, la rápida y decisiva intervención de su gobierno para frenar la escalada antes de que alcance el punto de no retorno. Después todo saldrá sobrando.