8M: ¿QUÉ NOS FALTA?

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El 8 de marzo es una fecha en la que recordamos y reconocemos los esfuerzos de mujeres que nos antecedieron para que el día de hoy podamos acceder al voto, a la educación, a la participación política o, a cualquier otro ámbito de la vida pública, al menos al día de hoy, las leyes así lo establecen.

No obstante, persiste una cultura machista, con rezagos y violaciones, debemos recordar que aún hay mujeres que todavía carecen hoy, de lo más básico de educación, de oportunidades y libertad solo por el hecho de ser mujer.

México está dentro de los veinte países peores para ser mujer, por sus altos índices de violencia, inseguridad y desigualdad. Es difícil abordar todas las temáticas que están pendientes por atender para garantizar la vida, la seguridad e integridad de las mujeres, sin embargo, hay temas que merecen toda la atención.

Hablemos de la violencia en la que viven miles de mujeres, recordemos que más de la mitad de las mujeres a lo largo de su vida han padecido algún incidente de violencia, ya sea física, psicológica, sexual, patrimonial, entre otras.

En nuestro país, en el año de 2022 sumaron 3 mil 754 muertes de mujeres, de las cuales sólo 947 (es decir el 33.7%) se investigaron como feminicidios, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Con ello, se mantiene el promedio de 10 mujeres asesinadas al día, y ante este escenario, tenemos una falta de presupuesto para los albergues que atienden a mujeres víctimas de violencia o simplemente están rebasados, así lo afirma la Red Nacional de Refugios.         

Además, no hay una política clara que atienda la violencia contra las mujeres desde el ámbito de la prevención, con una visión integral, toda vez, que se deja de lado factores que son detonantes para la violencia como son: las adiciones, la salud mental de mujeres y hombres, solo por citar un ejemplo.

Otra de las principales preocupaciones de las mujeres, es la falta de acceso a servicios médicos profesionales, especialmente de las mujeres embarazadas quienes enfrentan una serie de obstáculos, desde el estigma social, hasta la falta de atención médica para que se les brinde lo necesario para un embarazo digno, afectando principalmente a las mujeres más vulnerables.

El mundo no ofrece atención de salud materna de calidad a las madres más pobres” (UNICEF, 2019).Por tanto, hay una deuda histórica con la maternidad y de ésta poco se habla.

Por lo anterior, es menester impulsar acciones que contribuyan a mejorar la economía de las mujeres, potencializar su desarrollo, habilidades y talentos de manera que puedan ser autosuficiente económicamente.

Además de la creación de políticas de conciliación con corresponsabilidad, que implica, por un lado, la mayor participación de los hombres en las tareas del hogar y del cuidado de los hijos e hijas; la corresponsabilidad del Estado con los sistemas de cuidados, de manera que el peso de la familia no recaiga únicamente en la mujer, sino que sea compartida; ya que es condición indispensable para el empoderamiento de la mujer, considerándola en toda su integridad.

Son tiempos de construir y caminar en el esquema de la complementariedad, no porque seamos seres incompletos, sino porque que en la dinámica familiar, social y político nos enriquecemos desde nuestras distintas visiones y aportaciones, eso es lo valioso de la complementariedad, y siempre tendrá un impacto positivo para la sociedad.

Múltiples son los temas pendientes por atender, mismos que deben ser visibilizados, atendidos y no desviarse por enfocar los esfuerzos en lo políticamente correcto, por el contrario, el tiempo apremia para garantizar el pleno y efectivo ejercicio de los derechos humanos de todas las mujeres.

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