Algo de las lecturas de Ramón

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Por Marco Antonio Flores Zavala

Ramón López Velarde tuvo como hinterland la ciudad de San Luis Potosí, entre 1908-1911. Se avecindo para estudiar jurisprudencia. Durante la estancia potosina situamos dos grupos generales de prácticas lectoras: la obligatoria escolar y profesional –sobre libros y expedientes-; otra es la voluntaria ejercida sobre manuscritos, periódicos y libros. En ambos conjuntos la literatura no fue el conglomerado mayor, aunque en su trayectoria es la más reconocida. Procedo proponer un panorama que contribuyen a tener un retrato de un lector, pero se realiza desde los márgenes. Obviamente ambos saberes y prácticas no se yuxtaponen, establecen maridaje, pero conducen a ciertos sentidos culturales marcados, primero por los textos y los objetos, segundo por las prácticas lectoras que se definen en relación necesaria con esas formas. De allí que tenga importancia de situar las lecturas marginadas.

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Hay evidencia, fue lector de prensa de provincia y opositora. Era parte de quienes se configuraban desde los márgenes y aceptados: Rubén Darío, Amado Nervo, Luis Rosado Vega…

La literatura, lo literario, lo poético y lo ficticio tenía espacio reducido en las páginas de un periódico. Hubo lecturas selectiva, jerarquizada, fragmentada, acumulada, lo traído desde Guadalajara vía correo, fuese de Aguascalientes o Guadalajara a San Luis Potosí, Jerez y Venado.

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Hay una lectura voluntaria que marca su “abolengo”: Entre marzo y abril de 1909 leyó La sucesión presidencial de 1910, de Francisco I. Madero. La posesión del libro y su lectura configuran una fase secular del joven poeta: el ciudadano opositor al régimen, se complementa con la intervención en las redes de relaciones que generan los periódicos, periodistas y escritores opositores e identificados como católicos –procedentes de la movilización gestada por pontífice León XIII-.

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Mientras leía el libro de Madero, cursaba Derecho romano, Internacional privado y civil patrio.

Ramón López Velarde realizó labores de gestión jurídica desde los años de estudios en San Luis Potosí. En la capital potosina recibió encargos de cobranzas de sus amigos de Aguascalientes. Ramón lo hizo en varias ocasiones; si hubo o no comisión por las labores, los trabajos no le generaron conflicto por hacerlo.

El jerezano López Velarde estudia para ejercer la profesión, tanto como lo hicieron su padre y sus condiscípulos.

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En noviembre (18) de 1909: El Regional publicó Mateos. Lo hace en la columna “Lo que se ve en la vida”. Es un texto crítico. Lo firma como Esteban Marcel.

No sobra advertir: Mateos era un escritor prolijo y popular en el teatro, la prensa y la narrativa.

El jerezano, entonces de 21 años, ironiza de Ajenjo, una pieza teatral de Juan A. Mateos.

Tras la lectura, Ramón arremete contra el eterno diputado y cronista parlamentario. Crítica la obra, pero más enfatiza su lucha contra un jacobino de la era terciaria.

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Ramón López Velarde desde la familia, las lecturas y las sociabilidades estudiantiles, es un opositor al régimen “del gobierno nefando del hombre bajo cuyo imperio muchos tuvimos la desgracia de nacer”. Refiere al general Porfirio Díaz.

Qué es El Regional: Cito de Celia del Palacio:

“Esta prensa se distingue de la anterior sobre todo por su demarcación de su parentesco con la corriente conservadora del siglo xix, por la intervención de nuevos actores y nuevas tácticas. El catolicismo social iba a transformar la relación entre prensa y política de diversas maneras:

“El Regional es el otro periódico que habría de revelarse como de carácter novedoso ese año. Como ya se dijo más arriba, en 1909 asumió la dirección del periódico Eduardo J. Correa. A partir de este nombramiento, los cambios que sufrió el periódico fueron radicales.

“El periódico se modernizó tanto desde el punto de vista de las técnicas utilizadas en su producción como en cuanto a los servicios ofrecidos al público. Se amplió el servicio telegráfico –una de las grandes novedades del periodismo de la época- y su precio se redujo a la mitad: un centavo en vez de dos por ejemplar. La voluntad de adquirir un público más y más grande es aquí explícita. En la práctica, a la llegada de Correa, el cambio de El Regional va más allá de todo lo que se había anunciado: los temas abordados se orientan cada vez más hacia la política. El elemento que nos da la medida de este cambio de orientación es la relación entre el periódico y el movimiento reyista.

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Sabemos que el joven estudiante jerezano se reunió para reivindicar la democracia, la no reelección, la salida del presidente Díaz. Incluso se congregó al maderismo prisionero. En los procesos contra Madero y Roque Estrada, él intervino en calidad de testigo. El 18 de julio de 1910.

Ramón López Velarde (de 22 años, soltero, estudiante, originario de Jerez) compareció ante el juez federal de San Luis Potosí. Se presenta en calidad de testigo, para la defensa del licenciado Roque Estrada, acusado de ultrajes al presidente de la República.

Julio Betancourt, el secretario del juzgado federal, asentó con tinta lo escuchado por Ramón sobre Roque: “Sabe que el señor Estrada tiene buenos antecedentes de moralidad y la conducta fue correcta en los tres días en que fue presentado en marzo [de 1910]. [Reitera]: la conducta fue intachable”.

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José Francisco Pedroza Montes apunta en Ramón López Velarde en San Luis Potosí dos claves para situar las formas de hacer sociedad del jerezano: sus prácticas profesionales las hizo con uno de sus profesores, el licenciado Salvador Mejía; participaba en reuniones con otros estudiantes en la casa del secretario particular del gobernador, don Marcelino Zamarrón.

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Cierro alrededor de 1911: Octubre 1 de 1911: El juez de lo civil José Undiano firma la constancia del practicante Ramón López Velarde, confirma que ha cumplido las prácticas que exige la Ley de Instrucción de San Luis Potosí.

Undiano, además de juez y profesor del Instituto Científico del estado, escribe en periódicos potosinos. López Velarde colaboró con Undiano en el año de la revolución maderista. Lo hizo mientras acude a clases y lee expedientes judiciales.

El jerezano conversó, sin duda, con Rafael Zavala, el secretario del juzgado. Los diálogos rondaron en proyecciones de sentencias y, quizá, las movilizaciones políticas.

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Octubre 7 de 1911. Conforme a la Ley de instrucción secundaria de San Luis Potosí, el estudiante Ramón López Velarde estuvo en el Tribunal Superior de Justicia para efectuar su práctica de jurisprudencia.

Durante seis meses consecutivos acudió a la secretaría del Tribunal.

Antes, en los meses de enero y febrero estuvo en el juzgado 2 de lo penal. Por cierto, su jefe era Manuel Aguirre Berlanga, quien luego será secretario de Gobernación, en la administración presidencial de Venustiano Carranza.

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Leyó expedientes, tanto como lo hizo el juez instructor de Crónica de una muerte anunciada. ‘Tras esta indagación inútil, el juez se da por vencido en una nota marginal que encierra el fracaso de toda lectura racional de los hechos: “La fatalidad nos hace invisibles”’

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