En el marco del XXXIV aniversario de la inscripción de Monte Albán en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, se celebra un simposio virtual en torno a esta urbe mesoamericana y sus interacciones regionales, cuya primera sesión abordó su urbanismo, escritura y arquitectura.
Organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su representación estatal en Oaxaca y de la Zona Arqueológica de Monte Albán, el encuentro académico inició con la participación de los investigadores del Centro INAH Oaxaca, Nelly Robles García y César Dante García Ríos, quienes presentaron la ponencia La iconografía del poder en Atzompa: frisos, tumbas y arquitectura”.
En su intervención, la también directora del Proyecto Arqueológico Conjunto Monumental de Atzompa, indicó que la interpretación iconográfica de los hallazgos registrados permite hacer reinterpretaciones más profundas sobre el significado de esta antigua urbe y su pertenencia al complejo mundo zapoteco.
En la transmisión por el canal INAH TV de YouTube, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, expuso que Atzompa es un desarrollo urbano generado en Monte Albán en el periodo Clásico (300-950 d.C.), como consecuencia de la expansión urbana de esta ciudad, configurada a partir del año 500 d.C., y la cual terminó con su abandono.
Recientemente, en Atzompa, dijo la arqueóloga, se ha encontrado una importante manifestación de la visión cosmogónica de los zapotecos del Clásico, la cual remite a la relación que existía entre la población común y las fuerzas o elementos sobrenaturales; las evidencias arqueológicas halladas en ese asentamiento, como vasijas de gran formato, vasijas efigie, figurillas o cajetes, han proporcionado argumentos para hablar de tal conexión.
Nelly Robles mencionó que, conjuntamente con el recién fallecido historiador Alfredo López Austin, definieron que Atzompa siguió la topografía del terreno para su emplazamiento, a diferencia de Monte Albán, donde se modificó el cerro completo para erigir el lugar de los dioses en un solo plano.
En esta interpretación vertical del emplazamiento de Atzompa, estaría el área de alto estatus social, el del mundo terrenal, donde habitaban las familias de alto rango, representada por la Casa de Oriente, donde el arqueólogo Jorge Acosta encontró manifestaciones interesantes de ornamentación, a través de una colección de almenas con el glifo del año.
Luego está el mundo que habitaban los gobernantes, quienes se manifestaban como seres asociados a los templos y al mundo terrenal, estrato representado con dos residencias: la Casa de los Altares y la Casa del Sur, moradas de alta jerarquía. En la primera, explorada parcialmente por Acosta en los años 30, el equipo encabezado por la arqueóloga investigó a profundidad esa edificación asociada a la Tumba 242, la cual reveló tres espacios funerarios, además de áreas de servicios y de producción económica, como una alfarería con su horno.
La Casa de los Altares fue uno de los hallazgos relevantes porque remite a un sistema de arquitectura funeraria nunca antes vista en Monte Albán, con tres cámaras que se ubican en sentido vertical, destacó la arqueóloga.
“La primera cámara, en términos de la cronología, es la que estuvo intacta, guardando todo un hallazgo significativo para el proyecto, concerniente al contexto funerario más importante que logramos encontrar, con dos personajes enterrados ahí y con una ofrenda que dio como resultado la identificación del Señor 8 Temblor y la urna de la Señora Agua, su acompañante”, detalló.
Al interior de la cámara dos, la cual cuenta con pintura mural, hay indicios de desacralización del lugar, de un ritual de cancelación del espacio mediante la destrucción del último aplanado y desprendimiento de las losas del piso, así como el depósito de ofrendas de objetos miniatura. Lo mismo sucedió en sus pasillos, donde se apreciaron ofrendas de diversos materiales matados (rotos intencionalmente): vasijas de gran formato, urnas, piedras grabadas, obsidiana, concha y herramientas de lítica, que evidencian un rito de cambio y respeto por el pasado, quizá, para legitimar un estatus.
En tanto, en el pasillo de la Casa del Sur había una ofrenda matada, compuesta por ollas de gran formato y fragmentos de imágenes o efigies cercenadas adrede, repartidas a lo largo de la fachada principal, los cuales están siendo identificados como elementos iconográficos de primer orden, que asocian esta parte de la residencia con el enorme poder que debió haber ejercido la familia o población que vivió en este espacio.
Asimismo, asociado a la arquitectura de la Casa del Sur se halló un enorme friso de estuco, el más grande, hasta el momento, de la arquitectura monumental en el Valle de Oaxaca, con 11 metros de extensión, en el interior de lo que fue el tablero escapulario, cuyo estado de conservación no era óptimo porque fue desacralizado en la época de su primer abandono.
A su vez, el arqueólogo César Dante García trabaja en la interpretación iconográfica de una serie de fragmentos de imágenes zapotecas, contenidas en el friso, las cuales aluden al mundo del poder y remiten no solamente al mundo zapoteco sino también al mixteco.
El Primer Simposio Virtual “Monte Albán y sus interacciones regionales” continúa por el canal INAH TV de YouTube, a partir de las 16:00 horas.