«Lo que vamos a hacer es atrapar a las personas que son criminales y tienen antecedentes criminales, miembros de pandillas, traficantes de drogas, que son muchas personas, probablemente 2 millones, quizá hasta 3 millones, y los vamos a sacar del país o quizá los vamos a encarcelar[1]«, esas fueron las primeras declaraciones públicas del presidente electo de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump, ante un medio de comunicación.
En esta declaración, se advierte toda la intención de lo que serán los próximos cuatro años: una política de “mano dura”, unilateral, represiva, discriminatoria, racista, injusta y violatoria de derechos humanos. Situación que no sólo se dará en el tema migratorio con la ya anunciada medida y con la construcción del muro a lo largo y ancho de la frontera con nuestro país, el ex candidato republicano a la Casa Blanca, también ha advertido su intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pues a su parecer no ha resultado benéfico para los estadounidenses, a pesar de que éste ha permitió elevar el comercio entre los países miembros de US$290.000 millones en 1993 hasta más de US$1,1 billones en el 2016, y de incrementar la inversión directa de los EUA en México de US$15.000 millones a más de US$100.000 millones, según datos del Consejo de Relaciones Exteriores del vecino país del norte.[2] Asimismo, avizoró una posible ruptura por parte de los EUA con el compromiso de defensa mutua de la OTAN, lo cual supondría un a un giro político de imprevisibles consecuencias para el mundo.
Ante este panorama no puede continuar la diplomacia entreguista, agachona, sumisa y siempre dócil que tanto el PRI de Peña Nieto, como los gobiernos del PAN, han implementado durante las últimas décadas respecto a los Estados Unidos de América, sólo comparable con uno de los periodos más negros de la historia nacional: la época de Santa Anna.
Se necesita rescatar lo mejor de nuestro pasado, como la Independencia, la República y la Revolución Mexicana; de un gobierno capaz de proteger nuestros recursos naturales; de imprimir vigor al mercado interno; de defender a los mexicanos de este y del otro lado del Río Bravo; de fomentar el multilateralismo y fortalecer las relaciones diplomáticas con las naciones hermanas de América latina al tiempo de buscar nuevos vínculos con Asia, Europa y África. En fin, se necesita un gobierno que le imprima vigor y dinamismo a los intereses nacionales, así como en su momento lo hizo Juárez y Lázaro Cárdenas. Y este proyecto alternativo de Nación, desde 2006 a la fecha, lo ha planteado el líder social y político más importante: Andrés Manuel López Obrador.
En el 2018, tenemos la oportunidad histórica de darle un nuevo rumbo a la República, no con un nacionalismo trasnochado -como lo llaman los derechistas tecnócratas que toman las equivocadas decisiones que nos han llevado al “despeñadero”, sino con empleo, justicia, democracia, desarrollo económico y, sobre todo, con dignidad. Por eso, ante Donald Trump, la mejor opción es Andrés Manuel.
P.D.
Muchas felicidades por su cumpleaños a Andrés Manuel López Obrador, amigo y líder admirable. ¡Enhorabuena!