Jacobo Cruz
Los efectos del cambio climático están afectando a la población de todo el planeta, pero son los pobres quienes más padecen las consecuencias de la explotación indiscriminada de la naturaleza.
El frío o calor extremo dañan siempre el estado de salud de la gente, mientras que el exceso de lluvia termina con sus precarias viviendas, a su vez, la sequía provoca el bajo rendimiento de las cosechas o la pérdida total de cultivos empobreciendo más a los mexicanos.
Las familias que dependen de la explotación agropecuaria, sobre todo los de pequeña escala que no cuentan con recursos económicos para acceder a la tecnificación de sus procesos, son vulnerables a cualquier variación de las condiciones climáticas; son quienes en los últimos años ya no pueden confiar en una buena temporada que les garantice obtener ganancias de su inversión y trabajo.
El clima de los estados del centro norte de México, -que de por sí era extremoso-, es donde se resiente más el problema de la sequía porque la temporada de lluvias es más insegura, pero con las primeras aguas de junio pasado se empezó la siembra con gran optimismo, sin embargo en los últimos años se pierde todo, es decir, no se recupera ni siquiera la semilla para la siembra del próximo ciclo.
En este 2024 cuando las cosas se veían mejor porque llovió a inicios del mes de junio dejando buena humedad y los labriegos movieron sus tractores para preparar la tierra, apresurados unos escogieron su semilla guardada, mientras que otros tuvieron que comprarla en el mercado y para completar acudieron a las instalaciones de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), dependiente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) donde se ofrecía semilla certificada de frijol.
Me consta cuánto batallaron para obtener semilla, pero las lluvias prometían abundancia, por lo que se sometieron a las reglas de operación del apoyo federal que contemplaba un precio de 28.60 pesos por kilogramo del grano, con hasta 30 kilogramos por hectárea y pudiendo ser apoyados por cinco hectáreas por persona.
Con gran esfuerzo los agricultores pudieron hacerse de grano que fue sembrado con oportunidad, este germinó bien, lamentablemente dejó de llover por más de un mes provocando el siniestro de una gran superficie, como lo han dado a conocer afectados que nuevamente piden al gobierno federal y del estado que se destinen recursos para atender la actual contingencia.
De acuerdo a los datos emitidos por los propios agricultores, tan sólo en la región norte del municipio de Fresnillo son cerca de 3 mil 600 hectáreas de frijol las que sufrieron afectaciones severas por la falta de lluvias entre agosto y septiembre.
Allí se perdió más del 80 por ciento de los cultivos de temporal pues las plantas no llegaron ni a la mitad de su tamaño luego de que ya no se registraron precipitaciones por más de 40 días, situación que es parecida en casi todo el estado.
El otro problema que tienen los campesinos es que la cosecha se está pagando a 15 o 16 pesos por kilogramo por parte de los llamados coyotes, muchos de los cuales acuden al sitio a comprar lo que ahorra los trabajos de carga y transporte de los dueños lo que los convence en vender.
Esto contradice a las acciones que se manifiestan en Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), que estableció el precio de garantía entre 21 y 22 pesos por kilo, pero hasta el momento no ha empezado el acopio.
Ante la alta inversión para para comprar semilla, fertilizante, diésel y el pago de jornales, con poca cosecha y el bajo precio de la leguminosa productores de temporal que acudieron a préstamos bancarios o con familiares nuevamente están endeudados, y para pagar deberán vender vehículos e implementos cayendo en un círculo de pérdidas constantes que no les encuentran salida.
Por lo relatado, el Gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo debería restituir el programa del Seguro Catastrófico que eliminó a su llegada en ex presidente Andrés Manuel López Obrador, que cuando estaba activo respondía con unos mil 200 pesos por hectárea, lo que permitía recobrar una parte de la inversión ante un campo que sufre el cambio del régimen de lluvias resultando en mayor riesgo la siembra de temporal, donde es apostar todo por nada, como ha sucedido en los últimos años.
La agricultura extensiva, que es actividad primaria en México ya no es redituable, lo que en los hechos choca con la propaganda de la 4T sobre la autosuficiencia alimentaria, pero en la realidad se está provocando mayor migración de los campesinos hacia los centros urbanos del interior del país y al extranjero.
Ahora más que antes, los fideicomisos son una necesidad y pueden operar debidamente con una reestructuración y adaptación a las necesidades locales, con una mejor vigilancia para evitar la corrupción, -que fue la causa por la que AMLO decidió eliminarlos mediante un decreto-, pero tanto la naturaleza como la realidad ya se han modificado y sería prudente que la Federación considere el ponerlos en marcha para cuando se necesiten, de lo contrario se pone en mayor riesgo la seguridad alimentaria del pueblo de México.