Por Gabriel Contreras Velázquez
Alfonso Ramírez Cuellar llega a presidir la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en un momento histórico por demás atípico. Zacatecano, procreador del movimiento barzonista junto con Manuel Ortega González y Juan José Quirino Salas, la Cuarta Transformación lo ha llevado a una posición estratégica.
El ala financiera mexicana no tardó en recriminar al coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, Mario Martín Delgado Carillo, el haber cedido un espacio vital a quien clasifican como enemigo histórico. Recuerdan el papel antagónico que jugó Ramírez Cuellar contra el rescate a la burbuja financiera que habían creado los banqueros mexicanos, mediante el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA) en 1990.
Lo mismo que las manifestaciones multitudinarias de campesinos, respaldados por el Barzón, contra la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte cuatro años después, cuando de la mano de Quirino y Ortega crean la Unión Nacional de Productores Agropecuarios, Comerciantes, Industriales y Prestadores de Servicios, El Barzón A.C.
Los medios trajeron a la memoria aquél episodio de diciembre de 2002, cuando el líder barzonista ingresa al recinto de la Cámara Baja para exigir recursos para el campo junto con sus agremiados, montados a caballo. En aquella ocasión los inconformes rompieron uno de los accesos laterales de San Lázaro e irrumpieron en el Pleno donde se desarrollaba una sesión legislativa. Al grito de “diputados rateros” (cuando en una legislatura anterior él había sido diputado federal), Ramírez Cuellar reclamaba presupuesto.
Caprichos de la historia: hoy, recién renovado un tratado de zona de libre comercio con tintes de proteccionismo (nombrado simplonamente Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá), el barzonista tiene en sus manos la gestión del primer presupuesto diseñado por un gobierno de izquierda, y que ya es bocetado entre el actual secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio González Anaya, y su sucesor, Carlos Manuel Urzúa Macías.
Ramírez Cuellar tiene en la mira los Ramos 23 y 33 del Presupuesto Federal, debido a la discrecionalidad del gasto que los caracteriza. Mediante una Comisión Nacional Hacendaria, irían a revisión las aportaciones y transferencias especiales a estados y municipios en materia de educación, salud, infraestructura básica, infraestructura educativa, asistencia social, seguridad pública y fortalecimiento financiero, entre otros. Ninguna de las anteriores con reglas de gasto definidas y medibles.
Con un atuendo que lo alejan de los recuerdos de la lucha barzonista (chamarra formal, camisa de color azul, lentes de marca) el zacatecano también dejó el discurso radical. Aseguró que el presupuesto de egresos cumpliría todos los compromisos de deuda “a pesar de la carga que representan”, y que buscaría la aprobación “por unanimidad” erradicando el “intercambio de complicidades”. En otras palabras: “se acabaron los moches”.
Las heridas del pasado, sin embargo, no han quedado del todo selladas. Alfonso Ramírez propuso la creación de una “subcomisión” que revisaría exclusivamente el tema FOBAPROA para saldar de manera definitiva ese instrumento opaco que alimentó sus luchas juveniles.
Otra más encargada de identificar gastos o programas duplicados, y una última para examinar todos y cada uno de los fideicomisos que se utilizaron desde el sexenio de Vicente Fox Quesada para ocultar bolsas de recursos no aprobadas por el Congreso. No así el fideicomiso “Por el Bien de los Demás” el cual ya suma los 85 millones de pesos, y al que los nuevos diputados federales de Morena aportaron otros 12 millones antes del 19 de septiembre.
Alfonso Ramírez Cuellar ha hecho valer su membrecía en la izquierda tradicional perredista. Miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Sol Azteca durante la presidencia de Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega, fundador del mismo partido junto con Pablo Gómez Álvarez, aglutinó capital político en la corriente interna de “Movimiento por la Democracia”.
Algunos morenos zacatecanos lo ubican también en el equipo de Claudia Sheinbaum Pardo, debido a la vieja relación de Cuellar Ramírez con Eugenio Imaz Gispert, ex esposo de la hoy gobernadora de la Ciudad de México.
No obstante, en la Cuarta Transformación el barzonista deberá atender las directrices del subsecretario de Egresos, Gerardo Esquivel Hernández. El economista de la UNAM, no muy convencido de mantener en una cartera tan importante a un “radical anti sistema financiero”, ha logrado, en un principio, enviar señales de confianza al mercado desmarcando la austeridad del pago de deuda.
No duraría íntegra la estrategia del equipo que estructure el presupuesto si, como ha trascendido en algunas columnas de diarios capitalinos, la Secretaría de Hacienda logra enquistar una bolsa con recursos por encima de los 9 mil millones de pesos etiquetados bajo el concepto de “Gestión Social”, repartidos entre los legisladores federales. Así, en Morena cercenarían los vicios de una vieja práctica, pero pondrían de moda otra que en Zacatecas conocimos y preferimos derogar.
#Coincidencias: La Secretaría General de Gobierno no le es ajena a Jehú Eduí Salas Dávila. El gobernador Alejandro Tello Cristerna decidió confiarle el despacho político por excelencia, entre otras consideraciones, a quien siempre cuidó los elementos técnicos y prospectivos de la labor política.
No sólo la lealtad antecede a un cambio que marcaba sus trazos hace meses. Ambos han abrevado del quehacer político en conjunto, y esa experiencia compartida les ha llevado a construir una identidad política paralela.
El mensaje del joven jurisconsulto en la Glosa del Segundo Informe de Gobierno atina en premisas como interlocución, desarrollo político equilibrado, agendas legislativas comunes, y juventud como compromiso para cumplir a la sociedad a la que debe su educación y formación pública.
En pocos días ha enviado señales de entendimiento y apertura. En lo inmediato un acuerdo extensivo con los partidos políticos, una vez concluida la elección del primero de julio, y poco a poco con la pluralidad de sectores sociales.
Más allá de las críticas con doble trasfondo, Jehú debe aprovechar la oportunidad para transitar hacia una Secretaría que asuma lo político como una tarea inherente, por encima de la burocratización. La política no como meta, sino como medio para alcanzar el consenso gubernamental. Está en buen tiempo.
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