Por Marco Antonio Flores Zavala

El pasado día 1 de diciembre se cumplieron 190 años de la apertura de la Biblioteca Pública del estado de Zacatecas.

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Tal institución cultural fue la segunda, de su tipo, en el país. Sólo le antecede la Biblioteca Pública de Oaxaca (1826). Ambas son anteriores a la Biblioteca Nacional (1874).

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La Biblioteca de Zacatecas fue una iniciativa del diputado local Pedro Ramírez (enero de 1830), quien gestionó ante el gobierno estatal la compra de varios libros del entonces senador Valentín Gómez Farías.

El ofrecimiento, el guiño para la compra, fue justo: adquirir para establecer una biblioteca pública.

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Quien autorizó la compra de los libros fue el Congreso del estado.

Con base en el acervo, los diputados Rafael de las Piedras y Gregorio de la Parra propusieron la creación de la biblioteca (agosto de 1830-enero de 1831).

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El proceso de establecer la institución cultural fue: ofrecer una librería o biblioteca particular; comprar los libros; idear la biblioteca y legalizar su existencia.

En este proceso el gobernador Francisco García Salinas sólo fue un intermediario, no el impulsor o el “genio” de tal trama.

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Los diputados aprobaron la compra de “la colección de libros, 230 obras” por la cantidad de mil 500 pesos.

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Luego de la compra, los libros de Gómez Farías fueron integrados a la biblioteca del Congreso local.

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Valentín Gómez Farías, “quien a causa de los trastornos políticos, ha sufrido atrasos de mucha consideración, porque no ha recibido parte de sus dietas (enero de 1830)” ofreció sus libros.

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Siendo 1830, no hay sorpresas sobre el contenido, 230 obras: hay textos de Benjamin Bentham, Fleury, De Prat, Feijoo, rituales de misa, reseñas de concilios.

Son libros en latín, francés y mayormente en castellano; en su mayoría son libros con pasta, en cuarto mayor, algunos en pergamino, en cuarto menor y hasta en octavo.

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Cito referencias:

Fleury, abad, Discursos sobre la historia eclesiástica. Palma: Imprenta de Miguel Domingo, 1813, dos tomos.

Otra edición en Valencia: Imprenta de Miguel Domingo, 1820.

Fleury, abad, Catecismo histórico o compendio de la historia sagrada y de la doctrina cristiana para instrucción de los niños, con preguntas y respuestas. Madrid: Imprenta de Leonardo Núñez, 1815.

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Prat, de, De las colonias y de la revolución actual de la América. Burdeos: Impresor Juan Pinard, 1817, 2 tomos.

Prat, de, De los tres meses últimos de la América meridional y del Brasil. Burdeos: Impresor Juan Pinard, 1817.

Prat, de, Historia de la revolución actual de España y sus consecuencias. Habana: Imprenta de Palmer e hijo, 1821.

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De los libros sobre “literatura” están: Poemas sobre la religión de Racine, Panegírico de Plinio, Poética de Aristóteles, Vida de Napoleón de Walter Scott, Curso de literatura de Laharpe, La Ilíada de Homero traducida por Alegre.

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El primer bibliotecario fue José Bernardo de Aranda (1831-1833), un egresado de las instituciones educativas de Guadalajara. Antes de encargarse de la biblioteca, estuvo como director de la Biblioteca del Congreso, posición que alcanzó como recompensa por los servicios que prestó en la campaña contra la invasión española en Tamaulipas.

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Bernardo era hermano de José Miguel de Aranda, también egresado de la Universidad de Guadalajara, quien fungía en 1830 como primer escribiente del Congreso. Miguel renunció ese año para ir a trabajar con el hacendado José Luis del Hoyo. Por cierto, Miguel de Aranda era el fiador de Victoriano Zamora, para los empleos que tuvo en la administración fiscal de Zacatecas.

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El local destinado a la Biblioteca pública fue el que ocupaban los juzgados de 1ª instancia en la Casa del Estado.

Sita en el costado izquierdo del actual edificio del Poder Judicial del estado; contiguo al callejón de Veyna.