Por: Manuel Narváez Narváez
Email: mnarvaez2008@hotmail.com
En el país de la transa grande, la crisis la padecen los fregados. La corte gubernamental en cualquiera de sus modalidades: ejecutivo, legislativo o judicial, ni por causalidad conocen de estas calamidades.
Como cada fin de año, porque no es algo que apenas se conozca ni porque los 11 meses anteriores a las fiestas decembrinas no se dé; la clase más privilegiada del continente americano, tal vez de los miembros integrantes de países más desarrollados del planeta, la mexicana se baña en oro y mirra. Literal.
A muchos les sorprende y les parece inmoral que los diputados federales se hayan auto regalado en promedio medio millón de pesos por concepto de aguinaldo y bonos navideños. La verdad de las cosas es que no es la primera vez, ni son los únicos que se surten a manos llenas del dinero público.
Los legisladores federales son la cajita de resonancia de repudio más vendible porque hacia ellos se desvía la atención de los otros grandes atracos legales al peculio nacional. En los 70s se auto regalaban centenarios, por eso digo que el tema no es nuevo.
Los otros grandes atracos institucionales suceden en la intimidad del gabinete presidencial y ampliado; en la meca de justicia (para ellos) de la SCJN (ministros de la corte) y la judicatura federal; en el INE y el TEPJF, la cámara de senadores y la CNDH (derechos humanos). Todos, absolutamente todos, promedian beneficios navideños por el orden de los 700 mil pesos en promedio. No es broma.
El problema no es problema, el problema es que nos gusta despotricar contra estos parias, como una catarsis para liberar todo lo acumulado durante el año, pero que a la hora de acudir a las urnas donde tenemos la oportunidad de cambiar las cosas, se nos olvida o se nos pasa el coraje y votamos por los mismos que representan en gran medida ese problema de fondo e inmoral.
Me resulta inconcebible que en los últimos años el dispendio de los recursos públicos se haya acentuado sin que partido alguno, digo partido político porque son los instrumentos que incuban a los futuros representantes populares que podrían detener este monumental atraco institucional y; nadie, ni siquiera en un gesto de vergüenza política, acepte la descomunal burla al pueblo de México y convoque a la reconciliación con la austeridad republicana y a recuperar el ejemplo de Ignacio Manuel Altamirano.
Precisamente por la memoria tan corta y valemadrista de los mexicanos, es que la partidocracia y la corte gubernamental le meten la mano al tesoro nacional hasta hastiarse de billetes, sin que haya consecuencias. Si fuéramos un poquito más atentos y nos preocupáramos, ya no por nosotros, sino del presente y futuro mediato que le vamos a heredar a nuestra sangre, frenaríamos de tajo el apareamiento incestuoso de la clase política mexicana que un día sí y el otro también, se burlan de nosotros.
El año pasado fue muy difícil para nuestra economía, en gran medida por la incapacidad e ineptitud del titular del poder ejecutivo para implementar políticas públicas audaces que nos lleven a ser más competitivos internacionalmente y para imponer un régimen de austeridad que implique terminar con los privilegios y prebendas de las cúpulas gubernamentales. Bueno, pues si este 2016 resultó todavía más complicado, el que viene pinta horrendo. La situación será peor para la clase trabajadora y la clase media, pero no para los gobernantes, legisladores y el poder judicial.
Si hoy estamos enfadados por los descarados montos que se pagaron diputados federales en el orden del medio millón de pesos, ya me imagino cómo estaremos en el 2018 cuando culminen sus responsabilidades. Para la mayoría es un secreto el que guardan los coordinadores parlamentarios sobre los montos multimillonarios denominados “subvenciones” que se entregan a cada grupo parlamentario, valga la rebuznancia, donde se concentran y reparten sumas aún mayores que las dadas a conocer estos días.
Sin embargo, este derroche de recursos públicos no es exclusivo de los diputados federales. Los senadores hacen lo propio con mayores cantidades dada su jerarquía de semidioses, no se diga lo que los dioses de la justicia (SCJN) y los consejeros electorales se auto otorgan al terminar su servicio a la nación.
Si esta bonanza de la élite gubernamental en tiempos de crisis y austeridad para los fregados y los contribuyentes cautivos nos ofende, hagamos algo al respecto; lo que sea. Si somos de los que nos enojamos en el momento y luego se nos olvida para seguir igual, qué flaco favor le estamos haciendo a nuestro país. Lo mejor que podemos hacer es grabarnos los nombres de los senadores, diputados federales y locales actuales para no cometer el error de volverlos a votar en otra competencia electoral.
P.D. diputados locales son cantan mal las rancheras. Como muestra dos botones: la presienta del congreso de Chihuahua y el coordinador de la primera minoría se embuchan mensualmente el equivalente a 11 mil dólares, sin contar el extra de las mentadas subvenciones parlamentarias que al final de su gestión se repartirán a espaldas del ciudadano.