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Muy negro se vislumbra el panorama para los chihuahenses.
El pleito personal que el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, ha abierto en contra de la federación acentuará la difícil situación en materia de seguridad que asola al estado y prolongará la sequía de obra pública que prevalece.
Es justo mencionar que parcialmente le asiste la razón al mandatario estatal, porque el reclamo de los 780 millones de pesos que la secretaria de hacienda no transfirió a finales de año, independientemente de las razones que esgrime, perjudican aún más las ya de por si deterioradas finanzas, verbigracia del desfalco que su antecesor, César Duarte, perpetró para favorecer a su partido, el PRI.
Ciertamente no es la primera vez que el gobierno centralista le regatea a los chihuahuenses los recursos públicos. Pese a que el estado es la novena economía nacional y aporta significativamente al PIB del país, el trato que nos otorgan es de enemigos y de desprecio a una entidad cuya población lidiamos con la rudeza del desierto y con enormes desafíos de una orografía extremadamente complicada.
En los tiempos de Fox, el entonces gobernador Patricio Martínez García (PRI), exigía a la federación un trato justo en el reparto de los excedentes petroleros y reclamaba por los recortes presupuestales que la secretaría de hacienda panista nos aplicaba arguyendo baja en la recaudación fiscal.
Por aquellos ayeres, los legisladores blanquiazules guardaron silencio, como hoy lo hacen los tricolores para dejar solo a Corral en su reclamo. Patricio usó el dinero de la bonanza petrolera para construir estadios de béisbol, como Javier destina lo poco que hay para pagar sobre precios en medicamentos y mantener intactos los salarios de la burocracia VIP que suplió a la duartista. Al parecer en eso sí coinciden Corral y Duarte.
El gobernador Corral abre el frente mediático con el pretexto de combatir la corrupción. Son tiempos electorales y es fácil intuir que se trata de una argucia del senador con licencia para contrarrestar los altísimos índices de inseguridad que regresaron a Chihuahua. Él aplica a la perfección la estrategia del ataque como la mejor defensa, sin embargo, la legitimidad del reclamo se desvanece porque tuvieron que pasar 16 meses desde que tomó protesta como primer magistrado del estado para encarar abiertamente la corrupción.
Rescatemos del baúl de los recuerdos que Javier Corral ha sido diputado federal en dos ocasiones y senador de la república en otras dos. En 16 años de tribuno jamás abrazó con tal entusiasmo y determinación el combate a la corrupción, por el contrario, a excepción de la magistral postura frente a la Ley televisa, sus piezas de oratorias desplegadas configuraban una competencia de egos con el dirigente nacional de su partido y con la del mandatario federal en turno.
Sin demérito del reclamo, insisto, justo, considero oportuno compartir que algunas semanas antes de culminar el año y ya agotados los tiempos para negociar mayores partidas presupuestales, una legisladora de la bancada panista propalaba la versión de que el gobernador de Chihuahua desdeñó los tiempos de la cámara de diputados para obtener mayores recursos.
Habida cuenta de este desdén, para un legislador consumado y teniendo como jefe de gabinete a otro que ya fue diputado federal dos veces, senador y dirigente nacional del PAN, se asume que es pan comido estar en el momento exacto para robustecer la polla que le toca a cada entidad.
La susodicha, sin rubor alguno, desgranó la arrogancia que Javier Corral desparramaba cada vez que podía ante sus iguales de color. “No lo soportan porque les restrega en la cara que él implementa acciones inéditas en el arte de gobernar”. Y añadía: “Se molesta que no lo inviten a las reuniones de los gobernadores panistas, pero a nosotros ni nos toma en cuenta para amarrar mayores recursos para Chihuahua”.
Con este dato y cavilando de las experiencias ochenteras, cuando el PAN de Chihuahua capitalizó el descontento popular, me cuestiono: ¿en qué momento se perdió la mística y las enseñanzas de Manuel Gómez Morín, de Guillermo Prieto Luján, de Luis Álvarez, de Maquío, de Florentina Villalobos y de muchas más voces con ética y credibilidad que le dieron sustento ideológico y vergüenza al partido?.
Neta, no concibo cómo es posible que alguien con la trayectoria y la audacia de Javier Corral desperdicie tanto talento en un laberinto de insatisfacciones. Le parece poco lo que la vida y la generosidad de los chihuahuenses le han prodigado.
En lo personal creo que el reclamo del recurso denegado por la secretaría de hacienda obedece más a un intento de dar un golpe de timón a la precampaña de Ricardo Anaya y sustituirlo, que defender los intereses de los chihuahuenses. Si no es so, ¿cómo carajos es que sus pares de Veracruz, BCS y Querétaro disienten profundamente de sus dichos?.
No obstante de invertir tanto esfuerzo, tiempo y dinero en posicionar el reclamo, el gobernador de Chihuahua ya tiene programada acciones, muy de campaña por cierto, para evidenciar las represalias del gobierno peñista y la falta de cooperación en la captura del corruptazo de César Duarte.
Corral pretende llevar a foros internacionales la negativa de hacienda federal para entregar los 780 millones de pesos. También amenazó con una marcha de la dignidad, como la de Luis Álvarez en 1986; marcar en todos los documentos y recibos que expide el gobierno de Chihuahua, como la desobediencia civil de Pancho Barrio, con el reclamo referido. Por si fuera poco, convoca a una segunda revolución, pero esta sin armas y estar dispuesto a botear antes que arrodillarse ante el sistema corrupto y peña. Oséase, quiere pasarse otro año atendiendo pleitos, ¿y a qué horas va a gobernar?.
Como pintan las cosas, más vale que vaya juntando botes y convoque a toda la pléyade de tecnócratas y panistas de nómina para que le ayuden en los cruceros a juntar lana, pero que a los chihuahuenses no nos embarre en sus pleitos personales. Ahora, si realmente está dispuesto a sacrificarse por Chihuahua, que reduzca a un tercio los ingresos brutos de todos los que entraron con él al gobierno; abra totalmente, sin petición formal a transparencia, lo ejercido desde el inicio de su mandato hasta hoy y que rompa con el pacto federal. Ya entrados, quien quita y sí se arme hasta la carnita asada.
Sinceramente quisiera creer en el gobierno de Chihuahua, pero al igual que con el federal y el sistema de partidos, prefiero deleitarme con la rola de mudanzas de Lupita Dalessio.
P.D. En su mitin, Corral juntó 7 mil, aun y cuando colocaron sillas tipo estadio, para que se viera más amplio. Acudieron personas por mutuo propio, lo sé, aunque menos de la mitad. Con AMLO, confinado a un costado del edificio Héroes de la Revolución, asistieron unos 4 mil. Pero qué necedad de exponerse a las odiosas comparaciones.