La decisión está tomada: buscaré ser candidato a la Presidencia de la República por el Partido Acción Nacional. Conquistaré la candidatura no por ambición, sino por vocación de servir a México.
Asumo la búsqueda de este objetivo cívico y político con una gran responsabilidad, plenamente consciente del gran sentido del deber que entraña, jamás como una aventura personal.
La asumo también con plena libertad, sin padrinazgos ocultos ni mucho menos bajo el cobijo de poderosos: los únicos que tienen que estar de acuerdo son mi familia y mis amigos más cercanos, y lo están.
Con la fuerza que da volver a empezar
Atrás y adelante de esta decisión tan trascendental está el movimiento nacional Volver a Empezar (VAE), impulsado con el incontenible vigor de las convicciones panistas originarias.
Ciertamente, muchos sí conocen los principios pero los venden en el tianguis de las ambiciones; se traicionan a sí mismos por un mendrugo de poder. Esos no están en VAE.
Quienes sí estamos en VAE somos los convencidos de que solo desde una acción congruente con nuestros postulados los panistas recuperaremos la credibilidad de la sociedad.
Al anunciar esta decisión algunas personas han mostrado inquietud a causa del proceso que busca expulsarme de mi partido. Sin embargo, esa intentona en nada afecta mis posibilidades.
Estoy cierto de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación actuará con apego a nuestra Carta Magna, que protege manifiestamente la libertad de expresión. Pero en el remoto caso de que hubiera un fallo en mi contra aun así registraré mi precandidatura.
Se podría cancelar mi derecho de asociación, pero jamás mi prerrogativa constitucional de votar y ser votado. Nada hay que me impida participar cuando sea el momento, como miembro activo o como «externo» (un “externo”, por cierto, con treinta y cuatro años de militancia y ex dirigente municipal, estatal y nacional del PAN).
Soy un panista de por vida. No tengo otra opción que no sea Acción Nacional. Hoy muchos usan nuestras siglas como marbete, adorno o etiqueta; carentes de convicción. Me precio de ser lo contrario, panista de vocación, no de ambición. Tener o no mi nombre en un padrón y en una credencial no deroga mi historia política ni el brío de mis ideas.
Visión de causa
Debo señalar que esta determinación está inspirada en una visión de causa y no de proyecto, una visión de Estado, más no de gobierno.
Quiero a Acción Nacional y siempre seré panista, pero mi visión no se limita a un partido, se extiende a una república entera y a su lugar en el concierto de las naciones, a su momento histórico y a los desafíos que enfrenta.
Quiero ser Presidente para acompañar a los mexicanos en el afán común de la unidad nacional, del diálogo plural, del progreso con respeto a la diversidad y de la conciliación de los legítimos intereses.
Con la vista puesta en una patria ordenada y generosa, quiero ser Presidente para desplegar junto con los mexicanos el potencial de las capacidades contenidas de nuestra nación.
Quiero ser Presidente porque estoy dispuesto a darle al gobierno una orientación de servicio y hacer de la eficacia virtud; también para responder a la exigencia ciudadana de una conducción responsable, justa y segura del Estado.
Por todo ello, aunque aún no son tiempos —en lo político ni en lo normativo— para que haya precandidatos, si lo son para tomar la decisión. Y ese paso ya está dado. Vamos con Volver a Empezar, por el PAN y por México.