Por Gabriela García
Estamos pasando la mitad del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), Presidente de México, su periodo termina en el año 2024, sin embargo el mandatario está visiblemente agotado e irritable, tal parece que de todos los escándalos de corrupción donde se han visto involucrados sus secretarios y familiares, el que más le dolió fue el de su hijo José Ramón López Beltrán quien resultó ser dueño de dos propiedades millonarias en la ciudad de Houston, Texas, Estados Unidos, lo que otra vez demostró que la austeridad y honestidad sólo es un discurso hueco con el que se ganan elecciones por parte de la 4t.
Esto se dio luego de que el periodista Carlos Loret de Mola haya publicado los resultados de una investigación, por lo que López Obrador arremetió contra el comunicador desde la tribuna máxima de México, desde la Presidencia de la República.
Fue el 15 de febrero pasado cuando en la conferencia mañanera AMLO se refirió al tema y se le salieron las “lágrimas de cocodrilo” y desde su palacio se victimizó luego de la guerra de críticas y comentarios en contra debido a que se supo de las propiedades de su hijo mayor cuando siempre afirmaba que no había que aspirar a la riqueza material, porque eso es malo, porque envilece a la gente. Desde luego que también generó polémica que él mismo vive nada menos que en Palacio Nacional donde se gastan más de 6 millones de pesos por mes y se reflexiona que eso de ser un hombre muy sencillo es también palabrería del tabasqueño.
Durante varios años, los mexicanos hemos aguantado la prédica del santo varón y asceta mexicano, pero sus enseñanzas se caen a cada momento, por lo que la parte más politizada de la sociedad mexicana ha criticado duramente estos escándalos siendo que el presidente miente, pero se aprovecha de la inteligencia colectiva, sabe que buena parte del sector que recibe las becas del bienestar lo defiende, que soportará todas las tonterías que haga o diga mientras ellos reciban su apoyo económico.
Empero, la situación se ha ido modificando, poco a poco y tras levantarse muy temprano a hablar tonterías en cadena nacional se le nota desesperado, tanto que mientras realizaba un recorrido por el salón y áreas de Palacio Nacional confirmó que al término de su periodo en la presidencia, cierra su ciclo y se retira de la vida pública.
Aunque esto da indicios de que ya se convenció de que fracasó su experimento, cabe decir que aún le quedan dos años para cerrar el ciclo, así que se seguirán sumando arbitrariedades dignas de un pendenciero aprovechado de la democracia, la tribuna y los micrófonos que le dan el poder federal.
Por si fuera poco, aclaró que si “la patria requiere que se mantenga en la vida pública, lo haría”, faltaba más, pero adelantó que después de 2024 “ya no ejercerá el noble oficio de la política, porque cuando yo termine me retiro, me jubilo y ya no vuelvo a participar en nada que tenga que ver con la vida pública, ni en conferencias, ni visitas a ningún estado, ni fuera del país, ni ningún cargo, nada”.
¿Qué hacer mientras AMLO cierra su ciclo? A la ciudadanía le toca inconformarse y desenmascararlo, debemos denunciar que la lucha contra la corrupción fue una bandera del morenista que quedó destrozada por sus colaboradores y familiares.
También debemos exigir un alto al divisionismo que provoca porque se desvía la atención de otros problemas que requieren solución urgente pero el gobierno pierde el tiempo y recursos de la nación en enfrentamientos innecesarios, como los que mantiene contra comunicadores, al mismo tiempo que da permiso para que cualquiera calumnie siguiendo su ejemplo.
Por lo tanto, el pueblo de México debe identificar los mecanismos de manipulación que aplica el titular del ejecutivo, porque el pleito contra los medios de comunicación y periodistas es muy delicado, es atentar contra la libertad de expresión que ha alcanzado los niveles conocidos.
Esto sucede porque el propio presidente se asume como juez infalible de la honradez, austeridad y moralidad de todo el país sin que nadie le haya otorgado ese derecho, con su actuar usurpa las funciones de las instituciones encargadas de impartir justicia, cuando como autoridad tiene como deber inalienable el procurar la armonía nacional y atender a todos los mexicanos quienes se enfrentan a la peor crisis económica, a los problemas de inseguridad, de desempleo y a la falta de obras sociales que se eliminaron con la 4t.