Chafea el congreso de Chihuahua

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logo direccionesPor: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

Twitter: @manuelnarvaez65

El congreso de Chihuahua atiende la consigna del ejecutivo estatal y da el primer paso para cerrarle el paso a las candidaturas “independientes”. El hecho a simple vista es reprochable porque deja en claro que la partidocracia, al menos la que detenta el poder en la actualidad, no está dispuesta a ceder más allá del gobierno del estado de Nuevo León, la primera entidad que será gobernada por una persona sin registro oficial vigente en ninguno de los partidos políticos de México.

La medida aprobada por la mayoría priísta y sus apéndices del PRD, PT, PVEM, PANAL y MC lleva el mensaje claro de impedir que los resentidos, en este caso la corriente que encabeza el ex gobernador de Chihuahua y actual Vocal Ejecutivo del Fovissste, Reyes Baeza, se aprovechen de la incipiente figura de candidato independiente en caso de no obtener para su tribu la candidatura al gobierno del estado el próximo año.

La propuesta en sí tiene cierto sentido porque es un hecho que ante el triunfo de Jaime Rodríguez “El Bronco” en Nuevo León, algunos militantes en activo de cualquier partido tratarán de investirse  en tal calidad y hacer pensar al electorado que han roto el cordón umbilical partidista cuando en realidad es un berrinche personal o de tribu que, a través del engaño, pretenden aparecer en la boleta electoral con una “candidatura ciudadana”.

El tiro está bien cantado y ya se venía venir, las tribus duartistas y las reyistas ya no cohabitan en Chihuahua. Los primeros se sienten ganadores, y no es para menos, arrasaron al PAN 8 a 1 en las diputaciones federales y al parecer lo hicieron sin la ayuda de los segundos; esto los hace pensar que pueden ganar lo que sea con, sin y a pesar de sus ahora hermanos separados. Por su lado, los reyistas creen que pueden nadar solos hasta puerto seguro sin el apoyo de los duartistas aunque eso implique salir de la estructura del PRI e irse por la “candidatura independiente”, lo que por lo pronto queda en puras intenciones en tanto el panismo local presenta la controversia constitucional y se resuelva ésta.

La reciente aprobación de la reforma electoral chihuahuense puede que no les guste a algunos, y digo algunos porque a todas luces es un pleito entre hermanos separados del PRI con la comparsa del PAN como matraqueros, ya que  al ciudadano común le importada una chingada las broncas entre los políticos; se las conocen de todas, todas y además, ni siquiera están enterados de este nuevo episodio de teatro burlesque. Sin embargo, también era evidente que la tribu reyista mandaba mensajes de tiempo atrás en el sentido de que haría uso de la figura del candidato independiente en caso de que uno de sus más conocidos miembros no resultase beneficiado con la candidatura oficial.

Lo controvertido del asunto es que lo aprobado por los flamantes diputados locales vulnera el principio de cualquier individuo de postularse a un cargo de elección popular sin la venía de ningún partido político, tal y como lo estípula la carta magna. Lo malo del asunto es que el gobierno de la república de la mano con sus gobernadores afines encontraron un pretexto, válido o no, para atajar las intentonas de quienes pretenden legítimamente y sin compromisos partidistas de acceder a los cargos de elección popular. Es como pagar justo por pecadores.

En lo personal considero que la reforma pudo ser objetiva, pues es necesario establecer claramente las reglas del juego y evitar que los vivales quieran victimizarse para camuflajearse de “candidatos independientes”, pero hacerlo como lo hicieron los diputados de Chihuahua al exigir mínimo tres años sin militancia partidista antes del día de la elección, me parece exagerado, y todavía peor, pedir el 2% de firmas de los chihuahuenses inscritos en el padrón electoral, distribuidos en 45 municipios, realmente resulta absurdo y fuera de toda lógica, sobre todo si tomamos en consideración que los padrones internos reales de muchos partidos políticos no llegan ni a los 5 mil militantes, o de plano no obtienen ni 20 mil votos en las urnas a nivel estatal. Aquí es donde radica el kit de la controversia, hay que esperar a que los desacreditados ministros del TEPJF se acuerden que son autónomos y no empleados del titular del poder ejecutivo federal.

El tema no es pecata minuta porque lo  que está en juego es mucho desde la óptica del partido en el gobierno y del contendiente más cercano, son los más de 300 mil millones de pesos que representan el presupuesto del quinquenio del próximo gobernador, pasando por las prerrogativas, prebendas y demás transas que obtiene la segunda fuerza electoral en el estado distanciándose simuladamente del ejecutivo estatal, hasta las jugosas canonjías que reciben como “migajas” los microbios partidistas que abundan en Chihuahua y el país entero.

Por estas razones no me sorprende para nada que la discusión se convierta en un pleito de tribus y pandillas, cuando el debate debería centrarse en permitir que el electorado tenga la posibilidad de votar a quien se le pegue la gana sin condiciones, ofrezca a la sociedad en general la oportunidad de contar con un gobernante que resetee la administración pública, abra el gasto y la inversión del gobierno a raja tabla y cercene el brazo corruptor que se asemeja a los ofensivos salarios de funcionarios y servidores públicos de los tres poderes en el estado.

Con esta reforma castrante no me siento aludido, por el contrario, a pesar de ella estoy alejado de los supuestos que impone; lo que sí, es que vale la pena combatirla para evitar que vulnere los derechos políticos de cualquier ciudadano y el mío propio.

P.D. El espectáculo que protagonizó la minibancada panista, alentada por la dirigencia y la burocracia partidista, el día de la aprobación de dicha reforma, si bien cobró relevancia mediática, difícilmente trasciende a la comunidad porque el desprestigio al que han arrastrado al partido, y como consecuencia  de esto las constantes derrotas, se debe esencialmente al abandono de los principios y la ética política, dado que sus cabezas más visibles, enquistadas en la presidencia del partido y en los cargos plurinominales de elección popular, han abusado del tráfico de influencias para beneficio personal, de tribu, familiar y de parentesco político, que ya no les alcanza para plantarse ante la opinión pública y pedir cobijo popular. Hoy el PAN es más generoso y entreguista con los verdugos del pueblo, que ordenados para brindar una vida digna a la persona y a la familia.

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