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Otra tragedia tuvo que suceder para que la inmundicia política tarareara el tema del “deterioro del tejido social”, demagogia socorrida frecuentemente por las autoridades para deslindarse de su responsabilidad.
El terrible asesinato de Christopher, un niño de apenas 6 años al que 5 menores de edad, entre ellos tres familiares, lo torturaron y asesinaron con tal saña que hacen parecer cosas de niños los crímenes cometidos por los terroristas del Estado Islámico. La verdad es indescriptible todo lo que le hicieron a este pequeño residente de unas de las colonias más marginadas de la capital de estado de Chihuahua.
En las circunstancias actuales y dadas las condiciones de inmediatez con las que circulan por internet y redes sociales imágenes y acontecimientos del daño que puede ocasionar una persona a otra, nos damos cuenta que la maldad del ser humano es infinita. No me extraña entonces que unos lepes (sinónimo coloquial de menor de edad utilizado en Chihuahua), como los que participaron en el secuestro, tortura y homicidio del pequeño Christopher hayan tenido la influencia y la capacidad para perpetrar tan horrendo crimen.
Al calor de los hechos, pero sobre todo por el alto impacto que tienen este tipo de asesinatos en la población, resultan predecibles las reacciones de la inmundicia política, que a coro y al unísono, más aquellos que gobiernan y tiene en sus manos las pesquisas, le achacan le muertito a la sociedad, a los padres y a la falta de valores.
Dejo en claro que no trato de eximir de responsabilidad a los padres de los menores asesinos, no; lo que me parece chocante es la actitud desenfada de la Fiscalía, de diputados, entre ellos el traficante más influyente de Chihuahua y dos veces coordinador parlamentario, y del mismo ombudsman chihuahuense que de manera oficiosa culpan al “deterioro del tejido social” de lo acontecido. Yo les preguntaría ¿qué carajos es lo que hacen además de cobrar un barbaridad del erario para grillar, si no es que legislar objetivamente y sin tabúes; otorgar seguridad a la población, generar condiciones de igualdad y desarrollo, y asistir al verdadero ofendido de los abusos?.
A mí no me parece que la sociedad, entiéndase ciudadanos comunes, que es a quienes se refiere la inmundicia política, sea la que genera o la que haya provocado este crimen y los que les anteceden, que son muchos y de toda índole, porque barbaridades como la de Christopher no es la primera ni la única. Por el contrario, sí son los tres órdenes de gobierno y los tres poderes de la Unión los responsables de la violencia, la inseguridad, de la marginación social y del descrédito de las instituciones, el caldo de cultivo para este tipo de tragedias.
Es muy fácil, o peladita como decimos en Chihuahua, que quienes tienen en sus manos la responsabilidad constitucional de brindar las condiciones de bienestar social, se la pasen pintando un país maravilloso que solo existe en su torcida imaginación, u ofertan soluciones mágicas si están en busca del hueso.
No señoras y señores, ya basta de argucias y salidas pendejas. Ya resulta absurdo e inverosímil que a estas alturas de la “democracia mexicana” todavía sigan zafándose con argumentos laxos como: “hay que revisar las causas sociales que generan este tipo de tragedias”; no mamen, ya existe información para legislar sin fundamentalismos ideológicos en materia penal, que incluya procesar a cualquier persona, independientemente de su edad, de crímenes de alto impacto. La elaboración de iniciativas no es exclusividad de legisladores, juristas, psicólogos o defensores mezquinos de los niños, sino inclusión imperativa, aquí sí, de la sociedad toda, la común, organizada o no.
Yo no entiendo cómo es que existiendo tanto programa social de los tres órdenes de gobierno, contra la pobreza, contra el hambre, contra la explotación infantil, entrega de becas escolares, impartición de cursos de valores, de la cultura de la legalidad, de pavimentación, de alumbrado público, de dotación de servicios básicos, de entrega de materiales de construcción, de más y mejores empleos, de despensas, de cultura, de deportes, de policía en tu barrio, de prohibición de narcocorridos, de policía cibernética, de casas de cuidado diario, de escuelas dignas, de contenidos familiares o con perspectiva de género en la televisión, y de muchos, muchos más que suponen condiciones adecuadas para el bienestar social, porque simple y llanamente no cubren al cien por ciento a toda de la población de una ciudad como Chihuahua.
¿O los recursos no están llegando por tanta transa, o será que dichos programas son tan reales como un billete de tres pesos?. Entiendo que no puede haber un policía para cada ciudadano y que los padres somos responsables de los actos de nuestros hijos menores, pero, y sin el menor afán de deslindar de responsabilidad a los padres de los lepes asesinos, ¿ya sabrán las autoridades de las condiciones de vida de éstos?, porque si la causa es la marginación, la pobreza, la ignorancia, la mala influencia de los medios masivos de comunicación o los contenidos de los programas de televisión, me parece que los asesinos no son los únicos criminales responsables, lo son en la misma medida, insisto, los tres órdenes de gobierno y los tres poderes de la Unión; vaya, la inmundicia política de este país que es incapaz de generar bienestar social.
Por mí, que los autores materiales del terrible homicidio de Christopher paguen por lo que hicieron; sin embargo, también me queda claro que la inmundicia política debe entender que la mentalidad de los niños de ahora no es similar a los de otras épocas. Hoy día la influencia del internet y las redes sociales han modificado el modo de pensar de los menores, que en la medida de la vigilancia y buenas enseñanzas de los padres, tutores o personas mayores que estén al pendiente, serán buenos ciudadanos; a la falta de familia, el Estado Mexicano es el responsable.
No dudo que al pasar los días la versión oficial gane tiempo para meter a una burbuja la tragedia y los mercaderes de la sangre imploren justicia, a excepción de los deudos del infortunado pequeñito que están en su derecho de hacerlo. Por lo demás, yo soy partidario de modificar el Código Penal para disminuir la edad de imputabilidad, al fin y al cabo que siempre serán los menos los que tomen el camino equivocado, por lo que la sociedad en general no debe preocuparse de los derechos de los niños. Más vale dejar claro en papel las consecuencias que conllevan las conductas ilícitas, que pretender corregir las cosas con aves marías y padres nuestros. Esto sólo es para reconfortar espiritualmente, no para prevenir tragedias ni para revivir muertos.
P.D. El beneficio de la retroactividad debe desaparecer, eso es primitivo y anacrónico; es el santuario de la impunidad.