Charlas Inútiles

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mariopadillaEl mundo mejor o ¿Materiales para resistir la realidad? Si no fuera por estos ratos y los días de quincena… pero aquellos fuera de nóminas quincenales encontrarán otra forma de encontrar ese mundo mejor ¿Ese material para resistir la realidad?

 

O cambiar de realidad –esa suena mejor- pero cada realidad tendrá sus puntos que enfrentar y, entonces, se deberán buscar nuevos materiales para resistir esa realidad, quizá por eso venden tanto los “productos milagro”, para cambiar la realidad.

 

A lo mejor por eso nos entusiasman algunos mensajes electorales, o los políticos, sentimos que cambió la realidad, pero el cambio de nomenclaturas no cambia ni madre, eso está científicamente comprobado, como eso de que cada diez que leen charlas inútiles, cinco son la mitad.

 

O creerse desde tribuna que una idea cambió una realidad ya, por el hecho no tan aislado de decirlo…

 

Llueve en vetusta burócrata, todo el día pasó de largo, en Guadalupe sí cayó, con fuerza, dicen, el tunde teclas no estaba en esa zona, pero contaron. Se siente frío, ese frío que ya casi no se siente en la zona.

 

Esos días de frío de llegar a la hoy desmadrada alameda de Zacatecas entre neblina, una sirena –Panco Esparza platicó que estaba en el Arroyo de la Plata- sonaba y era clara: eran las siete horas menos quince minutos. Así duraba meses, muchos, casi creo que el cambio climático es una realidad, por aquello que circuló años ha de que era una invención.

 

Era el mismo Zacatecas con otra dinámica social, menos gente –cuándo éramos felices, diría el compadre Héctor-, era el Zacatecas de la juventud de los casi cincuentones de hoy, quesque los nuevos treinta -o algo así-, vaya uno a saber, otro dice que no es cierto.

 

Una realidad, si cada realidad parte o nace de una percepción, he ahí entonces que podemos encontrar porque chocamos socialmente, por aquello de cada cabeza es un mundo, y mire que aún hay mundos deshabitados, debe, empero, existir un sólo lenguajes, aquello que no se sustrae a un orden natural.

 

Por eso luego no se entienden, los discursos o se entienden a medias, sin ir al fondo. Lo bueno es que nadie pregunta lo contrario. Ni por duda. Todo lleva fondo, puede llevarlo pero irá de acuerdo a la percepción de cada uno.

 

Lo que para un par de tipos es un cenicero con colillas, para sus mujeres es vil basura; así no se puede entender cómo llevar a cabo protestas en las que una delas premisas es que aprezcan los 43 desaparecidos.

 

Pide lo  imposible, lo alto, para lograr algo, sólo que contrario a lo que puede uno suponer, que puede pensarse, muchos lo creen. Desde lo personal hasta el ámbito político.

 

Pedirlo imposible es una forma para decir: no queremos solucionar nada. Es la medida de presión. Solucionar nada, salvo, acaso, eso que es más factible, que ley y poder político. Pero de lado, de sombra, arriba y abajo, está lo económico.

 

Llueve e hizo frío, agrada este clima, como a muchos les agrada estar cagándose por tener un trabajo que odian y pensar que el lunes e sodios que el miércoles,  ombligo de semana, que el jueves viernes chiquito y por fin viernes, y volver a empezar. Eso purga muchas veces, en las redes sociales.

 

Materiales para resistir la realidad, pero no la general, la de cada uno que, a querer y no tiene puntos de coincidencia pensados por el resto, que fueron pensados hace más de cinco décadas, al menos: Come, fuma, bebe, usa, ama, diviértete así, vístete así. Es cuando 1984 se vuelve real.

 

A ratos alguno de sale de la matriz y se da cuenta: Inadaptado, como, el cuento del pozo y todos enloquecían, menos al rey –que se dio cuenta de todo- y los locos lo tildaron de loco, hasta que bebió y perdió la cordura, reinó la felicidad: Por fin era normal.

 

Sino está dentro de la “normalidad” normalmente aceptada –fue intencional- es, claro: Diferente, anormal y, vamos, hasta en lo anormal para el resto, hay quienes no son normales.

 

Fluoxetina o excedrina, alcohol o aspirinas con coca cola, café en exceso, ferias, fiestas, ombligos de la semana, por fin es viernes, que ya sea navidad, que empiece el festival cultural. Jack Torrance sabía de qué hablaba, hasta que perdió la razón.

 

Al menos era novela.

 

Exceso y la falta de exceso se vuelve un exceso, compensar que mamalona es algo muy chingón, cuando es alguien dado a la pereza. Cultura de la música de banda…

 

Cuando hay oído sordo ni caso tiene hablar de injusticia sin mal servicio, todo se arregla a sonrisas, cifras alteradas y creerse, personalmente –como un dogma de fe- y hacerlo creer a los altos mandos que todo, todo, está de poca madre. Una forma de cambiar una realidad, que para el resto no coincida.

 

Y de no coincidir, se hace coincidir, al fin y al cabo que no pasa nada… y tienen razón, los muertos no hablan, los amedrentados no denuncian, se teme a malos y buenos por igual –esa es una realidad colectiva – el que levanta la voz, rebelde o va en contra, el que está en contra, sí lo que lo hace bien, y sí, se quiera o ni es más cómodo.

 

Y volverán los discursos, y no muchos aprovecharon las precampañas, la verdad ya sin razón de ser.

 

Medrosos del mundo uníos; redentores, sabed: Terminan crucificados.

 

Sea feliz, sino quiere, ni a quien le importe…

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