Hay entes sociales que son aves de malagüero, que donde han estado, sus candidatos pierden, en serio, escribidor, analízalo, son el efecto contrario del Rete Midas.
-¿Crees que les importe?
-¿A ellos o a los candidatos?
-A los candidatos-
-Pues quien sabe, vaya uno a saber, pero son de esos entes que hasta porque te vean con ellos te va mal. Es más, verlos es mal agüero…
-Exageras-
-Piénsalo ¿Cuántas veces no catalogan a alguien sólo por saludar a uno de esos? Porque existen en todos los ámbitos, es más, sólo por darle “lakik” a sus pinches publicaciones, parece que escupen maldición alrededor, me cae, son capaces de secar la hierba donde pisen, y no son Atila.
-Exageras- y suelta una retahíla de patronímicos, y da ejemplos.
Eso pasa por socializar cuando la costumbres es lo contrario. Tiene razón…
Naborito empezó una idea contra los discursos. Sí, en la actualidad y de unos años, muchos, a la fecha, son vacuos, eso sí, llenos de frases halagadoras al oído del ciudadano que asiste a los mítines o que medianamente le gusta informarse.
La ventaja de ese discurso es que no se reflexiona a fondo, se puede lanzar como cualquier cosa.
Frases como “escuchar las propuestas de la ciudadanía” –claro, es la que vota, el resto de la población, la que no tiene calidad de ciudadano vale tres granos de sal, así que menores cerca de edad de votar, los jóvenes, olvídense, no existen-.
“Atender la problemática existente”, si son del partido gobernante, en el lugar que sea, quiere decir que el actual no lo hizo bien, por más saliva que le pongan al raspón que le den.
Si es del lado de la oposición, se entiende: “Claro, estos no hicieron nada”. Fácil, solución al problema, pues hacerlo mejor que el otro.
Verdades de perogrullo, soluciones iguales. La sabiduría popular conformista considera que da lo mismo quién sea el que gane -¿Será?, casi suena a preguntas Estúpidas par alejar indeseables, ah es una sección en este intento de perpetridad que a veces el escribidor se acuerda de poner-.
Una casi común a todos es la de atender a todos, “dentro y fuera del partido”, esa de nacionalismo puro, cuando se entiende que gobernar o legislar es para todos, sin distinción –esa en sí misma es otra frase-.
“Unidad”, de moda, muy de moda entre los que no gustan de hacer asambleas electivas. “Altura de miras”, mamona. “Desde esta trinchera”, arcaica, literaria quizá -¿Me equivoco Naborito?-, hablar en tercer persona, como borg –aho, no me estén jodiendo, vena Star Trek, o, por decirlo así, un ente que es parte de un colectivo, en el que todos oyen y piensan la misma idea-, raya en lo sin sentido. Y dictatorial.
Aglutinar, al escribidor siempre le remite a un glúteo. Suma de esfuerzos –ah chingá, pos cuántos somos-. Por ti, para ti, etcétera, en los hechos, ni madre, no es cierto.
¿Qué discurso elegir? Claro, el que vaya con su ideología, asumamos que la ideología todavía existe, pero, por la vía simple, por aquél que en el discurso refiera cosas más apegadas a la realidad, no simples lamentos de lo que está mal.
Es tiempo de pedir los CÓMO, no los QUÉ, como que esos ya los sabemos…
Sena felices, si quieren, sino me vale… tres granos de sal…