Su mirada, los ojos negros, fijos en un punto imaginario. No respondió el saludo, quizá no escuchó, pero luego el escribidor lo confirma: La mujer no escucha. Está sentada en una banqueta de cemento, se protege, y protege, de los rayos del sol a su bebé.
Son wixárikas, no cabe duda, no es una gran deducción, el atuendo lo dice todo. Cuando el escribidor trata de averiguar la edad del bebé, descubre que no es bueno para el lenguaje de señas –excepción hecha de las obscenas-, pero el tamaño, el sueño profundo en que está, llevan a pensar que el niño debe tener un poco más de un año de edad.
Tampoco queda duda su situación de pobreza.
Pero ella sonríe al interés por el niño, y presume, lo señala con el índice de su mano izquierda, luego se apunta a sí misma. Y sonríe, esa sonrisa le da un tono infantil, lleno de orgullo, presume, orgullosa, a su hijo.
Casi ríe cuando un sujeto, un tianguista, se acerca y le regala ropa nueva, del tipo deportivo, para el bebé. Ve al desconocido, ve al escribidor –que también le es un desconocido-, extiende las prendas con ambas manos, sus ojos, sus ojos, sí, dijo el escribidor que eran negros, se quedan dijo en la ropa, vuelve el rostro y ve al bebé, calcula. No importa, le quedará, se puede leer en la expresión.
El rostro muestra una sonrisa, pequeña al principio, luego de incredulidad, después amplia y dirige una mirada al escribidor, y éste le hace la pendeji-señal del dedito de triunfo que usan los políticos modernos –pulgar arriba, el resto cerrados-, también sonríe –aún no sabe por qué, pero tampoco le importa-.
A lo lejos, el ruido de una tambora, el escribidor y otros más vuelven el rostro, sí, alguien en campaña visita el mercado. No oye, pero se da cuenta que hay movimiento, toca al escribidor en el hombro izquierdo –a ver sabios de face, el dedo de qué mano utilizó, por lo de la atención focal que diré líneas más abajo, no, no corran, sigan con esto-, y con el dedo, sobre la rodilla, hace una “X”.
Sí, dice el escribidor, y acompaña el monosílabo con un movimiento afirmativo de cabeza -¿En qué momento se colocó a la criatura en el pecho para alimentarla?-, todos ven pasar al grupo. Ella sonríe, se pone en pie, a su lado izquierdo está un viejo, ciego, sentado, lo toca en el hombro, éste se levanta. Ve al escribidor, que hace una leve inclinación de cabeza. Sonríe. Se va.
Lo definido no debe entrar en la definición.
Las mentes sabias del internet, las que tiran o lanzan, según quiera verse, netas políticas así del tamaño del chantaje feisbukiano de ese del estilo “no le darás laik –onomatopeya pura- porque..” ¿Qué tiene?-, o en el sentido de que es malo porque proviene de un gobierno, o porque alguien está en contra de un sistema, que, cabe decirlo, se vale. O porque un sujeto o sujeta -que no su jeta- lo dice y punto, y remata con frase célebre digna de sr olvidada.
Hace unas dos décadas, más o menos, tener acceso al gran cúmulo de información que hoy día se tiene hasta por minuto era menos que insospechado, eso sí, muy deseado, pero nada más. Se llegaba al Télex y los eternos mensajes de la “Presidencia de la República”, y su repiqueteo y campanilleo de toda la tarde y todas las tardes.
Ahora hasta se permite eso de “reportear” la red –reportear no existe no Castellano-:
…aseguró que se puede “reportear” la red, porque se pude hacer una buena información con documentos y contactos, e incluso con lo que “twitean” los políticos o sus hijos.
Eso lo dijo en una entrevista a direccioneszac Primavera Téllez Girón el 13 de marzo del 2012:
Luego del informe Los Medios Digitales TV Digital y Redes Sociales, Primavera Téllez Girón García, maestra en comunicación y política, estableció que las redes son un instrumentos que es necesario organizar, además que son herramientas democráticas y el periodista, como transmisor de datos, puede orientar a mejorar la emisión informativa.
Durante entrevista, Téllez Girón García estableció que todos tienen derecho a contar con un sitio en internet en el que puedan publicar sus ideas sin cortapisas, porque además las redes son un instrumento necesario para organizar.
La idea era democratizar, la avalancha de información, entre real y falsa, aparecida ese año y los posteriores, llevaron la idea de una democratización de la red a una especie de lugar de oportunidad para llevar desde información fidedigna, a enviar información malintencionada, de la que causa estragos en las mentes débiles dadas a recibir información sin procesar.
Se ataca la atención frontal, así se impide un razonamiento más lejano, y se logra el propósito. Para eso, incluso, existen los “troll centers”. Se democratizó, sí, pero también entró la contra parte, la que vía democracia quiere ganar a toda costa…
Congruente entre lo que se dice y lo que se hace, eso, justamente políticos, hombre su mujeres, por aquello de la pinche equidad, es la congruencia, el anonimato del ser real de las redes social permite, sí, en más de casos de los deseados, a que se quisiera aplicar lo inversamente en la acción a lo escrito.
¿No lo entendieron? Es sencillo escribir netas, pero de esas netas que no dejan lugar a duda, porque nunca son revisadas, se aceptan como si nada –fe, mijos, fe vil-, le da un toque divertido a todo. Hacen falta patiños cuando en el escenario hay mucho payaso –sentido peyorativo para los que no lo entendieron-.
Es la era de las sumatorias, del ego, de esperar a donde se ve la voluntad, los fieles del señor tenebroso, están agazapados, deseosos no del látigo, sino del oro y la gloria.
Del otro lado, el pleito, la distancia, resultan evidentes, otros cercen otros se aferran otros han remado contracorriente. Y todavía algunos dicen que la fase de campaña del proceso electoral es aburrida.
Son como los reporteros que piensan que una sesión legislativa sólo son los asuntos generales…
O como los que piensan… ya, a la goma, sean felices, si quieren, sino no me vale madre.