En poco más de 30 años, pasamos de aquél »administrar la abundancia» a “se acabó la gallina de los huevos de oro”. De José López Portillo a Enrique Peña Nieto.
Algunos no lo recuerdan, otros, sencillamente, no vivieron esa época cuando los productos básicos eran acaparados –de ahí se originaría la PROFECO-, cuando comprar una gaseosa costaba 80 centavos y al mediodía un peso, y para la tarde un peso y veinte centavos.
A la luz de los hechos pareciera, sólo por un omento en la octarina vida del escribidor, que el tiempo se detuvo o tuvo un colapso. De hoy lujosos departamentos, casa banca y viajes.
De José López Portillo se escribió en algún momento, el 18 de febrero del 2004 en La Jornada (http://www.jornada.unam.mx/2004/02/18/008n1pol.php) :
El juicio de la historia lo alcanzó demasiado pronto. Los caprichos personales y familiares convertidos en actos de gobierno, la corrupción y el despilfarro, motivo de murmuraciones cuando aún despachaba en Los Pinos, le estallaron apenas traspuso la puerta. »Agarren a López… por pillo», provocaba Palillo la catártica carcajada desde su carpa a una sociedad que encaraba las mensuales alzas a la luz, el agua, el pan, la gasolina, el diesel… y el dólar a 57 pesos; »la corrupción somos todos», transformó la voz popular el lema gubernamental »la solución somos todos»…
Luego leemos:
El de López Portillo fue un sexenio marcado por la petrolización de la economía -se supone que el hidrocarburo nos iba a sacar de pobres-, la crisis de la deuda, la estatización bancaria, la reforma política y la reunión Norte-Sur de jefes de Estado, efectuada en Cancún. A esta última acudió Fidel Castro, quien fue recibido aparte por el entonces presidente, resistiendo las presiones en contrario que ejerció la administración estadunidense.
El escribidor recuerda que no pasó gran cosa…
“José López Portillo vivía las mieles del poder. Era la época del precio del petróleo por las nubes, la economía en auge… siempre grandilocuente, hablaba de »administrar la abundancia», resolver el problema de pobreza de su generación y las subsecuentes, mientras su esposa se desplazaba por la ciudad con 11 vehículos escolta y los hijos se casaban en fastuosas bodas donde los regalos eran automóviles, viajes, terrenos, cuadros, joyas…”
No parecen dos realidades muy distintas, empero, están separadas por el tiempo, bajo el mismo signo político. Aquél presidente propuso administrar un signo de abundancia, el actual acepta que se acabó.
Lejanos en el tiempo, cercanos en los hechos…
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Sean felices, si quieren, si no, me vale madre