La semana pasada cerró e inició con la expectativa de la visita del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, cosa extraña y novedosa en el país y su forma de hacer las cosas en política…
En el pasado ya lejano, era práctica común la “democracia perfecta”, si se permite ironizar, seis meses antes todos sabían quién iba a ser el siguiente presidente de los Estados Unidos Mexicanos, entonces se encendía una nueva luz y las del presidente comenzaba a menguar.
Los sectores, la corporación priista de antaño, empresarios, etcétera, se sumaba al recién destapado, entonces las campañas duraban, sí, más de cien días, sí, casi medio año. Y hubo una con un solo candidato. El besamanos, desde que se daba el anuncio, era impresionante.
Hoy sucedió al contrario.
El presidente electo tiene todos los reflectores y hasta una fuerza de negociación con tintes decisivos, a donde llega genera movimiento y reuniones con los gobernadores; si bien no es el primer –es el tercero- presidente del país surgido de una marca diferente al otrora hegemónico PRI.
Llega, plantea, ofrece, sabe incluso que no tiene el poder Constitucional –tal vez cuente los días para que llegue la toma de protesta- , pero que tiene el poder de hecho. En Zacatecas casi se le recibió como visita de estado.
Y además de presentar el Plan de Bienestar del Pueblo, una compilación de lo ofrecido en campaña que, reiteró, cumplirá, lanzó un mensaje reconciliador, como se le ha vuelto costumbre, dijo que no hay enemigos ni adversarios, y pidió respeto para los presidentes municipales y el gobernador del estado.
Porque, a querer y no, aún persisten los acelerados, y una parte de ellos fueron algunos hombres dedicados a la empresa y comercio de Zacatecas, presentes, a como diera lugar, en el evento en la plazuela de Miguel Auza, así como a una amplia parte de la clase política surgida con el gobierno de Ricardo Monreal.
De esa clase que bien puede coquetear con una propuesta partidista u otra en aras de sus particulares beneficios, particulares beneficios, que de acuerdo con López Obrador, se acabarán, como, reiteró como lo ha hecho hasta el hartazgo, la corrupción terminará contra quien sea.
Apartados pero presentes, aquellos que dentro del sistema priista cambiaron al PRD, cambiaron al monrealismo, cambiaron a una vaga idea de “ciudadano”, presidentes municipales, viejas figuras policías locales alguna vez cercanos al hombre fuerte del senado, y algunos de sus antiguos aliados, a la sombra de un café.
Torcedura de labios en palacio de gobierno ante la presencia de la que será delegada del próximo gobierno; snack “fifi” de alto precio ante un mensaje de austeridad; funcionarios rastreros de gobierno rondaban palacio, pero AMLO salió por la puerta trasera…
Revisen el guardarropa, habrá camisa de moda… Viejas formas, nuevos tiempos…
Sean felices, si quieren, si no me vale madre…