El primer asalto de este año para el tema de matrimonios igualitarios, terminó en una minuta de acuerdos para celebrar mesas de análisis, foros, y esa fumada llamada rimbombantemente «parlamento abierto».
Debe reconocerse que la legislatura tuvo oficio político para atender al grupo, especialmente de corte cristiano, que se decía asociación civil, cuando son parte de AR (asociaciones religiosas), sus cartulinas eran elocuentes con sus mensajes.
La comunidad LGBTTTIQ también fijó su postura, y criticó las posturas del gobernador, de su esposa y del obispo católico. Ahora bien, el tema no es nuevo.
Le tronó a la actual legislatura pero vienes de la anterior, la sexagesimal segunda, en esa había hasta un dictamen.
Deberá entenderse, en todo caso, que todas las expresiones y grupos podrán concurrir al análisis de la minuta, y no esperar el carácter sectario qie caracteriza a los integrantes de ARs.
La solución, mas allá de preferencias y de creencias, deberá partir de una nueva forma de convivencia, en esta debe entenderse que ni toda la gente está de acuerdo con un grupo de preferencias ni con otro de creencias.
Porque a fin de cuentas, ambos son mexicanos, ciudadanos y tienen derechos y obligaciones. Unos decimonónicamente gritan laicismo, y ese desapareció desde 1993… Mala memoria ¿Recuerdan que ningún pastor de ninguna iglesia tenía derecho al sufragio? Ahora lo tienen, y fue cosa de acostumbrarse.
Hace poco mas de medio siglo, la mujer no tenia derecho al voto.
El tiempo y las formas cambian, parece que nunca para mal, sólo son circunstancias nuevas, y si ninguna parte lo entiende, tendrán buen rato para revolcarse en amargura.
A fin de cuentas, el tiempo empareja las cosas, las generaciones cambian, y con ellas las ideas. Lo permitido ayer hoy es prohibido, y viceversa.
Dentro del debate armado por la improductiva Senadora Soledad Luévano, salió unbtema de propiedad inmobiliaria que teóricamente tendría el gobernador en España, y pronto el gobernador respondió hasta con solicitud de ser investigado.
Cuando hubo propiedad para una especie de algo cultural, fue en otro sexenio, y sí, también en España, y uno de los que ahora pregona transparencia con promoción a toda costa, era responsable de tapadera.
Lo dicho, los tiempos cambian, el que tenga oídos, que se los lave.
Sean felices, sólo por hoy.