La apariencia cuenta, eso lo sabe cualquier estudiante de comunicación, de mercadeo y hasta algunos perdidos metidos a comunicadores -con más ganas de lograr posiciones de poder, la mayoría son políticos fracasados- y si la primera impresión es la que cuenta…
Hace unos días, lamente el «unos», un viejo amigo me decía que le resultaba increíble creer que había más muertos por covid que por inseguridad.
Percepción. La inseguridad es las notoria y escandalosa, los decesos por covid se quedan en un número de tabla y en un drama anónimo, real, sensible, doloroso, familiar.
El otro es anónimo, real, tanto que por su nivel de presentarse causa mayor impacto.
El ascenso del delito de homicidio, doloso para el caso concreto, llevaba un ritmo alto, tanto que se esperaba, de acuerdo con datos de Expansión: «Para este año se perfila que Zacatecas vuelva a romper el récord de violencia: De enero a mayo acumula 623 homicidios, casi los mismos registrados en todo 2019 (634)».
Entre enero y junio se registraron 536, de acuerdo al reporte de incidencia delictiva.
Pero el covid ha cobrado la vida de 917 -agregue las dos del miércoles 28 de julio- personas en el 2021. Y ante la «tercera ola», aumentan, y eso va más allá de que se tenga una metodología u otra, o de que se tengan otros datos dado que son datos recogidos en el lugar de los hechos.
Son dos de los grandes problemas que, pese a su origen, no se pueden controlar, ni a nivel federal ni estatal, sea porque o no se atienden o se minimizan.
Baste ver cómo el día que se anunció el paso a semáforo amarillo a nivel estado, media hora después de la conferencia abrumadora de los lunes, a la siguiente estaban equipos de entrega y recepción en un evento, con casi un centenar de propios e integrantes de medios amontonados.
Con más presencia de la Guardia nacional, los eventos delincuenciales, homicidios dolosos, suceden casi a diario, y del seguimiento mejor no hablamos.
Entre lo que sale y lo que se va, delante y actualmente, están dos situaciones para atender. La gran pregunta es ¿Cómo? Y la respuesta deberá ser: Hechos, para ambos casos.
Muere más gente por covid que a manos de otros, al menos nueve de cada diez homicidios dolosos son de la delincuencia.
Pero la percepción es diferente, sí, por la manera en que se presentan.
El reto no era, y no es menor, pero ante todo se trata de cambiar una percepción, pero la realidad es poco más que terca… ¿y los atalayas? Mudos y esperanzados, hasta línea tiran…
La Cdhez opinó de asuntos privados, alejado un tanto de su ámbito de competencia, por el asunto aquél de la propuesta de acceder a bares y centros de diversión con certificado de vacunación. No es mala idea de los empresarios.
La ombudsperson quizá desconoce aquella vieja leyenda de esos lugares: NRDA (Nos reservamos el derecho de admisión), que sería muy bueno retomar…
En cambio, quién sabe si diga algo de la reforma a la ley del municipio que limita la participación en cargo y que autorizó la legislatura, cuando establece que lo directores deberán tener grado de licenciatura y en otros cargos, cédula. No es mala idea, pero esa sí, desde el ámbito de competencia de los derechos humanos un poco limitante. Apenas que los electos medio le habían entendido a la anterior…