En la redacción de las “demás linduras”, dijo Martín Balderas, que el escribidor acostumbra hacer en la tarde – noche de cualquier día. Sí capta, el escribidor, la ideas ambiguas que pone al estilo de superación personal, algunas le agradan, no al contrario. Ni modo, el escribidor es feliz.
Se enoja, musita groserías, cuando intenta estacionarse y no mide bien, no lo logra, no choca, maneja una camioneta de esas casi de lujo, de una empresa, pero es jactancioso como buen empleado fantoche: Quiere hacer pensar al resto que es suya.
Quería lucirse. No logra estacionarla y tiene mucho, suficiente espacio. No, pero se molesta. Tiene razón, con ese nivel de imbecilidad que posee, claro que es para enojarse. Así son no los segundones, sino casi cualquier frustrado cuando trae el vehículo d le empresa o de la dependencia, hasta parecen consejeros electorales que usan vehículos oficiales.
En la época del alter ego –¿Es correcto?- de políticos y figuras de pura imagen de lodo – con cualquier lluvia se cae- todos fueron maniatados, pero no. Son vigilados por sus acciones. Explotan su imagen en donde pueden, como pueden y con el tema que sea.
Como de costumbre, una cosa es el mensaje, la idea, planteada y otra la que pueda llegar a ejecutarse. Prometer –ofrecer- no empobrece, acaso si es un café ofrecido por Simitrio Quezada, nunca llega-. Es ahí, en ese muro de construcción institucional–débil en muchos puntos, si se quiere- que se estrellan ideologías y catálogos de buenas intenciones, es decir, la propuesta electoral.
Esa es la gran diferencia en ambas cosas. Ofrecer, cumplir; que si de izquierda –que vive como rica- y derecha –que vive de pura buena conciencia- que si el centro –dependerá de donde lo vea para que sea centro- y así un largo etcétera, todos, todos los ofertantes han chocado con el muro institucional.
Ese de leyes, normas, reglamentos y más por el estilo. Suena sencillo decir: Quítese la tenencia –tan de moda como bandera política y que pega por el hartazgo social ante tanto pago ¿Es cierto eso o es hartazgo no por el pago como por la mediocre respuesta en servicios seguridad, salud y más?
Antes, en los gobiernos que apoyan las voces disconformes y que hacen campaña sin idea propia y sí en base de atacar al otro, no eliminaron esa figura de recaudación. Ni Amalia García ni Ricardo Monreal porque fue siempre la bandera para demostrar que se podía cobrar y no quedar bajos en la distribución presupuestal. Palabras más, palabras menos.
Quitarla, es una buena idea, a nadie nos agrada pagar algo a pesar de que vivir en un estado, comprendido como tal, implica contribuir, es buena idea a nivel de una campaña, de una idea, contraria, claro, es válido, debe hacerse, tienen que existir las voces disconformes. Y si no son esas, saldrán otras.
La intención detrás de todo, equivocarse hasta para reclamar al gobierno estatal lo que le toca al federal en caso de despidos de empresas con inversión extranjera que autorizan ellos y padecen los estados, es grave, y le ocurrió a Morena.
¿Seguiremos en ese análisis pronto, sencillo de que es malo porque es malo y bueno porque es bueno? Y más aún ¿Por qué lo digo yo? Nos llevaría a pensar en las coplas de dos tipos de cuidado.
Sí, más cuando leemos a P. J. Proudhon, y lo que significa ser gobernado:
«Ser gobernado es ser vigilado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encasillado, adoctrinado, sermoneado, fiscalizado, estimado, apreciado, censurado, mandado por seres que no tienen ni título, ni ciencia, ni virtud. Ser gobernado significa, en cada operación, en cada transacción, ser anotado, registrado, censado, tarifado, timbrado, tallado, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, contenido, reformado, enmendado, corregido. Es, bajo pretexto de utilidad pública y en nombre del interés general, ser expuesto a contribución, ejercido, desollado, explotado, monopolizado, depredado, mistificado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido, multado, vilipendiado, vejado, acosado, maltratado, aporreado, desarmado, agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado y, para colmo, burlado, ridiculizado, ultrajado, deshonrado. ¡He aquí el gobierno, he aquí su moralidad, he aquí su justicia» (P. J. Proudhon, Idea general de la revolución en el siglo XIX).
Y a fechas casi recientes, de ambas partes, de la que se le cedió el poder para ejercer la anterior idea, como la otra, que se muere de ganas de estar en ese lugar y, mire qué cosas, nos busca a nosotros, porque a fin de cuentas la relación del poder esos otros en primer término sin más poder que el que dan los procesos electorales, es decir, para votar por aquellos que estarán en primer término y nos llevarán a la idea de P. J. Proudhon.
Si partimos de que todo, todo, sin duda, sin zafarse, partidos políticos y por ende cada político busca el poder, podemos dormir tranquilos al saber, al menos que es lo que buscan.
Ya si en ese ejercicio del poder se cometen excesos estaremos ante otra circunstancia por eso brinca a la mente del escribidor que quieran hacer un tribunal de cuentas ¿No se supone que para eso estaba la representación de nosotros en uno o varios, es decir, la representación popular? Utopía, porque es representación de partidos.
De ahí no es raro que hace unos días se topara el escribidor el texto de “diputado –por equis partido político- que representa…” Vaya manera de componer o de cambiar la idea central y esencial –claro si partidos de que estamos viendo al centro y la esencia-.
El muro con el que las buenas intenciones topan –y se deshacen- se llama realidad, realidad en lo administrativo cuando para realizar lo ofrecido descubren que no hay marco legal para hacerlo. Así de simple, reglas y otra cosas, incluida la cantidad de dinero suficiente…
Ya. Basta.
Se asoma, tímida la época navideña –el escribidor siente esa extraña alergia emocional– consumismo pleno y buenas vibras –así de te quiero mil no mames gooooeeeei- cenas abundantes, posadas, pisteadas y cualquier pretexto para echar el chal.
Mientras parece, sólo parece, que el lugar empieza a parecer tierra caliente, precisamente, por lo caliente.
Del domingo, cuando se reportaron cuatro personas muertas, ejecutados, luego tres el lunes –dos en zacatecas y una en fresnillo-. El miércoles matan a un hombre en la conurbación Zacatecas Guadalupe y se descubre un sitio donde enterraron tiempo ha, a dos personas.
Producto de la casualidad o de que. Con la época de Navidad –estilo gabacho- se ve el arribo de una nueva ola de violencia, o tal vez es una mera coincidencia de una serie de desafortunados sucesos, de esos que nunca tienen explicación y se pierden en el cúmulo de asuntos que el estado no quiere o no puede afrontar.
Terror entre los conductores de los carros de sitio; sí, van once este año y al menos trece desde el año pasado –el 2013, para los que como el escribidor anden algo despistados- alrededor de todo eso circulan muchas historias, creíbles o no, no importa, porque lo que va de por medio es la vida de alguien.
Es seguro que alguien llorará a ese muerto, que perderá el sustento de familia, que se trata de una vida; el botón de pánico no funciona cuando se te acercan tres o más y abren fuego, dice uno al escribidor, para que lo aprietas, de todas maneras te chingan, y eso si lo traen.
Nadie hace alharaca por una posible ruta 18. Nadie, todos callados, algunos de los de las rutas no tienen claro de qué se trata ni de dónde a dónde irá, pero otras fuentes del escribidor le aseguran que irá por la Francisco García Salinas, y que no es otra cosa que el fallido, frustrado, proyecto del metrobús.
Ya informaron de treinta millones de pesos para comprar unidades capacitar y todo eso. Nadie dice nada, tendremos que esperar a que se de la autorización. Huele a problemas que nos harán berrear un tiempo, darán notas y luego, se van a diluir en el olvido colectivo ante una cosa nueva.
Ya no molestar con que hace frío, ¿Va? Es otoño casi invierno que pinshes esperaban… mucho llorón
Sean felices si quieren, sino me vale madre, la verdad…