Cine y Venganza: Tres Postales

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Por Serguio B.

  1. Acatlán de Osorio, Puebla. Acusados falsamente de pertenecer a una banda de “roba chicos”, Ricardo y su tío Alberto, dos campesinos de la comunidad de Tianguistengo, son aprehendidos por una turba de pobladores que, al enterarse de la liberación de dichos individuos por falta de pruebas, acuden a la comandancia municipal para que la policía les entregue a los detenidos y hacer justicia por su cuenta. Lo logran. Minutos más tarde y tras irrumpir fácilmente las instalaciones, Ricardo y Alberto son maniatados, golpeados y arrastrados hasta la calle, donde en un perturbador ardid de sentencia son prendidos en fuego ante la mirada de la población y con cámaras celulares registrando la tragedia.

Grey Trace (Logan Marshall Green), protagonista de la fantástica Upgrade (Leigh Wannell, 2018), queda parapléjico tras un asalto en el que su pareja resulta asesinada. Grey recibe una segunda oportunidad de vida vía STEM, un micro trasplante cibernético que puede controlar y reconstruir el sistema nervioso a un grado de perfección superhumana. Ahora tiene las herramientas no sólo para rehacer su vida, sino para ayudar a la policía a encontrar los culpables del crimen. Grey, sin embargo, pierde rápidamente el enfoque. Desde su perspectiva uno o varios deben pagar por su triste circunstancia. Tal como aquellos que esparcieron un rumor entre una comunidad desinformada de Puebla, STEM manipula el descontento de Grey convirtiéndolo en una máquina asesina incapaz de discernir entre culpables e inocentes, y con un sentido de justicia simplemente sanguinario.

  1. North Bergen, New Jersey. Tras una persecución que incluye un policía herido y varios autos chocados, Emmanuel Hernandez, 26, se encuentra acorralado por dos uniformados en algún callejón de Nueva York. ¿Su respuesta? Abrirse paso a disparos. Logra escapar solo para más tarde ser arrestado en el sótano de su casa después de una redada que incluyó ataque con gas lacrimógeno.

Joe, encarnado por un impecable Joaquín Phoenix, es un hermético asesino a sueldo que pareciera no tener motivación más allá del dinero que se le paga. No al menos hasta que su trabajo pone en peligro a su madre y su camino se cruza con el de una niña víctima de una poderosa red de trata. Gracias al extraordinario montaje de Lynne Ramsay podemos deducir algunas cuestiones. Que ese papel de justiciero social, por ejemplo, tiene un antecedente que incluye un padre abusivo. También que Joe sufre alucinaciones cuyo origen está enraizado a su cruel desempeño en alguna de las tantas guerras promovidas por Estados Unidos. Joe funciona por inercia, sin aparentes emociones, como muerto en vida.

En el juicio donde se le acusa a Emmanuel Hernández de intento de homicidio, el testimonio médico cobra relevancia. Hernández, veterano de guerra, creyó que estaba en combate cuando la policía le apuntó. El parte psiquiátrico dictamina que tuvo un momento de desasociación de la realidad. Su mente “se fue paseo”, nunca estuvo ahí, como el título de la cinta de Ramsey (You Were Never Really Here) y como Joe cuando entra en ese estado de asesino a sangre fría. Dos instantáneas de las heridas y el trastorno de estrés postraumático provocado por la guerra de un país que sabe cómo iniciarlas pero no cómo atender a sus víctimas.

  1. Noura Hussein, 16 años, se casó contra su voluntad con Abdulrahman Mohamed Hammad de 32. Por trágico que se lea, son costumbrismos en países donde el papel de la mujer se ve supeditado a un escenario de pobreza y radicalismos religiosos. Sudán, por ejemplo.

El matrimonio de Nora incluía un “contrato” que estipulaba que una vez terminada la secundaria debía mudarse a casa de su esposo y consumar el matrimonio. Su negativa devino en que Abdulrahman pidiera la ayuda de sus dos hermanos para maniatarla y violarla, tal como lo dice la legislación Sudanesa. Lo logró.

A la mañana siguiente intentó repetirlo pero Nora tomó un cuchillo, forcejeó y lo hirió de muerte; mató, en legítima defensa, a su violador. El tribunal islámico que la juzgó, sin embargo, no lo considera así y la condena a muerte por homicidio basándose en alguna estúpida ley desfasada.

Cuando Jen despierta herida, ultrajada y dada por muerta en alguna cueva del gran cañón, tiene una visión, quimera acaso, de las acciones a seguir: cazar y matar a sus abusadores. Revenge (2018), cinta francesa de la debutante Coralie Fargeat, sirve como un alucinante vehículo fuga de satisfacción cuando vemos a esta joven mujer emprender una sangrienta venganza contra la persona en la que confiaba. Ver a su ex amante y amigos pagar el precio de sus actos en una odisea neón filmada en la mejor línea del french extremity es apenas un mínimo de lo que uno desea para Nora en una realidad cruel y urgente de atención.

Pocas veces el cine había confrontado con tanta personalidad la situación que vive el mundo hoy en día. O tal vez no. Películas del estilo siempre han existido; descontento social e injusticias también. Quizás entonces destaca el ejemplo porque nunca antes la realidad había rebasado la ficción de tan espeluznante forma.

 

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