COCAINE BEAR

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Por: Sergio Bustamante.

No han transcurrido ni cinco minutos desde que Cocaine Bear (traducida en México como “Oso Intoxicado”) inició y la cinta ya dejó en claro su villano: un oso negro que, en absurda sobredosis de cocaína, mata a toda persona que se atraviesa en su camino.

Sin embargo, el guión tergiversa dicha figura antagónica poniendo nuestra simpatía de su lado e introduciendo más villanos, estos sí humanos, cuyas acciones y motivos le otorgan a Cocaine Bear una identidad de lograda comedia negra.

La historia, basada trivialmente en hechos reales, va sobre un cargamento de cocaína que un traficante libera desde un avión a lo largo de una área boscosa de Georgia, Estados Unidos. El plan es recolectarlo él mismo, pero fallece al caer inconciente sin abrir su paracaídas, dejando así los paquetes a merced de la naturaleza o quien primero lo encuentre. Y no serán policías u otros criminales quienes lo hagan, sino una enorme osa negra que, al probar la droga, se altera a niveles tan cómicos como violentos.

Con todas las libertades dramáticas posibles, el guión de Jimmy Warden se centra en imaginar cómo hubiera sido si el oso, en lugar de morir intoxicado (lo que sucedió en realidad), se hubiera encontrado con personas durante ese trip de droga. Y mejor aún, qué pasaría si dichos personajes toman siempre las peores decisiones. Con esos dispositivos Elizabeth Banks, directora, echa a andar una película sin pretensiones más que la de divertir al público. Y lo logra.

No es únicamente el acierto de hacer de este oso una funesta máquina asesina (muy bien por no escatimar las dosis de gore), sino rodearlo de subtramas que han de confluir en su encuentro de diversas formas.

De estas sin duda es Sari (Keri Russell) la protagónica. Sari es una enfermera que cuando se da cuenta que su pequeña hija se fue de pinta (literal) al bosque junto con un amigo, va rápidamente en busca de ambos antes que anochezca. Al llegar ahí pide la ayuda de Liz (Margo Martindale) y Peter (Tyler Ferguson), la guardabosques y su asistente, quienes como manda el canon de la comedia, más que ayudar serán un estorbo.

Por otro lado se nos presenta a Eddie (Alden Ehrenreich) y Daveed (O’Shea Jackson Jr.), quienes trabajan para el capo Syd (Ray Liotta en su última actuación antes de fallecer) y son enviados al bosque a recolectar todas las maletas de droga que encuentren. Ellos también han de ser ayudados por un torpe adolescente que es parte de una banda de rateros. Y por último está Bob (Isiah Whitlock Jr.), un detective que acude a esas montañas buscando pistas sobre el destino de la droga.

La promesa de que todos ellos (más otros personajes que sirven como comic relief de entrada por salida) han de enfrentarse al oso intoxicado se cumple a cabalidad en situaciones que resultan terroríficas, cómicas y hasta sentimentales, en ciertos casos.

Si Elizabeth Banks ya había demostrado excelentes nociones para dirigir acción y comedia en Charlie’s Angels (2019) y Pitch Perfect 2 (2015), respectivamente, Cocaine Bear es un buen paso en su carrera al demostrar que también domina el lenguaje de la comedia negra, el cual no es nada fácil pues más allá de que el guión proponga situaciones hilarantes en el papel, hay que tener un gran timing y empleo de la cámara para provocar las risas nerviosas del público sin que haya un solo diálogo.

Escenas como la introducción con los campistas, la excelente secuencia de la ambulancia, o la del oso escondido en la obscuridad de un closet, presentan a Banks como una directora experimentada.

Y más interesante aún es que a pesar de que la película debe ser absurda por definición (no podemos exigirle profundidad a un oso en drogas), logra que cuestionemos cosas como la falsedad que a veces existe en la comunidad animalista o, como decía al inicio, nos pongamos de inmediato de parte del oso y no de los humanos.

El gran logro de esta propuesta es ese: entrar a la sala con la idea de un divertimento banal y salir sintiendo que vimos mucho más que eso. Así es como crece el culto alrededor de una cinta. Ya veremos si el tiempo le otorga dicha etiqueta a esta.

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