Marco Antonio Flores Zavala
La conflagración esperaba el disparo que prendiera la pólvora.
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El domingo 28 de junio de 1914, Gavrilo Princip disparó su FN (modelo 1910, número de serie 19074, calibre 9 mm corto).
Las balas acertaron: mataron a María Anunciada de Borbón-Dos Sicilias (princesa por nacimiento y archiduquesa por matrimonio) y a su esposo, el archiduque Francisco Fernando (heredero al trono del imperio Austrohúngaro).
El asesinato sucedió en la ciudad de Sarajevo, territorio Bosnia-Herzegovina.
El acto criminal fue uno de los detonantes para iniciar la gran conflagración europea. El continente entonces vivía en una tensa paz internacional, no así las agotadas monarquías donde fluían sufraguistas, nacionalistas jóvenes, el modernismo consecuencia de la Bella Epoca…
Hubo, desde el asesinato, enfrentamientos entre nacionalistas vs imperialistas.
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El imperio Austrohúngaro revivió sus alianzas económicas y armadas con el imperio alemán. Inglaterra se preparó para ser el árbitro de la paz y el eje de la guerra. Rusia requería para su economía y prestigio la guerra, en apoyo a Serbia -la manzana de la discordia, la fruta que se pretexta para el gran enfrentamiento-.
Otros reinos miran de inmediato a otros lados (Rumania, España, Italia), tienen sus propios conflictos internos.
Las invasiones comenzaron en Luxemburgo y Bélgica. Lo hicieron los alemanes (agosto de 1914)
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Un sonido en tiempo de la guerra: https://www.youtube.com/watch?v=5M4ttnhcdp0
André Devaere.
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Mientras allá ocurrían los escarceos diplomáticos para preparar la Gran Guerra (junio-julio de 1914), en México el gobierno del general Victoriano Huerta Márquez realizaba sus propios escarceos para mantenerse en la presidencia y, por su lado, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza Garza, realizaba maniobras político-militares para sostener su liderazgo entre las fuerzas rebeldes.
Imagen:
General Victoriano Huerta, INAH-SINAFO/Acervo Archivo Casasola