Para México y su población, el 2010 fue un año difícil ante una serie de contingencias climatológicas y tragedias provocadas por fallas humanas que dejaron miles de damnificados en muchos estados, sumándose a un escenario de inseguridad y criminalidad que atrapó a niños, jóvenes, mujeres y adultos así como a la precariedad en la que todavía viven millones de mexicanos.
Con asesinatos, robos, secuestros y la explosión en San Martín Texmelucan, Puebla, terminó el 2010 y con ello también la primera década del milenio. El balance de acontecimientos, avances tecnológicos y crecimiento económico es contradictorio: por un lado el sistema económico mundial se enfrentó a una crisis que tuvo graves repercusiones en México pues aunque de cierta forma se han contenido los niveles de inflación, las grandes empresas extranjeras hicieron recortes de empleos que afectaron a miles de familias al mismo tiempo que la población se enfrenta a productos y servicios básicos cada vez más encarecidos y en este contexto, son pocos los que prosperan; por otro lado la violencia se ha apoderado de ciudades enteras y la muerte alcanza a cientos de inocentes, a la vez que nos obsesionamos por las novedades informáticas que nos facilitan la vida y otras como el Facebook y el Twitter, a donde se han trasladado las acciones cotidianas de las personas y éstas quedan a la vista de todos los usuarios; descuidamos los valores familiares y comunales que antes nos distinguían y nos olvidamos del cuidado del planeta en medio de la producción de basura, uso excesivo de energía, tala de bosques y contaminación del agua y el aire.
La corrupción y el oportunismo político también se acentuaron en esta primera década en la que observamos que en la lucha por el poder todos los partidos traicionan los ideales y principios, ya muy lejanos, que regían su existencia al grado de que muchos de sus militantes ya no sólo representan a la clase de personas “que si no tranzan no avanzan” sino que se han evidenciado las ligas con el crimen organizado y el narcotráfico a la vez que los asesinatos y secuestros han alcanzado a candidatos, autoridades electas y figuras políticas.
No hay un mejor panorama para esta segunda década. Al menos en 2011 la violencia continuará y afectará a miles de mexicanos puesto que la lucha del crimen organizado por mantener sus plazas de distribución de drogas, extorsiones y secuestros no desaparecerá como por arte de magia y las autoridades policiacas y fuerzas castrenses, pese a los avances recientes, no lograrán contener la delincuencia así de pronto.
Aún así, las contiendas políticas en algunas entidades federativas y al interior de todos los partidos políticos dominarán la escena pública durante casi todo el año. El cronograma electoral marca comicios locales en Guerrero, Baja California Sur, Coahuila, Hidalgo, Estado de México, Nayarit y Michoacán mientras que el 2011 también significa el arranque de la carrera presidencial rumbo a 2012 y con ello las luchas intrapartidistas por acceder a las candidaturas a la primera magistratura, el Senado y la Cámara de Diputados Federales.
Se ha magnificado el proceso comicial del Estado de México, por el gran número de electores y porque su aún gobernador, Enrique Peña Nieto, se perfila como uno de los prospectos del tricolor a la candidatura a la Presidencia y se dice que el triunfo del PRI en la entidad será uno de los elementos que ayude a definir al abanderado priísta. A la vez, se ha dicho que la elección del Estado de México significaría un ensayo de posibles alianzas entre el PRD y el PAN evitar el triunfo tricolor previo a 2012.
Por su parte, en la autodenominada izquierda mexicana las acciones tenderán a sopesar las posibilidades de impulsar a Marcelo Ebrard, quien ya lanzó la Fundación Equidad y Progreso como un trampolín a su posible candidatura y a Andrés Manuel López Obrador, quien al frente de su movimiento nacional lleva prácticamente cuatro años haciendo campaña.
En el PAN, aún se barajan diversos nombres a la candidatura presidencial: los secretarios Alonso Lujambio, Ernesto Cordero, Javier Lozano y Heriberto Félix, el gobernador de Guanajuato, Manuel Oliva, la diputada Josefina Vázquez y Santiago Creel, y tal parece que esa indefinición lo ha colocado a los panistas en desventaja a Peña Nieto y Ebrard.
Así las cosas, este será otro año más en que las aspiraciones políticas se privilegiarán en este país pues significarán un derroche de recursos y discusiones mediáticas que distraerán la atención pública para relegar asuntos sustanciales para el desarrollo de México.