El hinduismo en la isla de Bali, Indonesia, abraza la creencia en la reencarnación, donde la muerte es vista como una etapa en un ciclo infinito de existencia. Según una ponencia de Alberto Adrián de León Leal, el hinduismo en Bali se basa en el saivismo, que venera a Shiva, pero también incorpora prácticas locales centradas en espíritus, ancestros y deidades naturales.
Se cree que la influencia del hinduismo llegó a Bali entre los siglos I y IX d.C. y ha dado lugar a la creencia en la reencarnación. En esta cosmovisión, las almas de los fallecidos renacen en otros cuerpos después de la incineración, una etapa que se acompaña con música wayang y se sigue de 12 días de luto con procesiones y ofrendas para guiar el alma hacia la siguiente vida.
El karma y el dharma, que representan las acciones y el nivel moral de una persona, determinan el destino del alma en los «reinos del más allá» en Bali, donde existen diferentes ubicaciones para almas virtuosas, ancestros, espíritus errantes y santos, dependiendo de su karma y dharma.
En la mitología balinesa, figuras como Rangda (diosa del mal) y Barong (símbolo del bien) luchan en una danza que simboliza el eterno equilibrio entre el bien y el mal. Batara Kala, Iama, Brahma y Vishnu también desempeñan roles importantes en la concepción de la muerte y la reencarnación.
El monte Agung, el volcán más alto de Indonesia, es considerado un lugar sagrado donde se cree que moran los dioses de Bali y donde las almas son juzgadas tras la muerte.