CRUELLA

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Por: Sergio Bustamante.

Si bien los remakes, reboots, etc., están irremediablemente vinculados a su antecesora, lo cierto es que ésta comparación casi siempre termina desfavoreciendo a la película actual ante lo que, se supone, fue un tiempo “mejor”.

Esto viene a colación por Cruella, el más reciente live action de Disney y cuya buena recepción en crítica y taquilla no ha impedido las comparaciones y, sobre todo, cuestionamientos a su trama.

Y es que Cruella tiene la ventaja de pisar un terreno fértil, es decir, no se trata rigurosamente de una nueva adaptación de los 101 Dálmatas, sino de contar el origen de su protagonista, Cruella de Vil. La historia, sin embargo, ha dividido opiniones.

Si a esto sumamos que las referencias directas de su estética son personajes como Harley Quinn, pues tenemos un producto ciertamente polémico que debe cargar con todavía más comparaciones.

Pero es precisamente en esa desviación narrativa donde están los mejores aciertos de Cruella porque la convierten en una película original, y eso funciona para narrar el nacimiento de su protagonista.

Ahora, es cierto también que cuando una historia, la que sea, trata de justificar a un villano, casi siempre termina debilitando su mitología. Pero no debemos olvidar que el nicho de esta cinta (y Disney en general) es el público infantil y adolescente, y tomando en cuenta que los orígenes de Cruella son ambiguos, ahí sí que es válido hacer una sobre explicación, por muy lúdica que resulte. Y ni tanto, en este caso.

El relato pues nos presenta a Estella (Emma Stone), una aprendiz de diseño de moda que trabaja para la Baronesa Von Hellaman (Emma Thompson), la despiadada magnate de la industria textil londinense y quien funge como la gran villana de ésta cinta.

En una casi reelaboración de la dinámica de The Devil Wears Prada (David Frankel, 2006), las dos Emmas (Thompson y Stone) se enfrascan en un divertido conflicto de voluntades y poder del cual, a diferencia de aquella cinta y sus arcos de crecimiento profesional, deberá salir una ganadora y, de paso, justificar la conversión de Estella en Cruella.

El guión de Dana Fox y Tony McNamara , ambos de gran y probada experiencia, jamás esconde sus cartas. Desde en un inicio se nos presenta a Estella como una niña inquieta y peculiar que, tras la trágica muerte de su madre, huye a Londres para crecer siendo una muy talentosa ladrona junto con Jasper y Horace, interpretados por Joel Fry y Paul Walter Hauser, respectivamente. Aplausos en especial a Walter Hauser, quien nuevamente nos demuestra el potente registro que se carga.

Gracias a las aptitudes criminales de este trío es que Estella consigue un trabajo en el almacén Liberty, lugar donde la Baronesa descubre su talento y la hace su protegida.

Por supuesto Von Hellman es una jefa abusiva y esconde otras intenciones, y es en ese descubrimiento donde Estella crea el alter ego de Cruella con el fin de sabotear a su jefa.

Aunque la cinta fuerza varias de las situaciones descritas arriba, la historia fluye bien gracias a la entrega de Emma Stone al personaje, quien hace creíbles y cautivantes cada uno de los plots con los que se va construyendo la excéntrica personalidad de Cruella.

Craig Gillespie, director, sabe la clase de estrellas que tiene y no hace más que exaltarlas con buenos pasajes musicales y toda esa estética steampunk británica de los setentas. Mención aparte a la otra estrella de esta producción: el vestuario de Jenny Beavan, quien para no variar hace una estupenda labor dotando a los personajes de los colores y sombras adecuadas para el momento.

Vale decir pues que Cruella es un filme que vive por y para sus visuales, sí, pero también es una bocanada de frescura en esta nueva fase de Disney y sus trasvases a imagen real. Donde aquellos fallaron al intentar recrear el lenguaje de animación, Cruella triunfa porque inventa la esencia de su villana y se desarrolla como un filme que podría incluso no pertenecer a este universo e igualmente estaría logrado. ¿Comparaciones con el Joker? Por favor, ésta mujer no busca empatías y en cambio tiene la mano firme para abrirse su propio camino.

Que si su deus ex machina está medio chafa y que nunca se atreve por completo a soltarle la rienda a la villanía de Cruella, no se niega. Pero para una cinta destinada al PG13 cuyo objetivo principal es la taquilla y no un concienzudo estudio de carácter, vaya que Disney se anota aquí un gran éxito.

Éxito que no trata de descubrir el hilo negro pero que sí deja entrever por dónde está el camino a mejores live action: arriesgarse en lugar de respetar tradiciones.

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