Cuando voté por primera vez

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Marco Antonio Flores Zavala

Recuerdo las primeras elecciones cuando voté. Fue en 1988. Lo hice en una casilla próxima a la casa familiar, en la zona urbana de Fresnillo. Lo más localizable del área es el jardín de La Madre.

  • Recuerdo que el día de la votación era miércoles 6 de julio. Escucho, todavía, que se hizo ese día como una estrategia distractora: en miércoles. A ese jornal electoral, las oposiciones lo convirtieron en una fecha inolvidable. Lo señalan como el punto de inflexión entre las viejas formas de votar y las necesarias para el porvenir. Todavía se estamos en ese ínter.

Recuerdo mi credencial de elector. Aquel plástico tenía datos básicos de identificación (números de entidad, municipio, localidad, distrito, sección, clave de elector; nombre, dirección; sexo –así, sexo-, edad y año de registro). Pese a su importancia, no era el medio obligatorio de presentación. Aquella tarjeta servía casi sólo exclusivamente para ir a la casilla electoral y votar. No contenía fotografía, así que cualquiera podía portar una o dos, incluso usar la de otra persona.

  • Recuerdo que la credencial no tenía validez en una solicitud de empleo. La cartilla del servicio militar era más importante para pedir empleo y para la contratación del matrimonio. En aquellos años era un ‘sacrilegio patriótico’ no tener la cartilla. El documento registral, de corte militar, cambió hace poco, cuando el secretario de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda, la anuló como requisito indispensable para solicitar el pasaporte. Supimos, por voz de él, que no hizo su servicio militar, aunque sí tuvo su pasaporte, casi diplomático.

Recuerdo la fotografía de mi cartilla militar, es de un joven rechoncho con corte de pelo casi rebelde, actitud entre desafiante y temerosa –como las de ingreso al penal-. Era el tiempo del rock en tu idioma y resonaba el “nenene qué vas hacer, cuando seas grande…”

  • Recuerdo que usé la misma credencial en la siguiente elección, fueron las municipales. Los comicios no estaban empatados con las estatales, ni con las federales intermedias. Se vivía un año sí, un año no, con campañas, elecciones y breves revueltas en las municipalidades.

Recuerdo cómo llenaron mi pulgar derecho con tinta indeleble en la misma casilla de mi primera votación. Eso de indeleble me acordó de la marca del rastro en las carnes generadas en sus mataderos. Carne sin tinta, era callejera; carne de matadero clandestino.

  • Recuerdo vagamente a las personas de la casilla para la elección municipal: eran las mismas de las federales. Ahora les designo como los intermediarios de siempre, los leales al gobierno y proclives a los candidatos. Eran vecinos honorables. Entonces muy pocas mujeres y jóvenes participaban; son tiempo de un régimen patriarcal, machista, misógino y heteronormativo.

Recuerdo, por leer y escuchar, a los principales candidatos presidenciales de 1988: Rosario Ibarra, Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas.

Recuerdo las primeras veces de escuchar sobre Rosario. Entonces era doña Rosario Ibarra viuda de Piedra. Su historia me parece triste e indeseable. En estos días observo cómo usan su leyenda en una de las instituciones que su lucha generó.

  • Recuerdo a Clouthier, un empresario sinaloense de voz tronadora en los mítines. Nunca lo vi, ni a él y los otros, en “vivo”. Un amigo de Aguascalientes lo imitaba con emoción y respeto, Mi amigo Iván Medina ahora es de los clubes de motos y quizá es panista. Los embates de Manuel Clouthier nada tienen que ver con sus descendientes.

Recuerdo a Heberto Castillo, a la reunión de las izquierdas en tiempos de la Guerra Fría, la URSS, la inexistencia legal de las iglesias, la lucha contra el uso de las energías nucleares, la permanente procuración de las autonomías universitarias, la lucha inicial de los feminismos y de los pueblos, de las luchas obreras y campesinas… eran otros tiempos…

Recuerdo que, desde Fresnillo, concluyendo un acto en el típico crucero Juárez e Hidalgo, Heberto volvió a la Ciudad de México para negociar con Cuauhtémoc Cárdenas la candidatura única. Apenas era junio de 1988.

  • Recuerdo que voté y miré las revueltas civiles de 1988. Entonces eran mis estudios universitarios…

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