La desaparición de 7 jóvenes en Calera, Zacatecas, a manos de militares, no es nuevo en nuestro Estado; otro hecho lamentable ocurrió en el municipio de Villa de Cos, el año pasado, a principios del mes de noviembre, cuando según reportes de prensa hubo un enfrentamiento entre policías estatales y supuestos delincuentes, que tuvo como saldo la muerte de tres presuntos agresores.
Según testimonios de vecinos y familiares, en ese caso, miembros del ejército mexicano detuvieron a 20 jóvenes de los cuales jamás se supo su paradero, hecho que no fue denunciado por temor a represalias.
En el caso de Calera, miembros del ejército fueron acusados de haber participado en la desaparición de los siete jóvenes y después de casi quince días, las fuerzas castrenses han dado a conocer que el Coronel Martín Pérez Reséndiz, quien ha sido detenido, dirigió el secuestro de los jóvenes calerenses, los cuales, fueron cobardemente asesinados extrajudicialmente.
Ahora, si es que resultan ciertas las declaraciones a la prensa por parte de las autoridades, en cuanto a que los cuerpos hallados corresponden a los siete jóvenes desaparecidos y que tienen un disparo en la nuca, se comprobaría lo que se ha dado a conocer después de los hechos ocurridos en el municipio de Tlatlaya, Estado de México, en cuanto a las órdenes superiores giradas a los miembros del ejército, quienes están instruidos para «abatir» sin previa investigación a quienes las fuerzas militares consideren enemigos del Estado.
Hay que hacer notar que el jefe de las fuerzas armadas es nada menos que Enrique Peña Nieto y nadie más que él puede girar estas órdenes.
No hay justificación alguna de las autoridades gubernamentales, de los diferentes cuerpos policiacos, ni del ejército, para que sigan ocurriendo estos hechos delictivos, puesto que se nos asegura a diario que gracias a los miles de millones de pesos ejercidos por la actual administración estatal y federal en materia de seguridad, nuestro estado está blindado.
Por otro lado, si los cuerpos encontrados hasta ahora corresponden a los jóvenes calerenses, es un hecho gravísimo, pero lo es también si no corresponden a ellos, sino que son otros zacatecanos más, víctimas anónimas de ejecuciones clandestinas por parte de la delincuencia o por miembros de las policías o el ejército.
Esto sólo revela el grado de descomposición, de putrefacción en que se encuentra el Estado mexicano, el Estado Neoliberal.
Diputado José Luis Figueroa