Hace días, el 10 de junio de 2017, en su blog, “muro”, “sitio” o como sea que se llamen esos chismes, el Lic. Jaime García Chávez, de quien disiento casi en todo y sin embargo es de los pocos personajes de la vida pública local a quien respeto, cosa que sé perfectamente que a él le tiene sin cuidado (como debe de ser en alguien que se respete a sí mismo) y con quien he polemizado en el pasado (lo que no significa absolutamente nada salvo eso, precisamente, que no estamos de acuerdo ni estaremos en uno, dos, tres, cien o mil temas), contó un chiste malísimo que causó una polémica que, de verdad, me dejó turulato.
Lo del chiste estuvo así; escribió García Chávez: “Un poco de humor: —¿Qué es lo más complicado de la operación de cambio de sexo de hombre a mujer? (pregunta alguien, hombre o mujer, no se sabe) La extracción del cerebro (responde un otro, hombre o mujer, tampoco se sabe)”; y ya.
A ese lance, más bien ingenuo y simplón, le ha seguido una toma de partido -un cúmulo impresionante de comentarios- que, juzgados a priori, tal pareciera que se está hablando de la fórmula secreta de la Coca Cola, la intromisión de Rusia en las elecciones de Estados Unidos, el magnicidio de Kennedy o “el fraude” (si lo hubo) de las elecciones del 88 en México.
De todos los comentarios que leí, no más de 20, me quedo con uno de alguien que se hace llamar “L’aura Dolly”, quien se pregunta con sorna: “Y ¿el humor?”; y revira con otro chascarrillo ácido, pésimo y pertinente: “Si a esas vamos: ¿Qué es un travesti? Un hombre tratando de superarse”; como desahogo estuvo bien: Clap, clap, clap.
La estupefacción surgió a raíz de la oleada de comentarios que una ocurrencia tan baladí de parte de un hombre público suscitó. Desde “misógino” hasta “retrógrado” al licenciado le llovió. Sin faltar los que, en los linderos de la inteligencia chocarrea, le perdonaron cualquier exabrupto nada más “por ser él”. Espectáculo poco edificante por donde se le mire; algo así como: “Lo que Usted diga, licenciado, todo, todo, TODO, está bien… papacito (no más el “papacito” les faltó)”. El asunto habría quedado en ese ridículo de no ser porque el sábado, creo, tomó ribetes de sainete cuando el licenciado publicó un mea culpa que ¡OMG!
El título de estos párrafos se explica, no porque el licenciado necesite mi defensa, que le debe servir básicamente para dos cosas: Para nada y para puritita chi… -es de los pocos chihuahuenses que no necesita vejigas para nadar y menos de un tipejo como yo-, no; el título de estos párrafos se explica por la decena de personas que empezaron por atacar al licenciado de un montón de estupideces, las cuales, la mayoría ni siquiera entiende; y en segundo lugar, por aquellas otras que lo felicitaron por su acto de pública contrición. La contemporización, por lacrimosa, ofende; y si nadie se sintió insultado por ella es por el prejuicio aquél de que: “Lo que Usted diga, licenciado, todo, todo, TODO, está bien… papacito”; o porque basta la exhibición de la propia compunción, con las adecuadas disculpas de por medio, para que los descerebrados de cualquier laya y condiciónipso facto se apresten a otorgar su perdón de inmediato, sin tomar en consideración la magnitud de la falta -si la hubo siquiera-; o lo que es peor, si el susodicho la merece o no.
Continuará…
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Luis Villegas Montes.