DESTAZANDO UN CORDERO. Por Manuel Narváez Narváez

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Ernesto Cordero, desde los reflectores  de las cámaras y micrófonos, gracias a su posición en el gabinete, se ha colocado en un nivel de posicionamiento que inquieta a propios y adversarios.

Impulsado por un sector privilegiado del panismo que ha encontrado cobijo bajo la administración calderonista,  los nombres  que firmaron el documento de apoyo, hacen suponer que es el delfín del presidente, pues muchos de ellos arribaron con el michoacano a los Pinos.

El Secretario de Hacienda hace acopio de las variables macroeconómicas de los 11 años de gobiernos azules, aunque no es él el iniciador ni el salvador de la economía nacional, porque todavía estamos lejos de gozar las comodidades que anuncia; al menos ha sabido  abrazarlas como propias y abanderarlas en la búsqueda de la nominación presidencial. A diferencia de otros aspirantes presidenciales del gabinete, Cordero se coloca en la justa como el que defensor de los logros de la década panista.

Curtido en la academia de las finanzas públicas y arquitecto de iniciativas y proyectos de los legisladores del PAN en los últimos años, siendo Director de la Fundación Miguel Estrada Iturbide, cuerpo de asesores especializados de los diputados federales del PAN. Desde esta perspectiva, Ernesto Cordero ha sabido cultivar simpatías entre la clase económica del país. Tampoco  le es ajena la doctrina de Gómez Morin, de hecho tiene un buen de años añejándose en ella.

Con Felipe Calderón ha transitado por Banobras, por la SENER, por la SEDESOL, donde por cierto no hay mucho de qué hablar, y desde 2009, Secretario de Hacienda. Es egresado del ITAM y con estudios de postgrado en Pennsylvania.

Afilado para el discurso, como suele suceder con técnicos de la economía gubernamental como él, pero sin  Ángel que lo caracterice, o el colmillo agudo como el de su mentor político. Aún así, su juventud y la habilidad para granjearse adeptos por el conocimiento de las mareas macroeconómicas (en el PAN casi no hay especialistas), como también la destreza para colarse “agradablemente” en el ánimo del círculo en el que se desenvuelve, compensa ésas desventajas.

Situado hasta hace algunas semanas en la cola de los suspirantes por la GRANDE, Ernesto echa mano de las recomendaciones de uno de los mejores exponentes de las campañas de contrastes como lo es Antonio Sola, al apoderarse de las columnas y notas principales con declaraciones polémicas y cuestionables. Esta estrategia lo puso de inmediato en el ánimo de sus críticos y adversarios, y en las teclas de articulistas y editorialistas.

Al interior del PAN se lo ve como el delfín del presidente, por ser hechura de Calderón y por las personas que lo apoyan, lo que sin duda será una losa con la que tendrá que malabarear;  sin embargo, hábilmente se ha colocado como el panista que trae los datos duros para debatir las calamidades de los gobiernos del PRI y los éxitos de Acción Nacional.

Este punto es crítico para los otros aspirantes que pertenecen al gabinete legal, ya que tanto Javier Lozano, que ni de chiste va a figurar en las internas, como Heriberto Félix, el entusiasta Secretario de Desarrollo Social, consentidón del presidente por la campaña casi exitosa que tuvo como candidato a gobernador de Sinaloa hace 6 años, y al que lo empujan sólo los números fríos  y datos de beneficiarios de los programas sociales, apenas si tienen eco en la conciencia de un panismo analítico y reacio a las apariencias, e imposiciones también.

Caso aparte es el de Alonso Lujambio, Secretario de Educación, al que su formación en la sociedad civil, formación literaria e influencia en un amplio sector de los intelectuales, lo convierte en un oponente de mayor peso para Ernesto Cordero. Josefina, Santiago y Emilio se cuecen aparte.

Faltan algunas semanas para dilucidar  el rumbo de las aspiraciones del Secretario de Hacienda, pero al menos ya trae consigo la nota morbosa por aquello del reto lanzado a Enrique Peña Nieto, que se ha negado, claro, tiene el sartén el sartén por el mango, para comparar logros de los gobiernos priístas y panistas. En esto, les ganó el tirón a los demás tiradores del PAN.

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