El encuentro de la máquina amarilla con el muro decimonónico de la casa de don Jesús Aréchiga, modifica el programa de trabajo de la constructora, de los planificadores y de los dineros.
Hoy es la nota común en los periódicos publicados en Zacatecas. Salvo P24, que hace color con la plazuela de Miguel Auza. Por cierto, en su momento ese lugar fue impuesto sobre la plazuela de san Agustín y causó tal revuelo como lo motiva ahora la alameda (Cfr. Plazas y plazuelas de don Roberto Ramos Dávila; Voces liberales de Terán F., y las tesis de Lidia Medina y Rubén Villegas).
El encuentro lo han calificado de descubrimiento y hallazgo. Propongo situar.
Ayer, los poseedores de fotografías antiguas, circularon una docena de imágenes que muestran un edificio construido por un hombre del poder.
Jesús Aréchiga hoy es el descubrimiento. O como quizá exprese el doctor Sánchez Presa: de alguien que está sólo en los libros.
Aréchiga no es sólo el destinatario de la Marcha Zacatecas. Era el gobernador de Zacatecas al finalizar el siglo XIX. Y lo fue hasta 1914 (ese año fatídico era uno de los senadores decanos en el régimen dl general Huerta).
La casa no puede ser un descubrimiento. La fachada quedo como sostén de las escalinatas de un edificio que de siempre fue y es horroroso, como lo es el hospital del Seguro Social.
Más todavía. La construcción de las oficinas y luego del ambulatorio, da cuenta de cómo han sido impunes y cínicas las construcciones gubernamentales.
Y por qué estás expresiones? porque es evidente que las autoridades responsables de la custodia del patrimonio material lo soslayan y lo ocultan.
Venga la pregunta ¿Quién autorizó la construcción de esas escaleras sobre una construcción harto simbólica?
Cuál era el mensaje de la balaustrada que lindaba con la escalinata…
Me parece, como analista del periodo y del descubierto Jesús Aréchiga, que «el descubrimiento» de la fachada da cuenta del rostro ignorante de las autoridades. No tienen un concepto referente ni operativo de patrimonio material histórico y cultural.
No saben quién fue Aréchiga. Y sorprende, porque el ejercicio del poder tiene genealogía, no filial, sino simbólica.
Con eso de la fachada han vuelto a destapar la caja de pandora y las permanentes pugnas de modernos-progresistas. Liberales-revolucionarios. Empresarios-políticos. Presuntos aristócratas-nuevos deseos de linajes. Esto es Zacatecas: Peleas de linajudos pobres con ignorantes con poder.