Marco Antonio Flores Zavala

Escuché sobre el Sida en tercero de secundaria, allá por 1983 o 1984. En el transcurrir de la Prepa III escuché del paciente cero; de los grupos vulnerables; de Richard Burton; el impresionante Freddy; la telenovela de Fernando Allende; de la película Filadelfia.
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La historia del Sida del VIH es parte de las historias de los contagios del presente de la humanidad.
Con ello he escuchado y mirado: discriminación, educación, atención especializada, detectable, indetectable, condón, medicina… 
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Al iniciar la universidad supe de la muerte de un conocido y cómo sus amigos relataban lo que ocurrió. Con susurro acusaban: fue el Sida.
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VIH era y es una palabra término elegante.
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Recuerdo pelís, relatos y como el uso del condón se volvió un asunto ordinario.
La palabra «indetectable» es una fase de alegría y seguir viviendo.
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Las confesiones de amigos, conocidos (casi todos en masculino) me atribulaban.
Ahora va: educación -no prohibición-; prevención -responsabilidad; ejercer el derecho a la salud; vivir y solidaridad.
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El Sida es un asunto de todos: cultura de prevención.
Es cosa para públicos, personas, todas las edades y todos los estatus culturales.
Instrucción y educación es para todos. 
Y es sin hipocresías.
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El lazo rojo, creado en 1991, es el símbolo internacional para mostrar apoyo a la lucha contra el Sida y solidarizarse con pacientes.