Por David Monreal Ávila
· Una realidad inequitativa
La realidad actual ha marcado un nuevo contexto para vivir y convivir, tanto de manera física como intelectual, la nueva realidad nos obliga también a un nuevo comienzo en muchas de las formas tradicionales de las actividades cotidianas; el confinamiento nos ha obligado a re-diseñar los espacios físicos, pero más que nada nos ha llevado a reestructurar la forma en que percibimos el mundo.
La pandemia del coronavirus ha cambiado la manera en la que ahora se imparte la educación en el mundo. Según la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que hacer frente a la pandemia global desde el confinamiento; esto implica que el reto más grande de las esferas políticas hacia con estos jóvenes sea la creación de herramientas para el aprendizaje.
En México un total de más de 30 millones de alumnos de nivel básico, medio superior y superior, suspendieron las clases para resguardarse en sus hogares, e involucró que alrededor de 1.5 millones de profesores y trabajadores administrativos y de apoyo suspendieran sus actividades presenciales, sin embargo la nueva realidad ha obligado a alumnos y trabajadores de la educación a utilizar un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje a través de las herramientas tecnológicas y el uso del internet como un portal para continuar con la educación.
En México sólo el 55.9% del total de hogares censados por INEGI en 2019 contaban con acceso a internet, y un total de 73.1 millones de usuarios mayores de seis años que utilizaban internet. Estas dos cifras nos dejan ver la gran desigualdad en materia de comunicaciones y servicios de internet.
Para un país en donde el sistema educativo sigue una línea tradicional del aprendizaje presencial, el reto de la educación a distancia por medio de herramientas tecnológicas se vuelve mayor, no sólo por la falta de experiencia en este rubro, sino por algo todavía más delicado: la brecha digital, la falta de acceso a las herramientas.
La desigualdad social y económica que prevalece en nuestro país y que fue creciendo debido a los modelos políticos de antaño hoy se han visibilizado en una nueva forma: la falta de recursos tecnológicos de muchos jóvenes y maestros que desde sus residencias no cuentan con acceso a internet o acceso a una computadora. Esa es la realidad inequitativa a la que nos enfrentamos ahora y a la que debemos hacerle frente tomando en cuenta modelos educativos que fomenten una manera de aprendizaje-enseñanza que sea capaz de simular los roles de la educación presencial.
El gran reto para este nuevo gobierno radica en generar una nueva estructura y red de apoyo para que la gran mayoría de los hogares mexicanos -rurales y urbanos- tengan acceso a las tecnologías básicas, que son indispensables para establecer comunicación y para pertenecer al mundo de la información y el aprendizaje moderno.
De la mano de las nuevas políticas y el presupuesto destinado a las telecomuniaciones se generarán mejores condiciones de acceso a las tecnologías digitales para que estas puedan ser aprovechadas por la población para sus beneficios personales y colectivos.
Cuando llegue el tiempo de abrir las escuelas, estamos convencidos de que habremos aprendido otras estrategias y otros modos de enriquecer la propuesta educativa para construir, entre todos, la escuela que soñamos.