“…REZAGAR o demorar la reforma energética, es en perjuicio directo de los intereses de los mexicanos…” Es la frase textual del Secretario de Energía Pedro Joaquín Codwell, a propósito del tema que genera fuertes y profundas controversias.
INTERESANTE argumentación del funcionario, que coincide con posturas de los opositores.
APROBAR la reforma, advierten los críticos instalados tanto en partidos de oposición, como en espacios de opinión pública o foros de discusión, perjudicará a los mexicanos al atentar contra el patrimonio que les pertenece y que ha costado mucho mantener.
DESDE el gobierno federal, obviamente, se revierte la consideración exactamente en los mismos términos.
¿QUÉ PIENSA el ciudadano común? O sea, el que no ocupa una curul para aprobar o desaprobar los proyectos, el que no está completamente informado, el que desea con fervor que las acciones gubernamentales impacten en su bolsillo vacío ante un cúmulo de necesidades.
ADMITO que he desestimado este punto de vista.
SIN EMBARGO en estos días me compartía un jefe de familia que yo suponía desinformado o indiferente, que su mayor preocupación no se inclina al atentado contra el patrimonio nacional, sino a políticas recurrentes que si atentan contra el patrimonio familiar.
¿DE QUÉ habla este hombre? De una tremenda desconfianza en el gobierno y sus criterios impositivos.
EL GRAN temor se circunscribe al riesgo de que la reforma energética no atenúe la obligación de pagar impuestos en el consumo de productos diversos, o sea que tal vez disminuiría el precio del gas y las tarifas de luz, pero el golpe a las finanzas llegará por otras rutas.
¿PUEDE suscribirse una garantía creíble de que esto no sucederá?
Y EN EFECTO, el titular de la Secretaría de Energía, en su visita a Zacatecas reconoció –con toda lógica- que el tema suscita muchas controversias en el país y que existen voces que están planteando distintas formas de hacer la reforma.
¿SERÁN ESCUCHADAS? Deberían serlo en congruencia con el discurso incluyente que reivindica la democracia, el respeto y la pluralidad. El funcionario afirmó que así se discuten las reformas de gran calado en países democráticos.
MUY BIEN que así se discuta, pero ¿A dónde vamos con esa discusión?
NO LO ESPECIFICÓ Pedro Joaquín, solamente dijo que en el Congreso de la Unión hay tres iniciativas presentadas por el Gobierno Federal, por el Partido Acción Nacional y por el Partido de la Revolución Democrático, que deben ser dictaminadas.
“DEBE SER discutida en tiempo, oyendo todas las voces y votándose democráticamente” Fue su muy elemental consideración.
INSISTIÓ, eso sí, en que la energética es una reforma sumamente importante para la economía de las familias mexicanas y la competitividad de las empresas y en la necesidad de reformar coinciden las tres principales fuerzas del país y las principales organizaciones productivas de México.
BUENO, que en tal caso seamos testigos de un auténtico ejercicio democrático ¿Será posible?