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Que error de cálculo más costoso para el presidente Peña Nieto el haber invitado a Donald Trump a los Pinos.
Las reacciones de todos los sectores sociales de México en contra de la invitación que el titular del ejecutivo federal hizo al candidato republicano, mezclan el repudio a la retórica xenófoba del magnate estadounidense y el rechazo a la gestión del mandatario mexicano.
Se ha dicho prácticamente todo y de las formas más diversas, pero rescato una frase que me parece retrata el aventurado encuentro entre Peña y Trump; el presidente mexicano fue chamaqueado y el candidato presidencial a ocupar la casa blanca, la de Washington, claro está, se pitorreó de él.
Ahora se dice que el secretario de Hacienda Luis Videgaray fue el genio que tuvo la idea de invitar a Donald Trump a los pinos. Me imagino que extender la invitación a Hillary Clinton, la candidata demócrata, fue un mero tecnicismo para guardar las apariencias de la proclividad de la presidencia de la república y seguir cobrándole a Barak Obama la afrenta de Quebec, cuando el mandatario gringo se mofó de su homologo azteca sobre el tema del populismo.
El sentido común dictaría que quien debió venir primero y acaparar las simpatías del gobierno mexicano, era Hillary, porque aventaja en los sondeos, por oponerse a los ataques racistas de Trump en contra de los mexicanos, de aquí y de allá y, por abanderar causas que nos son más comunes entre países y entre naciones.
Que Trump haya aceptado la invitación y venido primero, me confirma la teoría de que a Peña y sus cuates les atrae la idea de que el candidato republicano gane las elecciones de noviembre en Estados Unidos para, por un lado, erigirse veladamente como defensor de los intereses de nuestros compatriotas allende de las fronteras y capitalizar políticamente desde acá la oposición a la construcción del muro fronterizo, la deportación masiva de indocumentados y la requisa de las remesas que envían los paisanos.
Yo no creo sinceramente que el escenario de la visita haya sido un montaje para distraer la atención pública de la catastrófica gestión del peñato, ni para aligerar la paupérrima percepción que se tiene de la figura presidencial. La decisión de semejante jugada solo refleja la nula capacidad del poder ejecutivo federal para procesar la realidad social y la incomparable arrogancia de creer que todo lo tienen bajo control.
En un escenario paralelo a la fatídica visita, corre la injerencia del gobierno mexicano en el proceso electoral de los Estados Unidos y viceversa. Desde hace mucho tiempo la retórica del priismo con relación a la máxima juarista del respeto al derecho ajeno, ha sido la de no intervenir en los asuntos domésticos de otro países. Pues bien, resulta que haber invitado a la residencia oficial de los pinos a un candidato presidencial de otro país, la presidencia de la república incurre flagrantemente en la violación a la constitución política federal, a tratados internacionales y al principio rector de la política interna del PRI.
Por si fuera poco, la reacción de la favorita en las encuestas para relevar a Obama, fue fúrica y sin piedad. La Clinton le reprochó a Peña tal desaire con un: “Me preocupan especialmente los reportes de torturas, muertes y desapariciones forzadas en todo el país». Por supuesto que la señora ya no se va a prestar a ser plato de segunda mesa, ni va a aceptar reunirse con el presidente en los pinos, ni deberían hacerlo porque, insisto, para mí esto es injerencia en asuntos políticos internos de cada país.
Sin lugar a dudas el escándalo le ha dado argumentos a la oposición al gobierno de Peña para “solidarizarse” con la candidata demócrata. Los panistas ya han tomado partido y la invitan para que venga a la cámara de diputados, lo cual me parece absurdo, ya que la señora Rodhman de Clinton es candidata, no es electa siquiera, muchos es todavía presidenta de los Estados Unidos.
Todavía anoche en el nuevo programa de Joaquín López Dóriga, Si me dicen no vengo (¿?). Si, ya seeeee, he dicho que los contenidos de televisa apendejan, pero la verdad estuvo interesante; en el panel integrado con el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza y el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, los dos defendiendo la postura oficial, intentaron colocar a su jefe como un estadista y mártir. Ambos empleados de EPN se tiraron al piso para repetir hasta la ignominia que el presidente antepone el interés de los mexicanos por encima del raiting político y que lo único que lo mueve es trabajar por la educación y la salud para que tengan una mejor calidad de vida. WTF, a este presidente ni el viagra lo devuelve a los positivos de aceptación en lo que resta de su mandato.
López Dóriga y televisa hicieron su jugada. Por el lado de los rudos, Ricardo Anaya, dirigente nacional del PAN; Armando Ríos Piter, senador del PRD y el historiador Héctor Aguilar Camín, se encargaron de hacer puré los argumentos oficialistas. Sin embargo, subrayo que la pluralidad que practica televisa es sesgada porque intuye el posicionamiento perverso para impulsar la imagen del dirigente/aspirante presidencial del PAN y mermar las aspiraciones de Margarita Zavala; y, borra a la otra oposición aguerrida de MORENA, otorgándole ese carácter al descolorido PRD. Aunque en el caso particular, reconozco que el senador lo hizo muy bien.
Por el lado oficial, el dirigente nacional del PRI y el secretario de Hacienda intentaron contener el repudio social por el encuentro Peña –Trump, con clichés como: “el presidente fue claro al señalar que no permitirá la construcción del muro”, “México no pagará ni un solo block de ese muro”, “el presidente fue enfático al defender a los mexicanos, el presidente………. La oposición se da un banquete de peñasco a las brasas, la neta.
La que no asistió fue Claudia Ruíz Massieu Salinas, si, la sobrina del expresidente Carlos Salinas. La secretaria de relaciones exteriores simplemente desapareció del escenario, forzada por la insistencia de que debe renunciar al cargo por ser ella la encargada de la política exterior y seguramente la portadora de la invitación a Donald Trump. Como sea, la ausencia de esta chica de la tempestad política que los rodea es irrelevante, porque ella no cambiará el derrotero que ha tomado el escándalo y porque Peña no va a enemistarse con Salinas de Gortari al exponerla al escarnio público; si al caso, a la canciller mexicana se le esfuma la posibilidad femenina del roster priista para la contienda presidencial del 2018.
En fin, ha quedado de manifiesto que el presidente Peña no cumple, es malo para para gobernar y es pésimo en el oficio político.
P.D. Como muchos, muchísimos mexicanos, también lamento la partida de Juan Gabriel. Gracias Sr. Aguilera por regalarnos su música y su talento. QEDP