EL FENÓMENO MIGRATORIO, EL NEOFASCISMO Y  EL ESTADO

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  Por Manuel Ibarra Santos                                                                               

La migración es en Zacatecas una grieta social que ha divido a la entidad en una tierra de  excluidos y  privilegiados (estos últimos, por cierto,  muy pocos), en los de adentro y los de afuera, fenómeno que ahora enfrenta la expresión del neofascismo y la xenofobia con el gobierno norteamericano de Donald Trump, hecho que sin duda tendrá repercusiones en el carácter cultural binacional de nuestro Estado.

 En Zacatecas la migración tiene causales fundamentalmente económicas, vinculadas a la carencia de oportunidades de empleo digno, y que se ha constituido en una herida social, que no se ha atendido con políticas públicas correctas y adecuadas por el Estado Mexicano.

En la actual coyuntura trazada por la conducta racista de la administración  de Donald Trump, el tema de la migración se ha convertido en una fuente de presión para las administraciones públicas de la federación y el Estado. Zacatecas no es la excepción.

Qué hacer entonces ante la posible deportación masiva de trabajadores indocumentados, cuando las oleadas migratorias hacia la Unión Americana han sido puertas de escape liberadoras de las tensiones generadas por la incapacidad de la economía mexicana para crear los empleos dignos que requiere la población.

Tenemos que recordar que el Estado Mexicano ha mostrado a través de los años limitaciones extremas para producir justicia social, riqueza distributiva y generar los empleos que la sociedad reclama para su desarrollo humano pleno.

Hoy, luego del arribo de un neofascista a la Casa Blanca, como lo es Donald Trump, el gobierno mexicano se encuentra débil y de rodillas, frente a una clase política nacional mezquina que durante años no ha hecho su tarea para forjar una Patria libre, fuerte y soberana. La herencia han sido décadas de impunidad.

No obstante esto, no está demás, la convocatoria de las fuerzas políticas del país para actuar en unidad, ante los riesgos y amenazas externas que, como nunca,  experimenta la República.

LA FUERZA DE LOS MIGRANTES MEXICANOS EN ESTADOS UNIDOS:

Donald Trump podrá ser un intolerante, pero no un suicida, sobre todo cuando las empresas fundadas en Estados Unidos por los migrantes y descendientes mexicanos producen más de 10 millones de empleos y mantienen un mercado de consumo superior a los 300 mil millones de dólares.

Los mexicanos en la Unión Americana  contribuyen nada más y nada menos,  con el 8 por ciento de su Producto Interno Bruto. Un día sin el aporte productivo de los connacionales en el vecino país del norte sería devastador para el imperio “gringo”.

Lo anterior significa que la grandeza económica del vecino país del norte, no se puede entender al margen del aporte de los migrantes de origen mexicano.

EL MURO, UN AGRAVIO EN CONTRA DE LA HUMANIDAD:

La creación de un muro en la frontera norte, como lo ha anunciado Donald Trump,  no sólo es una afrenta y un agravio a un país como el nuestro, sino una amenaza fascista para el desarrollo de la humanidad.

En esta etapa de la historia cuando se derrumban fronteras y murallas,  la propuesta para construir un muro como lo ha planteado Donald Trump, va a contrapelo de la gran iniciativa cultural de “La Sociedad Abierta”, postulada por el filósofo Karl R. Pooper, en sus memorables obras como Conjeturas y Refutaciones y La Sociedad Abierta y sus Enemigos. El fascismo es, en esa perspectiva, un adversario y un obstáculo para las libertades, la justicia y la democracia.

LOS NUEVOS DESAFIOS:

Ante los retos que aparecen en esta coyuntura, las élites políticas mexicanas tendrá que modificar sus actitudes cínicas, para comprometerse con el desarrollo.

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