Por: Manuel Narváez Narváez
Email: mnarvaez2008@hotmail.com
Tanto se acostumbró a andar en campaña por 12 años, que no pierde oportunidad (menos ahora que tiene todo el aparato gubernamental a su disposición) para continuar sobre exponiendo su imagen. Esto lo hace frente a las narices de una autoridad electoral pusilánime que naufraga entre un océano de dinero, canonjías, privilegios y una burocracia mega onerosa para los contribuyentes.
Aun bajo los efectos del bonazo electoral que recibió en las urnas el año pasado, el presidente de México ignora los postulados de la carta magna, se burla de las reglas electorales y se hace ganso ante los reclamos que ya le llueven de todos lados por el gasto indiscriminado del bono democrático.
Como si el país, los ciudadanos y la vida giraran en torno a él, el presidente explota el falso debate de la revocación de SU MANDATO. Ausente, por estragos propios del mesianismo o como consecuencia de la perdida senil prematura de la realidad, el mandatario azteca rehúye a dar respuestas claras y creíbles sobre el derrumbe económico de México.
Han transcurrido 7 meses desde que protestó el cargo, pero ya son muchas voces las que exigen resultados de su gestión. Al principio era válido el argumento de que recibió un país con muchos problemas (aunque eso ya lo sabía), de otra forma, si las cosas marcharan como miel sobre hojuelas, ni por causalidad habríamos arriesgado los votos con él.
En defensa del presidente la cantante Belinda consideró que seis meses es poco tiempo para evaluarlo, y remató: “Un presidente no es Dios para cambiar todas las cosas que están mal”. Hasta cierto punto es razonable y entendible el respaldo de la interprete, sin embargo, la percepción de muchos es que el primer magistrado del país se siente Dios.
El beneficio de la duda para ofrecer resultados ya no le favorece al presidente y su movimiento porque el gabinete y el control del congreso de la unión están en manos de experimentados tecnócratas paridos y curtidos esencialmente en el PRI. Es la frialdad de los números la que condena cualquier atisbo de optimismo en la economía.
Consciente o no de lo que sucede, el presidente quiere distraer la atención ciudadana del engrudo que se le está haciendo la administración, con el anzuelo de confirmar su estadía al frente del poder ejecutivo federal. Pero lo hace con fórceps y como un asunto en torno a su persona y no como una prerrogativa de los mexicanos.
Necio, que no perseverante, este presidente actúa como si la tierra fuese plana y la luna de queso. Hace doce años, al inicio de esa campaña electoral, se aferró a que los 20 puntos porcentuales con los que arrancó de ventaja seguían vigentes el día de la elección. Esa explicación se la pueden dar Elba Esther Gordillo, Salinas Pliego o Manuel Espino.
Para el inicio de este año, el portal informativo de una de las cadenas televisivas del país se ufanaba del 80% de respaldo que gozaba el presidente entre la población. Para este mes de junio, los momios han descendido hasta el 60% y descontando. Esto quiere decir que en un semestre el SEÑOR ha perdido la confianza del 25% de los que respaldaban su gestión.
Pese a la caída de dicho respaldo, el mandatario manosea la memoria del benemérito de las Américas y se equipara con él. El muy muy (así le dicen en Tabasco a los engreídos) propuso que la elección (única y exclusiva para él) fuera el 21 de marzo del 2021, después que en diciembre. Ha sido tanta la chunga que se desconoce cuándo se realizará la consulta o elección.
Desde mi perspectiva tenemos dos problemas. El primero es que la 4T ya se atoró requete feo y eso advierte consecuencias funestas para la economía. El segundo broncón es que los gobernantes de este país, sea el que me nombren, no han tenido ni tienen el temple, mucho menos humildad para aceptar que se equivocan, por el contrario, se emperran tanto en sus métodos que les importa poco el daño que causan.
Si el presidente es lo que dice ser y ser quien dice ser, se dejaría de tanta fantochería y fanfarronería. Mejor sería escuchar a los demás y dejarse ayudar para corregir el rumbo, pero si no es capaz de hacerlo, es innecesario gastar tanto dinero en “SU REELECCIÓN”, no tiene sentido desgastar a los electores. Lo correcto sería hacer acopio de honestidad e irse mucho a su rancho.
Ya no valen los pretextos de que los “otros” le dejaron un desastre. Insisto, si las cosas hubiesen estado bien, ni en sueños sería presidente.
P.D. Cualquier semejanza entre el presidente y el gobernador de mi estado, no es mera coincidencia, es una maldición.