Desde hace más de una década y ante el uso cada vez más generalizado de las tecnologías de la información, el papel y la continuidad de la prensa tradicional han sido cuestionados toda vez que los contenidos informativos se hacen más accesibles a nivel global.
Los periódicos escritos se aferran a seguir y gozan de la credibilidad de un sinnúmero de lectores; incluso, han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos y han creado sus propios sitios donde adelantan y refuerzan sus contenidos. Al mismo tiempo, proliferan blogs y páginas de medios desarrollados exclusivamente en la internet que nos informan casi al momento desde hechos trascendentales hasta trivialidades.
Ello nos lleva a reflexionar sobre si la tecnología es una aliada para retomar el periodismo de investigación que en medio de intereses comerciales e intensas jornadas, que implican cubrir eventos y temas coyunturales, se quedó rezagado o el cual ni siquiera nos hemos decidido a intentar.
El asunto resurge a raíz del ya tan conocido caso Wikileaks, que en una anterior colaboración abordamos desde una óptica diferente, y el cual puso a temblar a las instituciones estadunidenses y a los gobiernos de muchos países tras la confirmación del intervencionismo yanqui en conflictos regionales, excesivo colaboracionismo, calificativos a mandatarios, entre otros. Todo se conoció gracias a que los archivos del Departamento de Estado se hicieron del dominio público en internet y a la ayuda de los principales periódicos – Le Monde, El País, The New York Times, Der Spiegel y The Guardian- que coadyuvaron a su difusión.
Según el fundador de Wikileaks, Julian Assange, esta etapa inauguró el periodismo científico, lo cual, pese a los alcances de sus revelaciones, dudamos, ya que el periodismo de investigación data desde hace mucho y persiste aunque son unos cuantos los que dedican el tiempo y paciencia suficientes para indagar e informar sobre asuntos importantes que por su carácter público debe conocer la sociedad.
Últimamente los medios se han saturado de declaraciones y antagonismos mientras que cada vez tienen menos datos duros y revelaciones que ofrecer a sus receptores para que éstos puedan conocer hechos que atañen a la colectividad y de los cuales el poder político o los sectores económicos le han privado.
Parte del éxito de Wikileaks puede explicarse gracias al impacto que causaron sus filtraciones pero también a la escasez de periodismo de investigación que hay a nivel mundial, y por su puesto en México.
Este sonado caso también contribuye a pensar en la viabilidad de un nuevo modelo informativo, basado en la tecnología, que a diferencia del esquema tradicional, permite una relación más dinámica con el receptor ya sea por la retroalimentación a través de comentarios o por la facilidad que tiene éste para formar parte de los contenidos informativos a través de la internet, las redes sociales, los teléfonos celulares, el Ipad, etcétera.
Mientras que los medios tradicionales parecen acotados por un modelo unilateral y se concentran cada vez en menos manos, la internet es una opción para que cada vez más ciudadanos se involucren en la generación, circulación y consumo de la información. Sin embargo debemos dejar de ver sólo sus funciones de entretenimiento o enciclopedia para tomar en serio los contenidos que nos informan y nos dan herramientas para acceder a un mejor conocimiento.
En México, hay 30 millones de usuarios de internet**, y un buen porcentaje de ellos sería receptor de noticias. Podríamos entonces hacer un mejor uso de las tecnologías, aprovechar el grado de independencia que implican y explorar temas importantes que nos lleven a propiciar una sociedad mejor informada, que elabore juicios más sustentados y no sólo basada en datos parciales.
** Según el Estudio 2010 de hábitos y percepciones de los mexicanos sobre internet y diversas tecnologías asociadas del World Internet Project –México