EL VIEJO DESVELO

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El desvelo del monumento a la Independencia
Por Marco A. Flores Zavala

Es domingo 5 de febrero de 1911. El ingeniero Francisco de Paula Zárate, gobernador del estado, acudirá a desvelar la escultura alada que corona el monumento a la Independencia. De acuerdo a las circulares de la secretaría de gobierno y de la jefatura pública, el gobernador saldrá de su casa antes de las 10 de la mañana. Irá de la calle González Ortega (ahora Tacuba) al palacio de gobierno. El acto cívico es el último que corresponde al sistema festivo que se organizó para celebrar el primer centenario de la Independencia del país.

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Al salir de la casa, inevitablemente mirará la escultura de bronce del general Jesús González Ortega. Ella simboliza el viejo triunfo político de los liberales-republicanos-masones de Zacatecas. La obra tiene 15 años de estar allí, justo donde ahora está la fuente de Los Faroles. La orientación de la escultura es la dirección inicial que debe hacer el ingeniero Zárate para llegar al palacio.

En el recorrido notará el avance que tiene la construcción de la primera sala especializada para un cinematógrafo, propiedad del libanés Antonio Kuri. Al pasar por el mercado, frente a la Catedral, distinguirá el salón de cine de los hermanos Méndez. Aquí tendrá un agravante: el cuarto es improvisado y resta espacio al área comercial del edificio.

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Aunque austero, viudo y autoritario, el gobernador saludará a los funcionarios que lo esperan en palacio. Ellos, de ser puntuales, estarán desde las 9:30 de la mañana.

Uno de los individuos llama mi atención: Mariano Tello, regidor y presidente de la Junta Patriótica que organiza la fiesta del día. Es administrador de las propiedades de los hacendados Gómez Gordoa. Mi interesa comentar que los vástagos Tello estarán en la primera línea del régimen postrevolucionario como secretarios de Relaciones Exteriores y defensores de la nacionalización de la banca. Más todavía: Un Tello se casará con una bisnieta de Porfirio Díaz.

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A las 10 de la mañana saldrá la comitiva gubernamental. Recorrerá una calle empedrada que contiene parte de los 3 kilómetros de las vías en las que transcurre el tren urbano. La orquesta del fresnillense “Candelario Rivas” ejecutará una Obertura cuando llegue la columna gubernamental a la plaza de la Independencia.

El segundo acto será el desvelo de la escultura que simboliza la Independencia de México. Se hará siguiendo los acordes del Himno nacional.

Quién sabe si la letra bélica del himno le machaquen al gobernador que la villa de Nieves, el día anterior, fue asaltada por los revolucionados de Luis Moya. ¿Quién sabe?

Un día como antier, en Zacatecas

En la primera semana de febrero de 1911, Luis Moya está proyectando la revuelta armada en Zacatecas. La incursión comenzó en el norte del estado, en las áreas que le eran comunes: Sombrerete y Nieves. En estas comunidades vive parte de su familia y él, antaño, allí estudió y laboró. Moya es un enviado del maderismo de Chihuahua. Está para hacer extensiva la revolución.

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En esta fase, que es la incipiente del lapso armado, no concurren las profundas reivindicaciones sociales que caracterizarán la Revolución Mexicana (reforma agraria, derechos de los trabajadores, educación laica). Lo que inquieta es la democracia liberal, la que reclamaban los círculos políticos opositores de la ciudad de Zacatecas.

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Luis Moya tomó la ciudad de Nieves el 4 de febrero. El grupo armado que lo acompaña se distingue porque no cometió tropelías en exceso. Quizá ésta fue su conducción, pues un mes después, en El Heraldo de Durango apareció una carta donde se señala: “Los revolucionarios de Luis Moya tienen buen comportamiento, no asaltan ni roban ni saquean, muy al contrario de la tropa federal”.

La información que siguió fluyendo en ese semanario norteño, adujo: la tropa de Moya anda bien vestida, bien armada y con buena cabalgadura. Se agrega: el coronel maderista recluta su gente entre quienes tiene experiencia con armas y no acepta peones. Paga 30 pesos al darse de alta, y 2 pesos diarios.

Los constituyentes

En 1911, Julián Adame Alatorre (1882-1976), Andrés León Arteaga (1886-1944), Samuel Castañón (1884-1959), Antonio Cervantes (1871-1935), Jairo Rolando Dyer (1869-1925), Juan Aguirre Escobar (1874-1954) y Gustavo Adolfo Villaseñor (1888-1971) son emergentes actores reconocidos, entre los más, en el espacio público.

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Entonces son liberales y antirreeleccionistas. Luego, seis años después, serán los representantes zacatecanos en el Congreso constituyente de 1917. El Partido Liberal Constitucionalista los postulará.

La mayoría de ellos, salvo Aguirre, Cervantes y el médico Dyer, pertenecen a la generación que nació cuando el porfirismo iniciaba su consolidación. Todos estudiaron lo elemental en sus lugares de origen, en escuelas públicas. Adame y Villaseñor estuvieron en el Instituto Científico.

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Los constituyentes eran residentes del distrito por los que fueron electos. Adame fue por el distrito de Zacatecas; Arteaga por Tlaltenango; Castañón por Pinos; Cervantes por Nochistlán; Dyer por Sombrerete; Villaseñor por Fresnillo; Aguirre por Mazapil, éste será el único hombre que tomará las armas, en el maderismo y el constitucionalismo; es de Coahuila.

Lo anterior permite considerar que los constituyentes son políticos jóvenes que vivían para la política, con un liderazgo en ascenso, partícipes y practicantes de los postulados liberales y modernos.

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Es importante anotar que al momento de ser electos, ninguno de ellos, salvo Dyer, era un político con más de un lustro como político profesional, pues el ejercicio de sus profesiones les permitía vivir para la política.

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Al finalizar el constituyente, no arrobaron el poder. Ocuparon posiciones políticas y burocráticas sin el poder suficiente para extender el ámbito de su influencia. Una probable causa de su escasa ocupación política fue su juventud, pues no estaban en la madurez plena para hacerlo.

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Al interior del Congreso constituyente realizaron una función prudente y discreta. No fueron impugnadas sus credenciales, e incluso es importante anotar que Castañón era suplente y pudo asistir, sin dificultad alguna. Aguirre llegó a participar en algún debate sobre el artículo 123.

Villaseñor fue secretario de alguna sesión. Dyer, conocedor de la problemática obrera, como médico de los mineros de Sombrerete, participó en la elaboración del Artículo 123. Excepcional fue Adame, quien se integró al núcleo que elaboró del Artículo 27, en materia agraria.

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