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Con la mano en la cintura Andrés Manuel sentó a empresarios y al poder ejecutivo para analizar la vialidad técnica del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Bastaron unas cuantas ráfagas de cuestionamientos y el amague de revertir los permisos y reorientar los recursos federales destinados a la megaobra del sexenio peñista, para que inversionistas beneficiados y los aspirantes presidenciales del PRI y PAN pegaran el grito en el cielo, y concedieran, los del dinero, sentarse a analizar los pormenores del proyecto y la presunta corrupción que lo rodea.
Desde que Vicente Fox intentó construir otro aeropuerto en el antiguo lago de Texcoco para sustituir el ya sobresaturado Benito Juárez, también el más transitado de América Latina, grupos opositores presionaron argumentando cuestiones técnicas insalvables y un devastador impacto ambiental.
Contra todas las recomendaciones de ambientalistas nacionales y extranjeros, Enrique peña Nieto y los poderosos grupos económicos detrás del proyecto impusieron su criterio y lo aprobaron el monumental su visión. El costo inicial fue de 169 mil millones de pesos, pero como todos los proyectos donde el poder ejecutivo mete su cuchara, en cualquiera de sus órdenes, las cifras iniciales son fachadas porque al final terminan adulterando el presupuesto, Hoy, ese proyecto ya cuesta alrededor de 200 mil millones de pesos, y contando.
Considerando los porcentajes de sobrecostes, corrupción en términos aztecas; si se aplica el 30% de moches, por cierto, término muy adoptado por los panistas en la época de Madero dirigente nacional, las ganancias ilícitas rondarían los 60 mil millones de pesos. Más de tres mil millones de dólares para un gobernante y sus preferidos que ya van de salida, bajo la consigna de que no serán perseguidos en caso de ganar ya saben quién.
Como en cada obra gubernamental solo fue considerado el argumento urgente, el importante vale madres, así son en el gobierno mexicano. En efecto, las dos terminales aéreas del aeropuerto de la CDMX están sobradamente rebasadas por la constante demanda de vuelos. Es caótico viajar a la capital del país por cielo, no se diga por tierra.
Frente a este argumento, urgente, el poder ejecutivo federal y capitalino, así como los inversionistas dieron para adelante al proyecto. Es la goma si el impacto ambiental acaba con la poca fauna que habita en las inmediaciones del antiguo lago de Texcoco; no importa si el suelo se hunde en unos años o si los espíritus de los emperadores aztecas se desquitarán con alguna maldición. Lo que cuenta es la urgencia de llevar más gente vía aérea a la CDMX.
No se sabe todavía que pasará con el megaterreno que aun hospeda el aeropuerto Benito Juárez; el jefe de gobierno Miguel Mancera (PRD), sugirió que se rescate con un pulmón (árreas verdes) para la contaminadísima ciudad, pero conociendo como se las gastan los políticos de esta geografía nacional, lo más probable es que sea otro súper-mega-ultra-híper negociazo inmobiliario. CHSM las áreas verdes.
Habida de cuenta de aplastar las voces que se oponían a la construcción del NAICM, porque primero está el interés monetario, los últimos tres presidentes de México no quisieron arriesgarse a perder las simpatías de los grandes capitalistas que los protegen y contratan como empleados o conferencistas cuando abandonan el cargo; y considerar despresurizar la congestionadisima capital mexicana, para compartir el desarrollo con los estados aledaños.
Qué alturas de miras ni que la chistosa, hasta el tren interurbano Toluca-CDMX de 50 mil millones de pesos tiene retrasos en su construcción y sobre precios como el NAIC. La promesa de conectar la ciudad de Querétaro con la capital azteca fue abortada, en tanto que el consocio chino afectado por la cancelación reclama al gobierno de la república 11,300 millones de pesos por incumplimiento de contrato.
Así las cosas, ahora que el precandidato presidencial de MORENA amaga con parar la obra en caso de ganar, los beneficiados del proyecto de construcción del NAICM sintieron escalofríos y concedieron a López Obrador analizar los posibles actos de corrupción que envuelven la megaobra. Hasta los rezagados pretendientes de la grande, Anaya y Meade, se escandalizan si no se concluye y se pierdan los miles de millones invertidos y repartidos.
El escandalo cobra mucha relevancia por las consecuencias que conlleva cancelar el proyecto. Sin embargo, no es la amenaza de AMLO lo que origina la incertidumbre y el posible caos que traería, sino la falta de huevitos de los diputados federales y de la auditoría superior de la federación que no hicieron su trabajo de revisar detenidamente todo el proceso desde su nacimiento, lo que se les mandata constitucionalmente.
Faltan más de tres meses para la elección presidencial y conocer al ganador de la contienda, pero el Centro Coordinador Empresarial, la industria de la construcción y el poder ejecutivo federal ya le dan atención de presidente a Andrés Manuel López Obrador.
P.D. Mientras los reflectores se enfocan en las pistas de aterrizaje del NAICM, el aumento de la gasolina no se detiene y sigue pulverizando el poder adquisitivo de la clase trabajadora y la menguada clase media.