.Por: Sergio Bustamante.
Han sido ya muchos años desde que Bleak House, la famosa guarida en la que Guillermo del Toro resguarda sus trabajos y colecciones privadas, dejara su estatus de culto (de ser un estudio privado pasó a ser “algo” que todos querían conocer) para convertirse en una atracción oficial bajo el nombre “At Home with Monsters”. O, como bien se le bautizó aquí: En Casa con mis Monstruos.
Quizás esté mal decir que En Casa con mis Monstruos es una atracción (aunque posea esa naturaleza) cuando en realidad es una exhibición íntima y estupendamente curada que sirve como una ventana inédita al imaginario de Guillermo del Toro así como sus procesos creativos y hasta su perspectiva del mundo. Vaya, un vistazo único a su psique. Sin embargo, lo cierto es que su crecimiento y recorrido internacional la fue convirtiendo en ese “must” del circuito de museos y galerías. Y es totalmente adecuado que Guadalajara sea su última parada en el mundo antes de volverse a guardar para siempre, en palabras del mismo Del Toro.
Montada en las instalaciones del Museo de las Artes Universidad de Guadalajara (MUSA), la primera gran impresión que deja En Casa con mis Monstruos es precisamente la de ser una exhibición única. Es la misma At Home with Monsters que se vio en lugares como Toronto y Minneapolis; pero el corazón y los nuevos detalles la hacen casi exclusiva.
En este sentido, el aplauso va a la administración de la Universidad de Guadalajara así como a Eugenio Caballero (curador), cuyos esfuerzos no quedaron únicamente en darle un toque mexicano, sino convertirla en una experiencia inolvidable y una culminación perfecta de su recorrido.
Experiencia es la palabra adecuada para describir el recibimiento a la exhibición, pues no se trata de sólo comprar boleto y entrar al recinto, sino primero pasar a un lobby que hace las de sala (por supuesto decorada ad hoc), terraza, bar, tienda de souvenirs y café-restaurante.
Si bien dicha sala invita al consumo, su principal función es la de organizar a los visitantes en grupos y por horarios para hacer del recorrido algo más ágil y que permita una mejor apreciación.
La única contra es que los guías (una característica que fue implantada para esta ocasión) tienen formas y ritmos diferentes, y así mientras uno describe detalladamente alguna anécdota, es posible que otro con más prisa haga que su grupo le pise los talones al que va enfrente. No es algo molesto en realidad, pero sí puede crear la sensación de apresuramiento y hace que el público deje de apreciar colecciones y bocetos que no pertenecen a la filmografía de Del Toro pero que son igualmente esenciales para entender su obra.
Dividida en ocho secciones, la exhibición no tiene una línea cronológica en cuanto a la vida y obra de Del Toro, sino que conceptualiza todo a forma de influencias. Así por ejemplo en la sección denominada “Infancia e Inocencia” lo mismo da la bienvenida el monolito de El Laberinto del Fauno (2006) que encontramos bocetos originales de Pinocho o Sleeping Beauty.
Independientemente del gozo visual que provocan esas antiguas ilustraciones originales, es aquí dónde se comienzan a trazar los tres ejes que componen a En Casa con mis Monstruos y los cuales Caballero describe como “Guillermo como ávido coleccionista, Guillermo como creador, y obras provenientes de museos a cargo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), pues no se concibe la obra de Del Toro sin apreciar a otros grandes artistas plásticos”.
Como breve paréntesis, es una pena que por cuestiones de tiempo no se haga el suficiente hincapié en este aspecto, pues dichas obras se ven opacadas por stills o props de algunas cintas, pero no por ello dejan de ser valiosas tanto en éste contexto como fuera de.
“Cuarto de Lluvia”, la segunda sala, es una recreación que nos remite a la Bleak House (acaso lo más cercano que un mortal pueda estar de conocer dicha casa) con su ambiente lúgubre y sonido de, valga la redundancia, lluvia. La figura de Edgar Allan Poe es el mensaje: es ésta la atmósfera que inspira a Del Toro.
Resulta entonces muy natural la transición hacia la siguiente sala, la “Victoriana”, cuyo principal atractivo es lo relacionado con el filme Crimson Peak (2015).
Construida minuciosamente y engalanada con vestuarios originales (diseños de Kate Hawley, colaboradora usual de Guillermo) usados por Edith, Lucille y Thomas, protagonistas de La Cumbre Escarlata, la sala Victoriana celebra una época a la que claramente Del Toro le tiene un amor especial. Mención especial merece la espada de Sardu, arma de Abraham Setrakian en la saga The Strain así como autorretrato del artista Zacatecano Julio Ruelas.
Si decíamos que la exhibición no tiene un estricto orden cronológico, sí va tomando una interesante sucesión en cuanto a las influencias de Del Toro. Es decir, de lo mágico (infancia) a lo gótico (victoriana) para de ahí transitar hacia “Magia y Ocultismo”.
Hellboy, Cronos, El Espinazo del Diablo y Lovecraft, el quizás más grande ídolo de Del Toro y componente esencial de su obra, engalanan esta sección a manera de madurez creativa. Y sirven también como el preámbulo de “Cine, Cómics y Pop”, que es la siguiente sala y en la cual se ahonda sobre las referencias e inspiraciones que Del Toro empleó para darle forma al diabólico defensor de las fuerzas del mal creado por Mike Mignola y encarnado por su compadre Ron Perlman
No es ninguna sorpresa que la mención a Mimic hasta aquí sea casi nula. Si bien la cinta cumple con las características de las dos salas anteriormente mencionadas, es muy probable que Caballero (y obviamente Del Toro) la omitieran debido al antecedente del poco control creativo que tuvo Guillermo sobre el corte final. Una especie de development hell y cuyas anécdotas son bien conocidas.
Y precisamente hablando de desarrollos malogrados, la siguiente sala, “Frankenstein”, resulta particularmente personal. Por un lado está la temática que ha servido como columna vertebral en la obra de Guillermo: la incomprensión hacia los monstruos. El miedo a lo que no entendemos bien representado en el personaje de Mary Shelley.
“Una criatura lanzada a un mundo que no conoce ni entiende; un ser incomprendido y solitario que necesita compañía y estima, ser adoptado por otros y que sufre por ser constantemente rechazado” ¿Suena familiar? Es básicamente la premisa en la que se ha apoyado Guillermo para construir a sus protagonistas (sea o no su guión) a lo largo de su filmografía.
Y por otro lado, se nos da una pequeña degustación de los conceptos del cineasta para Las Montañas de la Locura, la imposible obra de Lovecraft que a Del Toro le ha costado más años y lágrimas que la mismísima The Hobbit. ¿Algún día se concretará? La pregunta sigue abierta.
“Los Otros/Nosotros/Los Monstruos”, y “Muerte y más allá”, las últimas dos salas, sirven como extensión temática de lo planteado en Frankenstein. Destaca, faltaba más, una pequeña recreación de los Freaks (1932) de Tod Browning así como El Hombre Elefante y el anfibio de The Shape of Water (2017).
Igualmente una serie de props sobre el vampirismo en forma de Nosferatus, strigois y hasta el bastón usado por Gary Oldman en la adaptación de Coppola de 1992.
Si las más de 950 piezas que conforman este laberinto no fueran suficientes, el remate llega con una serie de cuadernos de apuntes de Del Toro, los cuales sirven como un glosario de cantidad de ideas e ilustraciones que han alimentado sus cintas y las que no fueron. No se puede pedir algo más íntimo que ello. Bueno, quizás un recorrido guiado por él, pero esa fue una lotería que unos cuantos se ganaron hace unos meses.
Más allá de la maravillosa impresión que deja En Casa con mis Monstruos, asombra mucho la coherencia del singular mundo de Del Toro. La forma en que dialogan las salas y su contenido son las de un niño y joven que fácilmente pudo ser un artista plástico pero que prefirió volcar toda su Genialidad (la mayúscula es intencional) en la disciplina que mejor conjuga las bellas artes, léase el cine. Qué privilegio compartir época con él y conocer un poco más de su cerca ese mundo.
La exposición cierra sus puertas el 27 de Octubre. Y aunque Del Toro está en pláticas para extenderla un par de semanas, la recomendación es no escatimar en tiempo ni dinero para visitarla.
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