A golpe de vanidad parece que se construyen, desde el último lustro, los políticos en Zacatecas. Nada parece importar que imagen y posicionamiento, como si fueran las únicas cosas, pero en los hechos parte de su realidad es que no hay gran cosa.
Baste ver en un Estado como el nuestro con un problema grave, reconocido de sequía, que los legisladores, por lo menos dos, se preocupan por declarar un año como el año Maya.
Sin demérito de un pueblo mesoamericano grande como ese, parece que las soluciones vendrían en otro sentido. Todo lo acaparan los temas del momento, sólo eso, y nada más, los problemas de Zacatecas pareciera que los resuelven a presentación de puntos de acuerdo que en la mayoría de las ocasiones no sirven para gran cosa.
Si bien se tienen asuntos administrativos internos pendientes –basándonos en la última sesión legislativa, como la regularización de lotes urbanos en los municipios, un gran dolor de cabeza para muchas demarcaciones.
Como lecturas, suenan bien, pero dónde queda ese punto de pensar que los diputados no tienen acuerdo para presentar la reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo atenidos, más, a la repartición del poder, trianual, cabría recordarles.
Mientras fuera la realidad es que no llueve y que las posibles alternativas de solución no aparecen, claro, un diputado no hará llover –ganas no les faltan-pero tampoco se procura fortalecer la superficie de riego o buscar alguna forma de tecnificación.
Encontramos sólo momentos trianuales y amplios intereses de grupos político-partidistas.
Tenemos representantes populares hechos en su mayoría, sólo a temas del momento y no más, lo de fondo se queda ahí, si bien debemos entender que no tienen facultades ejecutivas o mejor dicho sólo limitadas, no ha sido la legislatura el motor que ayude a los otros poderes.
Ese desequilibrio es manifiesto pero el gran fondo parece ser el interés, queda claro que momentáneo, de poder y económico.
Desde que los políticos aprendieron a ver la posición como una oportunidad económica más que de servicio, el trabajo político pareció perder fondo, ya por no hablar de una buena coordinación entre poderes, que eso sería digno de otra reflexión.
Se acaba el interés púbico por el interés privado, de subsistencia personal como grupal, quizá la tarea sería iniciar una serie de reformas para combatir esa situación, tanto la económica como la de servicio, con una rendición de cuentas real de los representantes populares.
no por decreto, pero sí como un paso sociológico jurídico para, en unos años, acabar con la inercia de aquellos que llegan por el sólo, dicen los jóvenes de hoy “bluff”.