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Vaya tirote que se aventaron mi colmillo, mi experiencia y mi intelecto. El colmillo tiraba, y duro: la nota de las monumentales partidas presupuestales que se reparten a manos llenas los senadores y diputados federales es un distractor por el despido de Carmen Aristegui de MVS Noticias; la experiencia retaba: no, son datos que confirman que la partidocracia mexicana es la más corrupta del mundo; espérame tantito terciaba el intelecto: sí es un distractor porque la aguda periodista ya escudriñaba muy profundo en la casa que el secretario de hacienda, Luis Videgaray, adquirió a precio de ganga de la constructora HIGA, que resultó igual o más exitosa con Peña Nieto como gobernador de EDOMEX y Presidente, que ICA en los sexenios de Echeverria y López Portillo, cuando obtenían los contratos multimillonarios. Nada tiene que ver una cosa con la otra, insistía la experiencia, aunque al final las dos significan el emblema de este país: Impunidad.
Como la rebatinga continuó hasta entrada la noche, decidí intervenir y pactar un espacio para cada asunto. Así que me di a la tarea de darle su lugar a cada uno y dejar que fueran los amables lectores los que le dieran la dimensión que corresponda.
Le di la palabra a la experiencia que ni tarda ni perezosa insistía, como dándoles picones al atrabancado colmillo y al sangrón intelecto. En efecto, hoy, la sociedad está más consciente de lo abusones y mañosos que resultan la inmensa mayoría de los legisladores mexicanos, ya sean locales o federales; algunos más agudos que otros, pero al final casi todos callan. La verdad es que entre ambas cámaras federales y los congresos estatales se reparten poco más de 50 mil millones de pesos anuales de los impuestos de los contribuyentes para “legislar” a favor de México.
Es más, abundó: “el daño que le causan a este país por aprobar decretos que abaratan la soberanía nacional y los beneficios personales que le sacan un puñado de esos legisladores, resultan todavía mucho más caros que esos 50 mil millones de pesos anuales”.
Ah, cabrón, interrumpió el colmillo, ¿a poco eso se embuchacan esa parvada de sanguijuelas?, si, respondió la experiencia. ¿Cómo es posible que eso suceda y nadie haga algo al respecto?, preguntó azorado el intelecto, bueno, eso siempre ha sido así, respondió la experiencia; inclusive, en las últimas legislaturas los coordinadores parlamentarios y los jefes de partido, locales o nacionales, según sea el caso, son los que más raja le sacan a las negocias con los gobernadores y el presidente de la república, porque con ellos se pacta cualquier aprobación de ingreso, presupuesto, decreto o elección de ministros, magistrados, comisionados, fiscales, presientes de derechos humanos, de organismos electorales, etc.
¿No mames?, indignado inquirió otra vez el colmillo; si, desgraciadamente así funciona, y por si fuera poco, los legisladores plurinominales son los piores, chistó la experiencia; ¿por qué?, intrigó el intelecto, porque esos puestos están reservados para los políticos más laxos de conciencia y doctrina; ya que con ellos es muy fácil pactar cualquier cosa porque han estado en otros cargos públicos de designación o administración pública, donde la comisión y la plata grande fluye sin tanta burocracia. Son idóneos para esos cargos y resulta más barato y menos fastidioso que tener que arreglar con toda una bancada o pasar por un proceso de rendición de cuentas.
A ver, a ver, atajó el intelecto, entiendo que si bien es cierto que el mayor problema de México es la impunidad con la que se conducen estos inescrupulosos merolicos, también es cierto que no podemos soslayar que la libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales del hombre, y lo que le hicieron a Aristegui encaja perfectamente en una violación a las garantías individuales y vulnera la tutela que el Estado Mexicano tiene como obligación para salvaguardar el precepto constitucional y los tratados internacionales, toda vez que la aguerrida periodista, desde hace meses, venía investigando con su equipo la adquisición de mansiones multimillonarias por parte de la familia presidencial y funcionarios de primer nivel del gabinete de EPN, los cuales se configuran en un real conflicto de intereses.
Momento, increpó la experiencia, puedo diferir en lo que dices pero defendería con la vida tu derecho a decirlo (frase atribuida a Voltaire); el despido de Aristegui puede que se relacione con su trabajo periodístico, como también es cierto que la relación laboral con la empresa de Joaquín Vargas, o la relación entre ambos sea parte de un contrato, y el patrón, en este caso un medio informativo, que es lo que lo jala a la cuestión de coartar la libertad de expresión, no limita la decisión de concluir anticipadamente con el contrato, calor, ateniéndose a las consecuencias jurídicas, que, ahí sí, es donde la periodista lleva las de perder porque es sabido que en este país el poder judicial juega con el marcador y con los de casa.
El colmilludo no quiso quedarse atrás y secundó al intelecto, yo sigo convencido de que a la Aristegui la corrieron por encuerar los grandes dividendos que la familia presidencial y funcionarios de alto rango del gobierno federal obtuvieron por el otorgamiento de contratos hiper, mega, ultra millonarios a la empresa HIGA. No digo que los senadores y diputados sean una perita en dulce o herederos de la mística de Madre teresa de Calculta; lo que sí me queda claro, ¿sabes cómo?, es que esto es mera pantalla para distraer la pésima imagen del gobierno ahora que hay elecciones.
Bueno, como dije antes, musitó la experiencia, yo respeto lo que digas, más sin embargo me sostengo en lo dicho. Yo también me quedo con lo dije, cerró el intelecto.
P.D. En Chihuahua capital se aprobó un reglamento para sancionar, severamente, a los intérpretes que en eventos públicos hagan apología del delito. Bien por eso, ahora a esperar que los delitos del fuero común disminuyan como consecuencia de esa ambiciosa determinación. Para abandonar la frialdad del bajo promedio se requiere algo más que palabras.