ESPECIALISTAS ABORDAN LA IMPORTANCIA DE CONTRIBUIR AL REGISTRO Y CONSERVACIÓN DE PATRIMONIO RUPESTRE

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En México hay aproximadamente cuatro mil sitios con manifestaciones gráfico-rupestres, registrados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no obstante, a lo largo y ancho del territorio nacional, el número total de los lugares que cuentan con tales manifestaciones aún es indeterminado para los especialistas que investigan y conservan el patrimonio cultural.

Ante ese universo de atención, expertos que participaron en el III Coloquio Virtual Boca de Potrerillos, organizado por el Centro INAH Nuevo León, abordaron dos temas eje: la importancia de promover la cultura del registro de dichos sitios y la denuncia ante el INAH en caso de ser afectados, así como las implicaciones de la apertura de estos lugares a la visita pública.

En la transmisión, efectuada por el canal INAH TV, como parte de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura federal, los especialistas coincidieron en que la gran mayoría de los sitios con gráfica rupestre, ya sea pinturas o petrograbados, son bien conocidos por los miembros de las comunidades donde se ubican, estén o no registrados ante el instituto, ya que a menudo forman parte central de las tradiciones locales, o bien, son visitados de forma irregular.

En este sentido, subrayaron la importancia de notificarlos al INAH a fin de que sean registrados, lo cual equivale al ‘acta de nacimiento’ del bien patrimonial y da certeza jurídica de su existencia, permitiendo su protección y atención ante cualquier eventualidad.

En su intervención, la responsable del Programa Nacional de Conservación de Patrimonio Gráfico-Rupestre en la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, Sandra Cruz Flores, comentó que, a diferencia del patrimonio arqueológico, el cual necesita ser excavado, el gráfico-rupestre “está expuesto de facto”, y por tanto ha estado vulnerable durante siglos o incluso milenios al impacto de fenómenos naturales o de tipo antrópico, como el vandalismo e incendios, o a causa de obras públicas.

Por ello, dijo, desde el INAH se promueven iniciativas de difusión y apropiación a fin de crear sinergias entre las personas que viven en lugares próximos a los sitios, a la vez que se fomenta la colaboración con las autoridades de los tres órdenes de gobierno, en aras de que sean sensibles a la necesidad de priorizar la conservación de esta herencia milenaria.

“La conservación no está reñida con el uso de estos lugares, pero este debe ser organizado y en apego a la normatividad”, puntualizó la restauradora.

Al respecto, el investigador del Centro INAH Nuevo León, Moisés Valadez Moreno, explicó que abrir un sitio con gráfica rupestre al público implica no solo garantizar la salvaguardia del mismo, sino también de todos sus visitantes.

“Tenemos que garantizar que la gente pueda llegar, tener senderos adecuados, señalética, servicios básicos. Además, teniendo en cuenta que visitar estos sitios implica entrar en áreas naturales, también debemos contar con botiquines, protocolos y personal capacitado ante eventos como la picadura de serpientes”.

Todos los mexicanos, finalizó el arqueólogo, somos dueños de nuestro patrimonio, “por lo que otro aspecto a considerar debe ser que los sitios tengan accesibilidad y puedan ser disfrutables también para personas con discapacidad, lo que comprende otros requerimientos de infraestructura”.

La comunión entre la ciudadanía, autoridades y el INAH, concluyeron ambos ponentes, es fundamental para tener visitas ordenadas y que contribuyan a tomar conciencia del patrimonio y de la necesidad de su preservación.

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